El año hidrológico que termina el próximo 30 de septiembre puede ser uno de los diez que más aportaciones han dejado en los pantanos del Segura desde 1930, cuando se iniciaron los registros históricos. Las lluvias registradas en la cuenca en los once primeros meses del ejercicio que está a punto de acabar han aportado ya casi 800 hectómetros cúbicos, a los que habrá que sumar los caudales que aún entrarán en los embalses a lo largo de este mes. Por poco generosas que sean las tormentas anunciadas, el año 2012-2013 casi triplicará las aportaciones medias que ha recibido el Segura desde 1980, lo que permitirá cerrar el balance anual con unas reservas que no se alcanzaban desde hace 50 años. La cuenca se encontraba a principios de semana al 67% de su capacidad, según los datos de Medio Ambiente, aunque este porcentaje incluye los 72 hectómetros cúbicos pertenecientes a los regantes del Trasvase Tajo-Segura, que utilizan los mismos pantanos.

La Confederación Hidrográfica del Segura contabilizaba al acabar el mes de agosto 651 hectómetros cúbicos en los embalses de la cuenca, 278 más que había hace doce meses. Las previsiones para el cierre del año mejorarán incluso los registros de los dos ejercicios anteriores, que terminaron con más de 600 hectómetros cúbicos, cuando la media de los diez últimos años está en 314.

Este ejercicio ha sido uno de los más generosos que ha conocido la cuenca del Segura en medio siglo, porque desde principios de los años 60 no se había producido en la Región una temporada tan lluviosa en la cabecera de la cuenca que ha obligado a desembalsar agua de los pantanos en los meses de primavera. Las aportaciones del mes de noviembre alcanzaron los 82 hectómetros cúbicos, mientras que en marzo entraron 213 hectómetros cúbicos, y en abril, 132, las terceras más altas de la serie. La media anual desde 1980 está en 310.

Aunque las tormentas y el deshielo provocaron algunas riadas que llegaron a inundar las márgenes del Segura y de sus afluentes y provocaron avenidas en algunos municipios de la Vega Alta y de la provincia de Albacete, los daños causados por estos desbordamientos apenas si tuvieron importancia si se comparan con los beneficios que ha proporcionado la posibilidad de regar sin ningún tipo de restricciones e incluso de dejar correr el agua por las acequias para que se limpiaran los cauces, cuando se llenaron los pantanos y fue necesario desembalsar por motivos de seguridad.

El presidente de la Confederación Hidrográfica, Miguel Ángel Ródenas, se lamenta de que no fuese posible almacenar un mayor volumen de agua en los pantanos y apuntó la necesidad de rescatar el proyecto de recrecimiento de Camarillas, una obra que lleva décadas a la espera de que se desvíe el tren del borde del pantano, con la entrada en funcionamiento de la variante de Camarillas. Fuentes de la Confederación recordaron igualmente que las alegrías de los últimos años no deben hacer olvidar la necesidad de economizar al máximo los caudales, dado que en la década anterior llegaron a cerrarse algunos años con apenas 50 hectómetros cúbicos en los pantanos, lo que significa que hay más lodo que agua.