Historia de la ciencia

¿A quién pertenece la prehistoria?

La propiedad de los Mármoles de Elgin, de momias egipcias y de antigüedades indígenas y africanas, son todavía hoy objeto de controversia

Metopa de los mármoles del Partenón (447–433 AC).

Metopa de los mármoles del Partenón (447–433 AC). / Desconocido. CC BY-SA 3.0

Redacción T21

Desde los años 50 del siglo pasado se han multiplicado las demandas contra museos occidentales reclamando la devolución de objetos de arte por parte de antiguas colonias y territorios. Un debate sobre los fósiles en China revela el desencuentro entre la ciencia y la política que todavía perdura.

En los últimos años, muchas instituciones culturales y museos de Occidente han enfrentado demandas de repatriación artística.

Algunos ejemplos de objetos históricos que han sido objeto de reclamaciones científicas son los Mármoles de Elgin, las momias egipcias, los restos humanos y los objetos funerarios de los pueblos indígenas, y las obras de arte africanas.

Los Mármoles de Elgin, que desde 1839 se exponen en el Museo Británico, son quizás el caso más prominente, con numerosas peticiones para su devolución a su lugar de origen en Grecia.

Una revista de la Sociedad de Historia de la Ciencia, del autor Hsiao-pei Yen, narra la controversia no menos emblemática sobre la excavación paleontológica en el periodo de entreguerras, a través de un conflicto entre el Museo Americano de Historia Natural y el emergente movimiento nacionalista científico chino, y examina el lugar de la propiedad de los fósiles en la política global, según se informa en un comunicado.

Buscando el eslabón perdido

En las primeras décadas del siglo XX, muchos científicos estaban convencidos de que la clave para entender los orígenes humanos, el llamado "eslabón perdido", se podía encontrar en Asia Central.

Una delegación del Museo Americano de Historia Natural (AMNH) fue enviada al desierto de Gobi en busca de este gran premio intelectual y no encontró ninguna evidencia de ascendencia humana en la región, pero, a lo largo de la primera mitad de la década de 1920, envió muchos otros fósiles valiosos y reliquias arqueológicas de vuelta a Estados Unidos.

En 1928, sin embargo, en medio del cambiante panorama político de la revolucionaria reunificación de China por parte de Chiang Kai-shek, los estadounidenses se frustraron al descubrir que sus hallazgos habían sido retenidos por orden de la Sociedad de Pekín para la Preservación de Objetos Culturales (SPCO).

Las negociaciones resultantes entre los estadounidenses y los chinos inspiraron perspectivas contradictorias no solo sobre la propiedad de estos restos prehistóricos, sino también sobre la naturaleza misma de la relación entre los fósiles y la soberanía.

Los nacionalistas chinos estaban deseosos de corregir el desequilibrio histórico en los tratados sobre el comercio entre su país y las naciones occidentales ricas. El debate sobre el destino de las reliquias descubiertas en China representaba una oportunidad única para reclamar una medida de autonomía.

Desencuentro científico

Los representantes del AMNH y los de la SPCO acordaron inicialmente compartir especímenes botánicos, zoológicos y minerales, mientras que todos los materiales arqueológicos y los fósiles de invertebrados se quedarían en China, y todos los fósiles de vertebrados se enviarían a Estados Unidos, con duplicados que regresarían a su país de origen. Sin embargo, este acuerdo se rompió pronto debido a las diferencias en la interpretación de los términos y las acusaciones mutuas de mala fe.

Los chinos argumentaron que los fósiles eran parte de su patrimonio nacional y que debían ser estudiados por sus propios científicos, mientras que los estadounidenses afirmaron que los fósiles “eran parominio común de la humanidad y que debían ser compartidos por la comunidad científica internacional” (sic).

Tensiones entre ciencia y política

El artículo de Yen explora cómo este conflicto reflejó las tensiones entre la ciencia y la política, entre el cosmopolitismo y el nacionalismo, y entre el pasado y el presente.

Al hacerlo, plantea cuestiones relevantes para el debate actual sobre la repatriación, como la definición de la identidad cultural, el papel de la diplomacia científica y la ética de la investigación.

El artículo concluye que la disputa de los fósiles no se resolvió de forma definitiva, sino que se prolongó hasta la Segunda Guerra Mundial y más allá, dejando un legado de desconfianza y resentimiento entre los científicos chinos y estadounidenses que todavía perdura.

Patrimonios en el limbo

La repatriación de materiales culturales robados o saqueados a sus países de origen eclosionó en década de 1950, cuando las crudas verdades de la colonización y los crímenes de guerra contra la humanidad comenzaron a revelarse.

En aquellos años surgió un amplio deseo de restitución y las leyes y tratados para facilitar esto aumentaron en número. Las demandas de repatriación se basan en la ley, pero, lo que es más importante, representan un deseo ferviente de corregir un error, una especie de justicia restaurativa, que también requiere una admisión de culpabilidad y capitulación.

Esto es lo que dificulta las repatriaciones: las naciones y las instituciones rara vez reconocen que se equivocaron, escribe al respecto Senta German, profesora asociada del departamento de Clásicas y Humanidades de la Universidad de Montclair en NJ, Estados Unidos.

Referencia

Fossils and Sovereignty: Science Diplomacy and the Politics of Deep Time in the Sino-American Fossil Dispute of the 1920s. Hsiao-pei Yen. Isis, Volume 115, Number 1, March 2024. DOI:https://doi.org/10.1086/729176