Las casas de acogida que Cáritas tiene en la provincia han detectado que, cada vez con más frecuencia, quienes llaman a la puerta para no dormir en la calle pertenecen a un mundo diferente al del "sin hogar" clásico, que sigue existiendo pero que ahora comparte los recursos sociales con el padre de familia que recorre el país en busca de un empleo. La Casa Galilea de Orihuela lleva sólo 14 meses en funcionamiento, pero comenzó a constatar esta nueva realidad hace ya ocho: "El transeúnte que lleva años en la calle sigue existiendo, pero está cambiando, es cada vez más habitual que vengan padres de familia que han dejado sus casas y van viajando por España en busca de trabajo", apunta Charo Moreno, coordinadora de la casa Galilea.

Esa observación la ha constatado con otros enclaves de Cáritas. A nivel autonómico, el 58% de personas atendidas en estos servicios fueron "casos nuevos", y se espera que el desempleo haga aumentar las cifras (en Elche, a modo de ejemplo, en 2008 se ha atendido a un 15% más que el año anterior). De las personas que pasan por las casas de acogida, entre el 75 y 90% son españoles, más del 85% varones y la mayoría de 35 a 55 años. Pero cada vez más proliferan los hombres con cargas familiares, a diferencia de la gente que está de verdad en la calle, que suele haber roto esos lazos. "No les preguntamos de dónde vienen, pero notas que están perdidos en un sitio como este, que se ven por primera vez en esta situación de desesperación y que nunca imaginaron que tendrían que recurrir a esto", dice Moreno.

"No soy lo que tú piensas"

Empiezan a vivir lo mismo que los "sin techo" tradicional y a sensibilizarse. A menudo comentan que han sentido las miradas de la gente y han pensado: "Yo no soy lo que tú piensas". Hoy precisamente, día nacional de las personas sin hogar, el objetivo de Cáritas es que la sociedad se acerque a ellos, les conozca y entienda de primera mano la trascendencia de su situación. Desde la casa de Elche reconocen que los dos motivos que suelen llevar a la gente a la calle son "la pérdida del trabajo y las drogodependencias". Sin embargo, desde Orihuela añaden, entre otros, "rupturas matrimoniales". Las casas de acogida también reciben a gente ahogada por la hipoteca o que pierde la vivienda por las deudas o la ludopatía, que tiene conflictos familiares o enfermedades mentales. Precisamente el sur de la provincia ha recibido muchos visitantes que encajan en el nuevo perfil del cabeza de familia: "Vinieron a la recogida de fruta, pero han tenido que irse porque este año no se ha contratado a mucha gente".

Desde septiembre de 2008 se han alojado en la Casa Galilea (diez plazas) un total de 340 personas (210 en lo que va de año). En 2009, pasaron 1.308 por el centro de acogida de Elche. No son albergues, sino proyectos de reinserción que se activan en el momento de la acogida y que implican estancias de meses, aunque por propia esencia de Cáritas no se niega la entrada al "sin hogar" crónico, el que no quiere -o no quiere intentar- salir de la vida en la calle, o al que sólo precisa unos días "para arreglar un papel".

El proceso de reinserción y promoción de la persona -que llega "muy desestructurada"- es largo y costoso, y no comienza con la inserción laboral o la búsqueda de una vivienda. A veces arranca en la recuperación de hábitos, en el refuerzo psicológico o en el tratamiento de dependencias. Para todo eso se organizan talleres (español para extranjeros, inserción laboral, cocina para inmigrantes, artesanía...). Pero "el taller no es un fin, es un medio: No se trata de "tenerles entretenidos", sino de que aprendan a comprometerse, a colaborar...". En definitiva, a retomar el ritmo de una sociedad en constante cambio que provoca con sus crisis, cosas de la vida, que el día menos pensado le toque llamar a la puerta a cualquiera.