Si lo que está ocurriendo con la ORA (Ordenación y Regulación del Aparcamiento) en Orihuela es un mal sueño o bien una pesadilla eso es algo que sólo lo puede resolver el concejal de Infraestructuras, Paco Sáez Sironi (PP), quien ayer confirmó que Esma Park SL, la mercantil que lleva seis años gestionando este servicio sin haber ingresado un sólo euro en el Ayuntamiento de los más de 450.000 euros que se le reclaman, se ha negado a finiquitar el servicio alegando que aún no se ha cumplido la prórroga, que esta vence el 30 de noviembre de 2009, porque ese día fue cuando comenzó a prestarlo y no el 11, que fue cuando se firmó.

Y eso se supo ayer, cuando Orihuela había amanecido con todos los parquímetros precintados porque el Ayuntamiento entiende, siguiendo a sus técnicos, que si el contrato se firmó el 11 de noviembre de 2009 tenía vencimiento ese mismo día de 2015 y, como aún no se ha adjudicado el nuevo, lo único que podía hacer era precintar las máquinas, permitir a todo el mundo aparcar gratis en la «zona azul» y resolver cuando antes el nuevo procedimiento administrativo de licitación que, si no falla nada, podría ser una realidad el próximo lunes. Otra cuestión es cuándo se formalizará para que la nueva empresa se haga cargo del servicio.

Pero la situación que se ha creado no es fácil de resolver porque la adjudicataria, como considera que el contrato no ha concluido, se ha negado a entregar las llaves de los parquímetros que pasarán a propiedad municipal (y se los quedarán la nueva contrata a cambio de otros más modernos). Ni que decir tiene que Esma Park tampoco ha entregado por igual motivo los dos vehículos -un ciclomotor y una furgoneta- que prometió que adquiriría para garantizar reparaciones de las máquinas y la recaudación. Estos deberían pasar al parque móvil municipal y tampoco están, según un informe realizado el pasado julio que detectó esta irregularidad del contrato.

Pero lo peor no es sólo eso. Es que al precintarse los parquímetros no hay trabajo, los empleados no saben qué hacer o a qué atenerse porque la empresa les dice que sí y el Ayuntamiento que no, mientras los conductores, ajenos a todo esto y viendo precintada la zona azul comenzaron a colapsar el centro de Orihuela y a aparcar en lugares que rara vez se llevaban de la zona azul, lo que motivó la presencia de la Policía Local y, especialmente, de la grúa. Según los conductores las multas se multiplicaron y los arrastres en doble fila para evitar el colapso.