La mejor escuela que hay es la calle y de eso puede dar fe el empresario Ángel Fenoll. Éste basó ayer buena parte de su defensa en un juicio, en el que se le reclaman 90.000 euros por injurias graves con publicidad, en que "no sé leer, lo más firmar" por lo que es casi inverosímil que pudiera cometer el delito privado del que le acusan. Fenoll se le dijo a la magistrada a preguntas del letrado del querellante y también cuando se lo reiteró su abogado, José Luis Zambudio, quien además lo utilizó como argumento de peso a la hora de pedir la absolución de su cliente en el trámite de conclusiones. El juicio de ayer en un Penal de Orihuela es el único "coletazo" que quedaba en los juzgados oriolanos de aquellas grabaciones que en marzo de 2006 se repartieron entre los medios de comunicación y en las cuales el entonces concejal Jesús Ferrández había admitido en el transcurso de una comida con Fenoll (y "entre dos copas de vino" -dijo ayer el dueño de Colsur-) que la contrata de las basuras en favor de Urbaser estaba amañada, favoreciendo a políticos con el reparto de 300 millones de pesetas (1,8 millones de euros). El escándalo fue tan mayúsculo que obligó al entonces alcalde, José Manuel Medina, a paralizar un contrato que no salió hasta dos años más tarde (siendo alcaldesa Mónica Lorente). Mientras tanto, Fenoll, quien era el adjudicatario del servicio en esos momentos, siguió cobrando del Ayuntamiento a razón de 500.000 euros al mes.

Fenoll admitió ayer que grabó a Ferrández gracias a un aparato digital que llevaba en el bolsillo de la camisa para asegurarse el tener una prueba fehaciente del apaño que le permitiera paralizar una licitación en la que su empresa había quedado en tercera posición del concurso. El empresario declaró que antes de esa fecha Ferrández ya le había comentado el fraude por lo cual lo citó al ágape sólo con el objeto de grabarle y obtener una prueba para, ayer dijo, "irme al fiscal Anticorrupción" y levantar las alfombras del Ayuntamiento de Orihuela.

El 22 de marzo de 2006 y de la mano del polémico empresario se repartieron como rosquillas entre periodistas de la provincia copias de la grabación realizada por Fenoll de aquella comida en formato DVD y acompañadas de la transcripción de las mismas que había realizado Javier Bru, entonces concejal de Turismo en Albatera y persona próxima a Fenoll, con el que tiene negocios. Bru dijo que realizó el trabajo junto a otras dos personas que ayer no estaban citadas a juicio. Pero de lo que dijo Ferrández a Fenoll en aquel ágape se cometió en la transcripción al papel un desliz que no era menor porque se decía que un destacado empresario oriolano se gastaba cada noche que salía "3 o 4 millones de pesetas en cocaína y prostitutas" y se equivocaron de nombre. Y el que aparecía, sin quererlo ni beberlo, se vio al día siguiente en los periódicos en medio de una supuesta trama de corrupción para adjudicar a una determina empresa las basuras de Orihuela y él como un hombre de vida disoluta. Para más "inri" en aquellos momentos era socio de Fenoll en Canal 34 y, aunque al día siguiente se rectificó en los medios y el abogado de Fenoll llamó en su nombre disculpándose, éste decidió presentarle una querella por injurias con publicidad. Ayer le reclamaba 90.000 euros de indemnización por daños morales y una pena de multa de 10 meses a razón de 50 euros al día.

Imputaciones

En eso han quedado las graves imputaciones que Ferrández realizó en aquella comida porque el fiscal que se hizo cargo del caso tres meses más tarde, Felipe Briones, no evitó el archivo de aquellas iniciales actuaciones, denominadas por la Policía como "caso Brugal", que al cabo de cuatro años se han convertido en la investigación de supuesta corrupción más grave de la historia de la provincia tras desgajarse en 17 causas distinas (algunas ya archivadas). Pero de aquel origen no quedaba más que lo que ayer se resolvió en el juicio.

Error

El abogado del querellante no logró en su interrogatorio que Fenoll admitiera dos cuestiones que eran importantes: que él había ordenado la transcripción de las cintas y había convocado a los periodistas para repartir las transcripciones; de hecho, Javier Bru, quien acudía como testigo, se culpó del error de cambiar un nombre por otro y el propio letrado Zambudio de ser la persona a la que se le ocurrió que había que transcribirlas para "llevárselas al fiscal y facilitarle el trabajo", dijo erigiéndose en mitad del proceso en un improvisado testigo de su cliente y asegurando que él mismo había llamado a Fiscalía para ofrecerlas (tardaron tres meses en citar a Fenoll para declarar por ellas).

El abogado del querellante, López Coig, en cambio, tuvo una visión muy distinta de las cosas y llegó a la conclusión que el único objetivo que tenía Fenoll con la difusión de las cintas era que "se formara un escándalo mayúsculo", independendientemente de que su cliente se pudiera convertir en una víctima, máxime "porque Fenoll ganó 10 millones de euros los dos años siguientes al no adjudicarse la basura" a Urbaser. El juicio quedó visto para sentencia. El querellante, quien ayer se chocó la mano con Fenoll minutos antes del juicio, no tuvo reparos en admitir que al cabo de seis años de aquellos hechos -siempre la lenta justicia- ha pasado del odio y la venganza a través de la querella a haber aprendido a vivir con ello. De hecho, meses más tarde, Fenoll le compró su parte de Canal 34 e igual hizo con el resto de empresarios que formaban aquel "lobby" de presión para quedarse como amo y señor de uno de los medios de comunicación con más repercusión en la comarca.

Ángel Fenoll, quien ha tenido varios ingresos hospitalarios los dos últimos años, se mostró muy lúcido en todo el momento durante el juicio, sin caer en las trampas que tienden los abogados a los acusados. Sólo desfalleció un momento para pedir con educación a la jueza que le dejara beber agua. Cuando ésta lo autorizó sorbió un trago y, acto seguido, casi como un gesto de agradecimiento, le dijo: "Es que, ¿sabe?, voy "empastillao"".