Un acusado del crimen de El Campello culpa a su hermano de dejarle las armas en su casa

El considerado autor material de los disparos, cuyas huellas y ADN aparecieron en el coche de los implicados, niega ser un asesino. El fiscal mantiene su acusación y las tres defensas piden la absolución

Uno de los tres acusados del crimen es trasladado por una policía a la sala de vistas.

Uno de los tres acusados del crimen es trasladado por una policía a la sala de vistas. / ALEX DOMINGUEZ

El jurado popular deliberará este jueves el veredicto del asesinato a tiros de un hombre en El Campello en septiembre de 2019 por un ajuste de cuentas por un «vuelco» de droga y deberá pronunciarse sobre la culpabilidad o no de los tres procesados después de que la Fiscalía haya mantenido hoy miércoles las acusaciones y las tres defensas hayan pedido su exculpación. Los abogados José Manuel Alamán, Roberto Sánchez Martínez y Josep Carles Reig han resaltado en sus informes que no hay pruebas para declarar culpables a los acusados.

El considerado por la Fiscalía como uno de los sicarios de Colombia contratados para matar a Mario «el francés» ha aprovechado el turno de última palabra para declararse inocente a pesar de la existencia de varias pruebas que, a juicio del Ministerio Público, le incriminan directamente en los hechos. La pistola usada en el crimen fue incautada en su domicilio de Madrid junto a otras armas y sus huellas dactilares aparecieron en un brik de zumo hallado en el coche Mini usado el día del asesinato, donde la Guardia Civil también extrajo vestigios de su ADN en el volante, a pesar de que el interior fue limpiado con el objetivo de borrar las huellas.

«Todo apunta hacia mí pero yo no asesiné a ese señor», ha señalado Luis Francisco B. al finalizar la tercera sesión del juicio en la Audiencia de Alicante. El acusado ha justificado la presencia de su ADN y huellas en el coche porque lo condujo cuando llegó a Alicante desde Madrid días antes del crimen, pero ha insistido en que no participó en el asesinato y que su única actuación fue revisar el funcionamiento de dos pistolas y un revólver al ser un experto por haber sido militar en Colombia.

Este procesado ha alegado asimismo que el día del crimen viajó a València y que al regresar luego a Madrid su hermano «me colocó las armas en mi casa». Según su versión, le dejó una bolsa donde estaban las armas y tras decirle que no le metiera en problemas el hermano le aseguró que iban a recogerlas unos días más tarde. Ha añadido en su descargo que si hubiera sido el asesino no habría dejado la pistola en su domicilio, sino que la habría enterrado, y si hubiese sido quien trató de borrar las huellas del coche no se habría olvidado del bote de zumo donde estaban sus huellas.

El fiscal ha mantenido su acusación para los tres procesados, aunque en el informe expresó que entendería la absolución de la persona que alquiló el chalé donde se alojaron los sicarios colombianos. 

Para la Fiscalía, la víctima del crimen era una «persona peligrosa que hacía vuelcos de droga a narcos» y alguien desconocido puso precio a su cabeza para matarlo. Indicó que el objetivo inicial era uno de los testigos que compareció en el juicio, el cual no podía salir a la calle por un implante de pelo y eso «le salvó la vida».

Aunque el fiscal considera que el trabajo de los sicarios «fue profesional», dos disparos -el segundo para rematarlo en el suelo-, los asesinos fueron posteriormente «unos chapuzas» porque cometieron la torpeza de limpiar el coche y dejar un bote de zumo con las huellas de uno de los acusados. Además, no recogieron un casquillo en la escena del crimen que permitió cotejarlo con posterioridad con los de las armas que tenía el acusado colombiano que vivía en Madrid y descubrir que una pistola que guardaba era la usada para matar a Mario.

Frente a las pruebas indiciarias contra el presunto sicario, el fiscal reconoció que son más escasas respecto a los otros dos acusados, especialmente en el caso del español que alquiló inicialmente el chalé de la playa de Muchavista donde se hospedaron los dos hermanos colombianos. Asimismo, se refirió al hermano del varón colombiano que está siendo juzgado para decir que está preso en Colombia por una tentativa de homicidio y no descarta que sea «un chivo expiatorio».

El abogado del acusado que realquiló el chalé al otro procesado y luego lo subarrendó a los colombianos ha destacado en su informe que no se ha probado que hubiera un acuerdo entre los procesados para matar a Mario y que su cliente Alejandro y ningún dato le sitúa en la escena del crimen. El letrado del otro español juzgado que alquiló la casa ha calificado de «elucubraciones» las acusaciones contra su cliente y ha afirmado que no hay ninguna prueba contra él. Por su parte, el abogado del presunto sicario ha indicado que colaboró en el esclarecimiento de los hechos y que la Guardia Civil no pudo afirmar que fuese el autor material, además de criticar que no se pidiera la extradición de su hermano preso en Colombia.