Tamara Falcó le niega la palabra a Íñigo Onieva: "Yo soy jueza y decido qué está bien y qué está mal. Dicto sentencia"

La marquesa de Griñón reconoce cómo son sus discusiones de pareja tras su boda

Tamara Falcó e Íñigo Onieva reconocen sus problemas de pareja.

Tamara Falcó e Íñigo Onieva reconocen sus problemas de pareja. / LEVANTE-EMV

Santiago Alba

No todo es color de rosa en la vida de la marquesa de Griñón, Tamara Falcó. La hija de Isabel Preysler también tiene problemas, no solo con sus vecinos de comunidad. Ella misma ha reconocido que tras su boda con Íñigo Onieva, también ha tenido que enfrentarse a problemas de pareja y a riñas. Además de hacer frente a la supuesta infidelidad previa a la boda, Tamara reconoce ahora sus discusiones con su marido: "En mi cabeza yo soy jueza y decido qué está bien y qué está mal. Dicto sentencia".

Con esta frase, queda claro que en la casa de la marquesa de Griñón también hay conflictos de pareja y que le gusta ser la que lleva la voz cantante en casa y la última palabra. Tamara insiste en que tiene muy mal genio y que suele tener encontronazos con su marido, del que dice que también "tiene la mecha muy corta". Pese a su imagen desenfadada, parece que Tamara Falcó esconde un lado inflexible. Tal como ha explicado en el Hormiguero, la marquesa subraya que siempre "o bastantes veces" tiene razón: "Me atrevería a decir que un 98% de las veces", reconoce, y ese suele ser el punto de conflicto con su marido.

"Cuando estoy enfadada odio que me pregunten si estoy enfadada. Es que nuestros cambios hormonales como mujeres son difíciles de controlar. Íñigo tiene la mecha mucho más corta que yo, pero yo tardo mucho más en desenfadarse", ha contestado la marquesa de Griñón. "Yo puedo estar hasta que se levanta, me abraza y me pregunta: '¿Podemos pasar ya de esto?'. Tardo. Yo puedo pasarme un montón de tiempo", ha añadido.

Un ático de lujo en Puerta del Hierro

Los recién casados se mudaron al ático que la hija de Isabel Preysler había comprado con anterioridad y que ha personalizado durante meses con la ayuda de una interiorista. La vivienda está situada en una exclusiva urbanización de Madrid, Puerta del Hierro, muy cerca de la casa de su madre, donde la pareja llegó a tener que convivir hasta que pudieron mudarse a su nueva casa, algo que hicieron en octubre pasado.