Mascotas

'Fatiga por compasión', el malestar que asola a los veterinarios: "Nos enfrentamos a la muerte cinco veces más que un médico"

La exposición al sufrimiento de los animales o ver que algunas personas no pueden pagar los tratamientos de sus mascotas, les hace más vulnerables, explica Jaume Fatjó, autor de un informe que retrata la salud emocional del colectivo

Una mascota en el veterinario.

Una mascota en el veterinario. / 123RF

Nieves Salinas

'Fatiga por compasión' es un término que define el malestar que padecen muchos veterinarios clínicos. Según el estudio 'Proyecto Calidad de Vida', hasta un 20% de los profesionales que participaron en la encuesta mostraron signos sugestivos de depresión. Además, un 38% valoraron como "malo o regular" su estado de salud (físico) y un 47%, dieron la misma respuesta en cuanto a su estado mental.

El proyecto es un trabajo de la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (AVEPA) y el Departamento de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona en el marco del proyecto Vetbonds, impulsado de forma conjunta por ambas entidades, con el apoyo de Elanco y Vets&Clinics. Así lo especifica a El Periódico de España, del Grupo Prensa Ibérica, el co-director de este informe, Jaume Fatjó, veterinario-etólogo que trabaja en el Departamento de Psiquiatría y Medicina Legal de la UAB.

El trabajo, realizado en 2023, arroja luz sobre la situación emocional de la profesión -centrado en los veterinarios de pequeños animales- y evidencia que hay motivos para la preocupación. Participaron 1.261 profesionales distribuidos por la mayor parte del país y algunos auxiliares técnicos veterinarios. En total, más de 2.000 fueron los que, de alguna manera, tomaron parte del proyecto. Se trata de una investigación muy ambiciosa y, también, pionera porque, por primera vez, se retrata el estado emocional del colectivo. En este caso de los profesionales que atienden a pequeños animales.

Proyección pública errónea

"A veces hay una proyección pública de la profesión idealizada, fantástica, donde todo es perfecto y los veterinarios tienen unos ingresos fabulosos. No se corresponde con la realidad", advierte Fatjó. Si se habla de 'fatiga por compasión' -algunos especialistas ahora lo denominan también como 'fatiga por empatía'- explica que es un concepto que se introdujo en los años 90 y resulta válido para cualquier profesional que atiende a personas o animales que sufren: los veterinarios, pero también los médicos, las enfermeras, las personas que trabajan en ayuda humanitaria o quienes prestan atención psicológica en catástrofes.

-Hay un componente de estrés traumático secundario que es el que se genera porque ves situaciones de sufrimiento que no puedes remediar

Jaume Fatjó

— Veterinario

"Hay varios elementos asociados a este trabajo que pueden pasar factura. El primero, de burnout, asociado a la sensación de no llego o que tu trabajo no es útil, que te sientes sobrepasado; luego hay un componente de estrés traumático secundario que es el que se genera porque ves situaciones de sufrimiento que no puedes remediar y estás expuesto a estas situaciones de manera crónica", añade. Cita un ejemplo: los veterinarios se enfrentan a la muerte "cinco veces más que un médico, según algunas estimaciones, porque la esperanza de vida de nuestros pacientes es menor".

Sin sanidad pública

El veterinario añade otra pincelada que ahonda en ese malestar: los animales no se benefician de la sanidad universal (que es solo para las personas) y eso, unido a otros factores laborales propios del colectivo, "genera situaciones de tensión añadidas, de desgaste que son muy distintas en nuestra profesión". Se refiere al estrés moral, muy importante, que se deriva de "cuando hay elementos relacionados con tu trabajo que te impiden hacer las cosas como crees que se deben hacer. Por ejemplo, no poder atender a un animal porque barrera tipo financiero", explica este experto.

Eso, que lo ven a menudo en las clínicas, les causa enorme desasosiego. "No se pueden buscar culpables, pero hay personas que no pueden -o no quieren- hacer frente al tratamiento que necesita su animal porque en España no existe sanidad universal para las mascotas", añade el veterinario. Parte de su trabajo de investigación se centra en el apoyo social que suponen esas mascotas por ejemplo para personas mayores que están solas.

Soy realista, no existe sanidad universal para los animales, pero no es un lujo cubrir esa atención

Jaume Fatjó

Por eso, Fatjó sería partidario de ayudar a esas personas a pagar los gastos de sus mascotas en el veterinario. "Soy realista, no existe sanidad universal, pero no es un lujo cubrir esa atención, es un beneficio para la persona (que está sola) y, por tanto, para la sociedad". Por eso considera que es importante que las familias puedan acudir más regularmente a la clínica y favorecer así el bienestar animal, reducir el abandono animal y salvaguardar la salud pública. Desde que en 2012 el IVA se subió al 21%, los veterinarios alertan de una caída generalizada de la atención de los animales de compañía. "Solo con un IVA reducido, para muchas personas marcaría la diferencia", señala el veterinario.

Abandonar la profesión

Jaume Fatjó vuelve a ese concepto específico que padecen los veterinarios clínicos y que comparten con el resto de profesionales relacionados con la salud: la 'fatiga por compasión'. Es esta figura la que ayudaría a entender en parte las razones por las que 2 de cada 10 encuestados, según el estudio que ha coordinado, habrían pensado en abandonar la profesión en los siguientes 12 meses.

"Hay datos para aburrir (en el trabajo), pero no es un diagnóstico. Hay que mirarlos con cautela. Pero aun con cautela, nos ha llamado la atención que parte importante de los veterinarios, cuando fueron preguntados, tenían un grado de afectación de moderado a alto". Cita también estudios internacionales que indican que en el colectivo existe mayor riesgo de suicidio.

Hasta un 49% de los veterinarios encuestados mostrarían síntomas sugestivos de ansiedad y hasta un 20%, incluso, de depresión

Es más, según las escalas aplicadas a los participantes, sus autores concluyen que hasta un 49% de los veterinarios encuestados mostrarían síntomas sugestivos de ansiedad y hasta un 20%, incluso, de depresión. De igual manera, un 38% valoraba directamente que su estado de salud (físico) era 'malo o regular' y hasta un 47% daba la misma respuesta en cuanto a su estado mental.

"El vínculo con los animales nunca había sido tan intenso como ahora. Y, aunque eso sea algo muy positivo, es cierto que también eleva el grado de exigencia y expone al veterinario a mayores conflictos morales", explica Fatjó. Efectivamente, estos profesionales sufren también, como médicos o enfermeros, el síndrome del burnout, el 'estar quemado' o estrés laboral y eso afecta a su productividad y capacidad de trabajo.

Exposición a la muerte

Según este estudio, que se lanzó en mayo, la exposición frecuente al sufrimiento, a la muerte y al duelo, a veces, pero también a la crueldad y el trato no responsable con los animales en otras tantas, unido a las dificultades financieras que en muchas ocasiones se dan para asumir el coste de los tratamientos, expone constantemente al veterinario a dilemas éticos.

Las respuestas dadas por los participantes a situaciones cotidianas de la profesión ilustran que el fenómeno de la 'fatiga por compasión' se origina, en parte también, por la situación laboral de los veterinarios clínicos. Así, más allá de las condiciones salariales precarias en comparación con cualquier otro profesional sanitario, hasta un 25% de los encuestados reconocía que, por causa de su trabajo, no podía "atender adecuadamente a las personas que dependen de mí".

Una dueña con su perro.

Una dueña con su perro. / EPE

Además, un 42% decía sentirse casi siempre o siempre "moralmente obligado a atender a un animal enfermo aunque sus cuidadores no puedan/quieran pagar el tratamiento"; un 70% reconocían que, al menos 2/3 días por semana trabajaba más horas que las convenidas y, en el 83% de los casos, esas horas no eran pagadas. Es más, otro 70% advertía que cada día, o varias veces por semana, dedicaba parte de su tiempo libre a tareas vinculadas a su profesión.

Fatjó reclama a las facultades de Veterinaria incluir en sus temarios asignaturas sobre cómo afrontar estas situaciones emocionales e insta a las asociaciones y colegios a actuar preventivamente en auxilio de estos profesionales, como ya se hace desde algunas comunidades.