Investigación

La secta del pederasta de Arenys de Munt: violaciones, palizas y mentiras

Nuevos testigos y afectados revelan a El Periódico de Catalunya, del grupo Prensa Ibérica, la dolorosa realidad que han sufrido las víctimas en la hípica L' Espiga durante siete años sin que interviniese ninguna administración

Luixi y el escudo de L’ Espiga.

Luixi y el escudo de L’ Espiga.

Guillem Sánchez

"¿Por qué nadie nos avisó de que lo que pasaba en esa hípica?", se pregunta, preso de la frustración, el padre de una las siete menores que han denunciado por agresión sexual a Lluís P.G., 'Luixi', el dueño de un centro de equitación de Arenys de Munt (Maresme). El Periódico de Catalunya, del grupo Prensa Ibérica, ha hablado con nuevos afectados y testigos que continúan destapando la dolorosa realidad que ocultaba el Centre Natural Eqüestre de L’ Espiga: una "secta" que atrapó a muchas adolescentes que, durante siete años, han sufrido violacionespalizasinsultos e incluso explotación laboral mientras eran silenciadas por un maltratador al que tenían "idealizado". Siete años sin que interviniera ninguna administración.

"Este hombre no puede estar con niños ni tampoco con animales", explica otra fuente estrechamente vinculada al centro en los últimos años y que ha presenciado cómo captaba a alumnas adolescentes, de entre 12 y 16 años, ofreciéndoles formar parte de su proyecto. "Les pegaba puñetazos en el hombro y rodillazos en el muslo. Les gritaba, las insultaba y les decía que no valían para nada. Yo lo he visto tirar piedras a una chica", asegura. 

Luixi contaba a los padres que se acercaban a L’ Espiga que aquello era un centro de doma natural, un lugar en el que sus hijos aprenderían equitación primando el bienestar de los caballos. Pero la verdad es que Luixi también vaciaba su carácter colérico con los animales, a los que propinaba "puñetazos" o "latigazos". Sam, un perro con el que aparece fotografiado en redes sociales, murió asfixiado porque lo dejó encerrado en un coche en pleno verano. "Está enterrado, como algunos caballos, dentro de la finca", señalan diversos testimonios. 

La manipulación

Luixi engatusaba a las familias asegurando que las niñas tenían madera para la doma y que convenía que se implicaran y acudieran más a menudo a la finca. A cambio de su ayuda, las clases de equitación pasaban a ser gratis. Los padres se tragaban el cuento del centro naturalista y creían que sería positivo para su educación. "¿Cómo íbamos a saber que no era verdad?", se pregunta una y otra vez uno de ellos, ahora que sabe que cuando Luixi se quedaba a solas con su hija, el domador comprometido y adulador, se convertía en un pederasta.

"Luixi aislaba i absorbía a las víctimas, que vivían por y para L' Espiga. Y si les veía relacionarse con otras personas, les caía una bronca", explica un testigo. "Después de los gritos, los golpes y los insultos, Luixi se acercaba a las chicas, las llamaba 'reinas' y les decía que comprendieran que todo lo hacía por su bien, que era una terapia de choque para que después montaran mejor", asegura. Ellas se lo creían, y se callaban.

Había menores que acudían casi todas las tardes entre semana, durante los fines de semana y también en verano a recibir clases y a ayudar con los caballos. Así, Luixi se iba confeccionando una plantilla rotatoria de monitoras que trabajaban para él, sin cobrar y sin contrato: limpiaban los establos, alimentaban y lavaban a los animales e incluso impartían clases a alumnos del centro mucho más pequeños que ellas. Las familias, tras la detención de Luixi por parte de los Mossos d’Esquadra el 11 de abril y su posterior encarcelamiento por orden de un juzgado de Arenys de Mar el 14 de abril, han ido tomando consciencia poco a poco del riesgo que supuso para sus hijas que este hombre las hiciera responsables de alumnos de 4 o 5 años que podían haber sufrido un accidente con el caballo.

La gran mentira

Inaugurado en Arenys de Munt en 2017, L’ Espiga se fundó entre varios socios pero acabó enseguida en manos de Luixi, que vivía en una caravana dentro de la finca, ubicada a las afueras. Disfrazado de domador animalista –incluso recibió un premio municipal por emprendedor–, ejercía un control absoluto sobre adolescentes a las que, en muchos casos, también violó, según las denuncias. Abusos sexuales perpetrados en el interior de esa caravana, en los vestuarios del centro o en el coche. Es posible que el número de denuncias aumente en los próximas días y que, además de los delitos sexuales, aparezcan menores –también niños– que acusen a Luixi de haber usado con ellos la violencia física y psicológica.

"Estamos superados por lo que vamos sabiendo poco a poco", asegura el alcalde de Arenys de Munt, Josep Sánchez, que subraya que el Ayuntamiento no sospechaba nada y que el centro tenía permiso para la actividad que realizaba. Otras fuentes, sin embargo, afirman que, agresiones aparte , resultaba evidente que Luixi vivía al margen de la legalidad: revendía caballos sin factura, cobraba las cuotas en negro, estaba perseguido por hacienda, no había federado la hípica y ni siquiera disponía de la formación necesaria para impartir equitación. "Sabíamos que era un 'mafias' y que debía dinero a la gente", admite Sánchez, "pero no lo que hacía con las menores", insiste. 

En los últimos años, los rumores sobre Luixi comenzaron a correr por el municipio pero, sin nadie que lo denunciara, L’ Espiga continuó recibiendo alumnos hasta que una familia acudió a los Mossos el pasado 10 de abril. Sin esa primera denuncia, no hubieran llegado el resto, y el centro seguiría abierto. El padre con el que ha hablado este diario no logra explicarse cómo fallaron tantas cosas y por qué, entre todos, permitieron que dejara a su hija en manos de un monstruo.

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