Prisión incondicional sin fianza. Rosario Porto Ortega y Alfonso Basterra, los padres de la pequeña Asunta, cuyo cadáver fue hallado el pasado domingo en una pista forestal del municipio coruñés de Teo, durmieron ayer en la cárcel de Teixeiro imputados por el presunto homicidio o asesinato en función de las pruebas toxicológicas aún pendientes de su hija Asunta, de 12 años y cuyo cadáver apareció en una pista forestal del municipio coruñés de Teo el pasado domingo. Cinco días después el crimen está resuelto, al menos policialmente. No ocurre lo mismo con el móvil que pudo llevar a tan atroz homicidio.

Los investigadores sospechan que la niña descubrió un secreto de familia que afectaría a sus padres, en relación con la herencia de los abuelos maternos fallecidos de forma repentina en su domicilio familiar el año pasado con apenas 7 meses de diferencia. No hubo autopsia y fueron incinerados, como Asunta. La profesora universitaria Socorro Ortega falleció el 11 de enero de 2011, a los 78 años de forma repentina en su domicilio de Santiago, y el abogado Francisco Porto siete meses después en el mismo domicilio, el 26 de julio de 2012 a los 88 años de edad. A ninguno se le practicó la autopsia y fueron incinerados al igual que asunta. Socorro Porto heredó entonces la importante fortuna familiar, con varias propiedades como la finca de recreo de Teo donde se cree que murió la niña, y que ha sido valorada en un millón de euros.

Se declaran inocentes

Rosario Porto y Alfonso Basterra llegaron a primeras horas de ayer custodiados por la Guardia Civil a los juzgados de Santiago desde A Coruña. Ambos negaron su participación en el homicidio. La primera en declarar fue la madre de Asunta. Se mantuvo en su versión inicial, pese a las evidentes contradicciones, algunas de las cuales habría achacado a su marido. Unas declaraciones que, según fuentes de la investigación parecían seguir un guión común preestablecidos al cometer ambos los mismos errores.

Mientras, se suceden los indicios recogidos por la Guardia Civil contra el matrimonio. Las cintas de seguridad que recogen a Rosario con su hija en el coche camino de la finca familiar de Teo, se ven refrendadas al comprobarse que la cuerda naranja con la que se habría atado a la niña, ya sedada, y que apareció junto al cuerpo se corresponde con la bobina hallada en la casa familiar de Teo.

El análisis de las cuerdas revela que las utilizadas para atar a la niña son las mismas que había en el domicilio, por lo que su aparición constituye «una prueba de cargo contundente».

Mentiras

El magistrado Vázquez Taín no se creyó las versiones de lo ocurrido por los padres de Asunta y los envió a prisión imputados por el homicidio de la niña. Ni los matices que quiso introducir a su primera versión la madre de Asunta, que en medio de aspavientos y lágrimas negaba haber matado a su hija le convencieron, pese a que admitió que fue a la casa de Teo.

Y es que las cámaras de tráfico demuestran, según fuentes próximas a la investigación, que Rosario Porto «mintió» cuando acudió a la Comisaría de Santiago a denunciar la desaparición de la niña.

Finalmente, la triangulación de las señales de los teléfonos móviles de los padres de Asunta son otro indicio en el que trabaja la Guardia Civil para verificar dónde se encontraba cada uno en el momento del fallecimiento de su hija, fijado hacia las nueve de la noche del sábado pasado. Uno de los repetidores sitúa a Rosario en la pista donde se localizó el cadáver de la pequeña.

Llegó a clase «mareada»

El abogado de la escuela de música en la que estaba matriculada Asunta Basterra relató ayer al juez que, el pasado 23 de julio, el padre de la menor contó al profesorado del centro que recibía un fuerte tratamiento médico que la dejaba aturdida. Ramón García, abogado de la escuela de música Play, se dirigió ayer en los juzgados de Santiago al instructor del caso, José Antonio Vázquez Taín, para contarle este incidente por si fuese relevante.

Las profesoras de la escuela, prosiguió García ayer en declaraciones a Efe, notaron un «pequeño mareo» en la pequeña, y este hecho se lo relataron al padre cuando acudió a recogerla, al término de su clase. El progenitor contó al centro que la menor recibía un fuerte tratamiento médico que la dejaba aturdida.

Al día siguiente, la niña acudió «normalmente» al aula sin que presentara ya esa sintomatología. Sus docentes decidieron esta semana poner este hecho en conocimiento de los investigadores.

«El relato de los hechos es este, que estaba adormecida, y simplemente a tenor de lo sucedido se ha contado», apuntó. Ramón García que dijo, igualmente, que la pequeña era «muy despierta» y que él llegó a compartir clase con ella, en este centro especializado.