Los refranes más arraigados sobre condiciones meteorológicas ya no son de fiar. Antes, cuando en Torrevieja comenzaba a soplar de levante, se decía: «Levante, agua por delante». Y llovía. El pasado fin de semana la «estropá» de viento fresco del noreste, que aquí llamamos genéricamente levante, estuvo zarandeando la costas tres días y tres noches y no llegó a caer una gota.

Debe ser por lo del cambio climático, pero desde el comienzo del año resulta difícil recordar un fin de semana con buen tiempo en la mar, y para el actual se pronostica desatados vientos de mastral. Las gentes que madrugan para salir a la mar, profesionales o aficionados, también cuentan con un aserto aplicable a este tiempo: «Con mastral, vuélvete a acostar». Éste no falla.

Escribo de aquellos tiempos en los que se salía a la mar embarcados en botes con uno o dos pares de remos. La fuerza y pericia de los brazos fue sustituida por mejores embarcaciones y fiables motores. Hoy en día los botes de remo que todavía se conservan son reliquias del pasado.

Al hilo de los refranes me viene al pelo otro, aquel de: «Lo que dé tu mano derecha que no se entere la izquierda». Me refiero a las «paguicas». Ya están siendo entregadas a sus destinatarios mediante domiciliación bancaria sin necesidad de rendir pleitesía a ningún capitoste.

Ha sido fulminada toda la parafernalia, el circo de medios informativos locales, una semana sí y otra también, para pregonar y ofrecer imágenes del entonces alcalde de Torrevieja, Pedro Ángel Hernández Mateo, y de su sucesor, Eduardo Dolón, el breve, entregando en mano a los beneficiados una dadiva municipal como si las pagaran de sus bolsillos.

Las llamadas «paguicas» fueron un acierto de Hernández Mateo cuando el Ayuntamiento torrevejense dejó de ser más pobre que una rata. Se entregaban y se siguen entregando a pensionistas y jubilados con escasos ingresos económicos.

Sé que en más de una ocasión se llegaron a conceder a quienes no les correspondían porque andaban bien de recursos económicos. Se otorgaban por aquello del «cuñaísmo» imperante durante el «Pedrismo» y el fugaz paso del «Eduardismo»

Durante muchos años, y por tandas, las personas mayores ataviadas con la ropa de domingos acudían, cuando les tocaba el turno, a recibir el sobre con el dinero de la ayuda municipal junto con el efusivo apretón de manos de alcalde o del concejal de turno. Como en otros fastos organizados por el Partido Popular de la localidad, la situación creada a la hora de hacer efectiva esta ayuda social resultaba, en ocasiones, esperpéntica. Abundando en este tema se puede dar la circunstancia de que el abono de las tan llevadas y traídas paguicas se regularice. Se han concedido ahora las correspondientes al año 2014 y se espera poder hacer efectivas las del pasado año e incluso del actual.

Son en total mil doscientos los beneficiarios que perciben unos cuatrocientos euros anualmente por esta medida social que, como los hechos han demostrado, no resultaba tan difícil el dejar de entregarlas en mano. Fuera besamanos.

«Cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar». Resulta que en Torrevieja, como casi todo en este pueblo parece haber ido manga por hombro, la Concejalía de Urbanismo cerró el otro día el Centro de Oportunidades del Corte Inglés de la calle Apolo. El hecho escandalizó a la llamada opinión pública calificándolo a grito «pelao» de atropello porque el establecimiento fue desalojado -no por el peligro durante años de que no contara con medidas se seguridad contra incendios-.

Por lo visto el personal sigue pensando que el consistorio tiene bula para hacer lo que le dé la gana. De entrada, la firma comercial carecía de licencia municipal de apertura y, para conseguirla, debería cumplir con ciertos requisitos. Cumplidos todo ellos, ha reabierto sus puertas en cuestión de horas y quienes pusieron a parir a la edil del área se han tenido que se tragar sus sapos y culebras. Suele ocu rrir cuando se habla sin saber.