El médico, Luis Rivera Pérez, será enterrado hoy en su localidad natal, Guardamar del Segura, tras fallecer el miércoles en Alicante a los 97 años. Previamente tendrá lugar la celebración de una misa córpore insepulto a las 12 horas. La corporación municipal celebrará a las 9.30 horas un pleno extraordinario donde decretará tres días de luto oficial por la muerte de Rivera, nombrado Hijo Predilecto en 2006, y que fue durante la posguerra "médico rural en Guardamar", periodo de su vida que dejó plasmado en uno de los libros que escribió.

El secretario del Colegio de Médicos de Alicante, Francisco Bellvert, recordaba ayer a Rivera "como uno de los médicos más prestigiosos de la medicina alicantina". Nacido en Guardamar del Segura en 1913, Rivera estudió medicina en Madrid, especializándose en Endocrinología. De hecho, Luis Rivera fue durante unos años el único Endocrinólogo de la Seguridad Social que ejercía en la provincia de Alicante. Durante su carrera fue coronel médico del Ejército del Aire y director general del Hospital Provincial de Alicante durante más de 35 años. También estuvo al frente del Colegio de Médicos entre los años 1974 y 1980.

Pero al margen de su carrera profesional dedicada a la medicina, Rivera destacó en otros muchos campos. En este sentido, Francisco Bellvert destacaba ayer un párrafo extraído del prólogo de uno de sus últimos libros: "Una vida de vocación y entrega a la medicina en todas sus facetas: humanista, docente, asistencial, científica...".

En el plano humanista, el galeno fue miembro del Instituto de Estudios Alicantinos y de la Asociación Española de Médicos, Escritores y Artistas. También fue autor de libros científicos y humanistas como "Tres aspectos del enfermar", "El fuego en las fiestas alicantinas o "Semblanza humana del cáncer".

Su última publicación, prescisamente autobiográfica, vio la luz en el año 2007 bajo el título "Historia de una voluntad", que fue presentada en el Casino de Alicante.

Considerado por sus paisanos como una persona llana y muy accesible se le recuerda sobre todo por su gran calidad humana.

Durante muchos años multitud de humildes familias recibieron su desinteresada ayuda médica en su clínica privada y en el hospital. Además de ser nombrado Hijo Predilecto de la ciudad, una de las calles de Guardamar lleva precisamente su nombre.