Faltaban minutos para que terminase la sexta sesión del juicio con jurado contra María Jesús M. C., Maje, y Salvador R. L., Salva por el asesinato del marido de ella, Antonio Navarro, en la plaza de garaje de la calle Calamocha 14 de Patraix, en València, cuando detonó la bomba. Fue la madre de Maje, María Dolores Cantó, quien la lanzó, muy a su pesar, tras ser pillada en un renuncio por el fiscal Vicente Devesa precisamente mientras la interrogaba el abogado de la defensa de su hija, Javier Boix, para que se explayara tras haber afirmado instantes antes que «nadie se merece morir como ha muerto Antonio».

Dolores, que prestó toda su declaración mirando directamente al jurado —algo poco habitual en los testigos, que suelen mirar a quien le pregunta y no al lado contrario—, respondió con un «sí, cuando hablábamos, lo decíamos. No sabíamos cuántas le habían dado [en referencia a las cuchilladas]». Y empezó a describir que ambas, Maje y ella, «nos cogimos una buena llorera cuando vimos cuántas eran y cómo le habían destrozado los órganos» detalló gráficamente con la familia de Antonio sentada a dos metros tras ella, en la primera fila de las sillas reservadas al público.

"Mi madre solo reza para que no nos falles en el asunto que nos corresponde", le escribió Maje a Salva ya en prisión

Boix le volvió a dar el pie: «¿Usted no tenía ni idea?». «Para nada», contestó Dolores Cantó. Pero no se paró ahí. Continuó internándose en aguas pantanosas que complican la defensa de su hija: «Yo no sé si se ha dicho aquí, pero mi hija me contó que Salva se había escondido, ¡uy!, que se había enfrentado a Antonio, que se pelearon y que en defensa propia lo tuvo que matar».

El fiscal la cogió al vuelo: «Y esta conversación que tuvo usted con su hija, ¿fue antes de que ingresara en prisión?». Y el error: «Sí, antes de que ingresara en prisión». La respuesta cayó como una losa sobre los presentes en la sala de vistas, porque implica que la testigo conocía el asesinato de su yerno a manos del amante de su hija meses antes de la detención de esta como presunta coautora y no lo denunció a las autoridades, lo que podría constituir el encubrimiento del crimen confesado por Salvador R. L.

9

Maje y su amante se vuelven a ver ante el juez

Insinuaciones en la prisión

La relación de madre e hija y las confidencias entre ambas —«me contaba muchas cosas», dijo— centró buena parte del interrogatorio, sobre todo del fiscal y de la acusación particular, pero también del jurado. Fue Devesa quien le leyó a Dolores dos fragmentos de cartas que Maje escribió a Salva cuando ambos ya estaban en prisión pero él aún mantenía que la viuda era inocente del crimen.

«Su hija le escribió: ‘Mi madre solo reza para que no nos falles en el asunto que nos corresponde. Por aquí no quiero hablar abiertamente del asunto, pero creo que eres lo suficientemente inteligente para entenderlo’. ¿A qué se refería?», inquirió el acusador público. «Voy a decirle a usted: rezo por Antonio, rezo por Salvador...», atajó la testigo.

«No nos diga por quién reza, porque no se le ha preguntado», intervino el magistrado presidente del jurado. «No lo recuerdo. Yo no pensaba ni que iba a fallarle ni a no fallarle», corrigió secamente Dolores.

«Y relativo a los padres, su hija escribió: ‘Ellos confían en ti, y quieren que los abogados preparen una buena defensa’. ¿Por qué decía esto». «Yo de eso no sé nada», afirmó.

«Me conquistó enseguida»

A lo largo de su declaración, la madre de la acusada tuvo buenas palabras para el asesino confeso de su yerno y el trato que le dispensaba a su hija —«me conquistó enseguida, no puedo decir otra cosa», dijo del día que Salva fue a buscarla al autobús, cuando la mujer vino desde Novelda para acompañar a Maje a probarse el vestido de novia—, y mostró sin muchos tapujos su pésima relación con Antonio, del que dijo que «tenía mucho vocabulario, a mí me anulaba», que en la familia «no les gustaba para su hija» porque «no tenían nada en común» o que «la maltrataba, más de boca, porque tenía mucho desparpajo, pero también con empujones cuando la echó de casa. Ahí tuve unas palabras con él». La madre de Antonio no pudo soportar su relato y tuvo que salir precipitadamente de la sala, con lágrimas en los ojos.

Juicio caso Maje | La madre de Antonio: "Mi hijo se desvivía por ella"

Juicio caso Maje | La madre de Antonio: "Mi hijo se desvivía por ella"

A lo largo de su declaración, hizo referencia al menos cuatro veces a «los 30.000 euros que le habíamos dado a mi hija para el piso» y que empezaron a reclamar a los Navarro Cerdán al día siguiente del crimen y también habló en tono amable de los sucesivos amantes de su hija, cuya existencia conocía, admitió a preguntas del jurado. Interrogada por la acusación particular, reconoció que su hija «me hablaba de Manu, me hablaba de Tomás —’hasta la animé’, aceptó— y después de quedarse viuda, me hablaba de Jose. Me contaba que eran buenas personas y se portaban bien con ella. La suya, con Antonio, no era vida. Lo siento si suena mal. Era una relación abocada al desastre... No este, desde luego...», matizó.

Juicio Caso Maje | El hermano de Antonio: "Al día siguiente Maje y su familia ya me estaban hablando del dinero de la herencia"

Juicio Caso Maje | El hermano de Antonio: "Al día siguiente Maje y su familia ya me estaban hablando del dinero de la herencia"

«Y, ¿desde cuándo sabe lo de Salva?», le preguntó el abogado de la familia de la víctima, Miguel Ferrer. «Desde que lo matan y me entero de que a mi hija la han detenido», contestó la madre.

La testigo sorpresa de la defensa se queda en nada

La compañera de celda de Maje que utilizaron los acusados para cartearse cae en contradicciones

Una compañera de prisión con la que compartió celda Maje, quien ejerció de intermediaria para que ambos acusados se cartearan en los primeros meses de su encarcelamiento, cuando la relación entre ellos era buena, fue llamada ayer a declarar como testigo de la defensa para explicar el contenido de dichas cartas.

Salva, durante la sesión de ayer. EFE POOL/MANU BRUQUE

Resulta curioso que la única testigo que ha apoyado a pies juntillas a la acusada —ya que ni siquiera sus amigos o familiares dieron crédito a los malos tratos que decía sufrir Maje — protagonizó ayer la declaración más surrealista al incurrir en numerosas contradicciones, valoraciones personales carentes de valor alguno e incluso reconocer que algunas de las cosas que acababa de declarar las sabía porque había hablado con la madre de Maje justo antes del juicio.

«El motivo de entrar aquí se ha roto en mil pedazos. Ojalá llegue a contarte todo lo que he hecho por ella», le decía Salva en una de las misivas. Cuando la testigo trató de explicar a qué se refería con «hacer por ella», manifestó que hablaba de recados e incluso volvió a insistir en los malos tratos físicos (nadie había hablado de palizas) «la sacaba de casa cuando su marido la golpeaba». Ante esto el hermano del fallecido no pudo contenerse.

El fiscal y la acusación particular desmontaron su relato, por un lado al nombrarle a los amantes de Maje, de cuya existencia ni sabía, y al reconocer por un lado que no leía las cartas, pero admitir acto seguido que sabía el contenido por Maje.