Salvador Muñoz quería ser Antonio Molina y cantó como él ayer sobre el escenario del Teatro Circo. María Vicente y Narciso Sánchez se dieron el "sí quiero", Victoria Fenoll protagonizó un baile oriental que dejó al público boquiabierto y con una sonrisa imborrable colgada de los labios, Jaime Perea se convirtió en un pintor famoso... Así poco a poco 14 usuarios del Centro Ocupacional Oriol, personas con distintos grados de discapacidad intelectual, representaron ante un público entregado la obra de teatro "Sueños", un guión original que recoge algunas de sus aspiraciones en la vida. Precisamente la obra nació de varios meses de trabajo en mesas redondas en las que las conductoras de este taller, Carmen Verdú y Mari Carmen Soriano, les dieron vía libre para contar con qué sueñan. El torrente de ideas obligó a seleccionar las más frecuentes y a dejar algunas por el camino, como la de "aprender a conducir". Finalmente el guión incluye cuatro, las más repetidas: Ser famoso, ser artista, viajar, o casarse y tener un hogar.

"Estoy nerviosa, ¡dame una tila!" decía una de las actrices antes de subirse al escenario. Aunque son ya actores experimentados (llevan 12 o 13 años estrenando obras con gran éxito de público), las mariposas del estómago antes de que se abra el telón no se pueden evitar. María José Cuartero y Maite Vegara ocuparon el lugar del hada y el duende, Maribel Fernández hizo de narradora y también cogió la maleta para ir de viaje a La India, a China, a Grecia... José Carlos Mojica fue el padrino, Lola Marcos la madre de la novia, Fernando Vicente y Elena Fernández hicieron de invitados a la ceremonia, Manuel Fuentes admiró los cuadros del pintor famoso y María Dolores García practicó "tai-chi". Con toda esta mezcla de sueños y de papeles, cada uno aportó lo que sus capacidades le permiten.

Esfuerzo

Apenas dos o tres de ellos pueden memorizar un texto, pero todos realizaron el gran esfuerzo mental de recordar el guión, una coreografía o la posición en la escena. En los ensayos encontraron la motivación para hacer estiramientos o trabajar la pronunciación y la voz. Porque "el teatro tiene mucho de terapéutico", señala Carmen Verdú. Cuando cae el telón "siempre preguntan "¿cómo lo he hecho?", buscan un refuerzo positivo", y cuando todo sale perfecto "se sienten eufóricos, importantes, capaces...". El aplauso del público les reconforta especialmente, y también que ya les han salido más "bolos": En dos días en Ibi, buscarán fecha para ir a Torrevieja y volverán al Teatro Circo en diciembre por el Día de la Discapacidad, como les pidió el edil de Bienestar Social, Emilio Zaplana.