La Seguridad del Estado sospecha que el Kremlin mandó a mafiosos matar al piloto desertor ruso

Precedentes de crímenes por encargo en Europa apuntan a Moscú, que no habría ordenado el asesinato a agentes del servicio secreto venidos ex profeso sino a sicarios subcontratados que podrían no haber abandonado el país 

Imagen del piloto ruso Maksym Kuzminov durante una conferencia de prensa en Kiev, , tras desertar a territorio ucraniano, el pasado mes de agosto.

Imagen del piloto ruso Maksym Kuzminov durante una conferencia de prensa en Kiev, , tras desertar a territorio ucraniano, el pasado mes de agosto. / EFE

Juan José Fernández

Juan José Fernández

Ocho tiros a primera hora de la tarde, en una zona poblada, con videocámaras no previamente anuladas, con dos de los disparos fallados y un tercero no mortal, una huida atropellada en un coche robado, dejando los casquillos en el suelo… La forma en que los verdugos del desertor ruso Maxim Kuzmínov le quitaron la vida en un garaje de La Vila Joiosa ha reforzado a expertos en injerencia de la Seguridad del Estado la sospecha de que tras el crimen hay un encargo del Kremlin a mafiosos.

Es su hipótesis en la investigación que, a diversos niveles, se está llevando a cabo sobre el asesinato cometido el 13 de febrero. No tienen duda las fuentes consultadas de una inspiración o encargo directo del Kremlin, más concretamente militar, pero sí descartan una ejecución cometida por agentes con clara filiación o dependencia jerárquica del servicio secreto ruso venidos ex profeso.

Las mismas fuentes creen que el o los sicarios subcontratados podrían no haber abandonado el territorio español, y que esta podría no ser su primera misión mortal cumplida por encargo en este país. 

Difusa frontera

Desde antes del estallido de la actual invasión de Ucrania, «los rusos han diluido las fronteras entre servicios de inteligencia y crimen organizado. Hoy, dependiendo del objetivo, prefieren externalizarlo», explica una de las mencionadas fuentes, y confirma esa explicación otra, esta del ámbito diplomático, que señala cómo mafiosos rusos son utilizados por Moscú también como informantes en los países en que se implantan.

No es el caso de los envenenamientos de Alexander Litvinenko o Serguei Skripal, oficiales de inteligencia de alto nivel. El de recurrir a sicarios de grupos mafiosos es un método últimamente preferido por Rusia para atacar a disidentes y opositores de categoría inferior. Tiene la ventaja de que los autores, sin son capturados, no cuentan con trazabilidad que pueda llevar al Estado ruso y, por tanto, causar un conflicto diplomático, pero sí dejan una didáctica, un mensaje internacional claro.

Para tirar de «un proxy», la colaboración por encargo que, supuestamente, se habría empleado en el crimen de Alicante, se precisa operar en un área de arraigo de una banda rusa, con refugios para esconderse, medios propios para atacar y peones de confianza, «y la Costa Blanca y la Costa del Sol son de ese tipo de territorios», apunta la fuente diplomática. Y en esos territorios pueden permanecer aún los autores del asesinato, según hipótesis que manejan también fuentes policiales.

El mensaje

La didáctica del asesinato de La Vila está de cualquier forma extendida con eficacia. De forma acompasada, medios rusos y prorrusos de Europa occidental comenzaron a difundir el día 19 que el misterioso hombre ucraniano asesinado a tiros en era el capitán y piloto ruso de helicópteros Maxim Kuzmínov, el mismo que en agosto pasado protagonizó la más sonada deserción en la guerra: se llevó su areonave, un MI-8, cruzando el frente hasta una base de Khakiv (Jarkov), donde se entregó y aportó la nave así como documentación de inteligencia militar.

Al poco de arreglar su entrega a Ucrania, y de aparecer profusamente en la televisión explicando su oposición a la guerra, el ruso Kuzminov de 28 años se convirtió en Ihor Sevchenko, ficticio ucraniano dombasiano de Donetsk y de 33 años, según la nueva documentación que le proporcionó el gobierno de Kiev. Con ese pasaporte entró en España en octubre pasado… para terminar metiéndose en la boca del lobo: una ciudad, y un área de esa ciudad, con amplia presencia rusa.

La deserción del capitán Kuzminov les costó la vida a otros dos tripulantes del helicóptero, que murieron tiroteados por fuerzas ucranianas al no querer entregarse. Y ese detalle, calentado por el dolor de las familias rusas, llevó al Kremlin a dejar que en una televisión nacional se anunciara en septiembre que Kuzminov estaba «sentenciado».

Si de la intención propagandística del crimen forman parte unos casquillos de munición rusa que quedaron, quizá no olvidados, en la escena puede que hable en su momento la instrucción judicial.

Se ha seguido con atención en instancias de la Seguridad de Estado el ritmo y organización de la difusión del asesinato y de la verdadera identidad del asesinado, con arranque el 19 de febrero en cuentas de redes sociales, pseudodiarios y blogs de la órbita prorrusa europea. Algunas de esas terminales han afirmado sin referencia a fuentes que el ruso asesinado en Alicante tenía problemas con narcos y delincuentes.

A finales del pasado mes de enero, el gobierno italiano tuvo que salir al paso de un parecido retumbar mediático, que repicaba que el teniente coronel y enlace internacional del ejército italiano Claudio Castiglia había sido envenenado durante una visita a Ucrania. El origen de ese rumor fue la cuenta de X de la embajada rusa en Sudáfrica. El ministerio italiano de Defensa lo desmintió, asegurando que Castiglia falleció de muerte natural en territorio de Italia. 

Mirando a Lloret

Una parte de las fuentes consultadas ve un posible precedente del crimen de Alicante en el de Lloretde Mar. En la localidad de la Costa Brava fue asesinado en abril de 2022 el magnate Serguei Protosenya, dirigente del gigante ruso del gas Novatek. Su cuerpo apareció colgado de una barandilla de su chalet. En la misma vivienda estaban también, muertas a hachazos, su esposa y una hija de 16 años. 

Fuentes de los Mossos d’Esquadra confirman a este diario que barajan como principal vía de investigación la de la violencia de género y el posterior suicidio, pero no han descartado la acción de sicarios.

En la misma jornada otro dirigente de la industria rusa del gas, Vladislav Avayev, dirigente de Gazprombank, amigo de Protosenya, apareció muerto en Moscú… también junto a su mujer y su hija, todos por las balas de una pistola que el hombre tenía en las manos.

Ambos rusos perdieron la vida en una etapa en la que desaparecieron en extrañas circunstancias varios industriales y financieros de la corte de Vladimir Putin.

Precedentes con el mismo sello

Este mismo mes de febrero, el presidente ruso se negó a desmentir (ni confirmar) si trabajaba para su gobierno Vadim Krsaikov, sicario ruso convicto que mató en un parque de Berlin en 2020 al excombatiente y opositor checheno Zelimkhan Khangoshvili. Calló Putin pese a que quien le preguntó por el caso, en entrevista televisiva, era el agitador proKremlin y de la ultraderehca americana Tucker Carlson.

El 20 de septiembre de 2022, en el marco de la actual invasión de Ucrania, Vladimir Osechkin, director de la ONG especializada en denunciar el sistema penitenciario ruso Gulagu.net, denunció a la agencia France Press haber detectado que lo estaban apuntando con una mira láser. Entre que se tiró al suelo, llamó a la policía y acudieron los agentes, sonaron unos disparos en los alrededores de su casa de Biarritz, en el País Vasco francés. Desde entonces lleva protección policial.

Un proceder similar al de la guerra sucia de proxys criminales, que un Estado encargue una ejecución a mafiosos, ha sido denunciado este viernes por el político catalán Alejo Vidal-Quadras en una rueda de prensa convocada en Madrid. El que fuera fundador de Vox y vicepresidente del Parlamento Europeo ha asegurado que el intento de asesinato del que fue víctima el pasado 9 de diciembre fue un encargo del régimen iraní, que «recurre a mafias internacionales, criminales comunes y gente de la droga sin conexión directa con el régimen» para seguir con «40 años de terrorismo y asesinatos extraterritoriales».

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