Juzgado por agresión sexual a su pareja en Torrevieja con la que había pactado un calendario para tener relaciones

El acusado se enfrenta a una petición de más de diez años de prisión tras una vista oral en la que, por incomparecencia de la presunta víctima, ha habido que recurrir a su declaración en instrucción

Un momento del juicio celebrado en la Audiencia Provincial.

Un momento del juicio celebrado en la Audiencia Provincial. / Pilar Cortés

Mercedes Gallego

Mercedes Gallego

Apenas fue una relación sentimental de dos años pero lo suficientemente convulsa como para que acabara en la Audiencia Provincial, donde este jueves se ha enjuiciado a un joven por un delito de agresión sexual continuada y otro de maltrato a su expareja. Unos cargos por los que se piden más de una década de prisión y que él niega. 

La presunta víctima, novia del encausado en el momento al que se refiere la denuncia que presentó tres meses después de separarse, no ha comparecido en la vista oral. Su ausencia se ha suplido con la reproducción de la declaración que prestó en los juzgados de Torrevieja en fase de instrucción en la que relata un panorama de peleas casi continuas, celos, sexo forzado y un control obsesivo y machista por parte del hombre.

«Me decía cómo tenía que vestir, me revisaba el móvil, me iba a recoger al instituto y no me dejaba salir», contaba con claridad la chica, que superaba en poco los 18, en su comparecencia ante el juez instructor. 

Entre las restricciones que, según su relato, le imponía su entonces novio estaban «no ir al ginecólogo, porque él quería tener hijos y me decía que si iba me daría algún anticonceptivo, y tener sexo todos los días».

Lunes, miércoles y sábados

Por «el bien de la relación», explicaba la chica, «pactamos un calendario por el que teníamos relaciones tres veces a las semana: lunes, miércoles y sábados, pero había veces que no me apetecía aunque él me lo reclamaba».

La obsesión del chico por tenerla controlada, según la supuesta víctima, llegaba incluso a que en una ocasión que él encontró trabajo en una atracción de feria, «me obligaba a acompañarle y esperarle sentada en las escaleras de la atracción de seis de la tarde a tres de la madrugada. No podía ni ir a dar a una vuelta».

 La joven contó también al juez que cuando ella comenzó a trabajar en la cocina de un restaurante él la insultaba, la llamaba puta y le decía que solo quería ir al trabajo para liarse con el cocinero.

Contradicciones

El fiscal mantuvo la calificación aunque hizo constar en su alegato contradicciones en las que había incurrido la denunciante. El acusador dijo no entender que «sintiera pena y cariño por su maltrador», cree que lo que pasaba es que «tenían una relación sexual insatisfactoria» y que al final «le denunció porque después de romper estaba molesta porque se sentía acosada por él».

«Discutíamos a diario pero cuando le dejaba me decía que si no volvía con él se mataba y se ponía un cuchillo», dijo la mujer, quien enumeró los tres lugares en los que convivieron a lo largo de esos dos años, entre marzo de 2019 y mayo de 2021: en la casa de los padres de él, en la de los de ella y en otra los dos solos, «a la que nos fuimos por si la situación mejoraba». 

La defensa, que pide la absolución, incidió en que fue su cliente quien decidió romper y destacó la falta de testigos directos dado que la madre únicamente relató ante el instructor lo que su hija le había contado.