La retirada o no de la Cruz de Callosa es para muchos algo más que una cuestión de pensamiento o ideología, se trata de un sentimiento. Tanto los partidarios de su retirada, a los que les «duele ver cada día esa Cruz», como los que exigen «que se respete su carácter religioso», poseen argumentos que van más allá de la razón. La prueba está en que las lágrimas hicieron acto de presencia en numerosas personas que aguardaban el viernes en la Plaza de España de Callosa para impedir que los operarios se llevaran el monumento. De hecho, Begoña Molina, una de las integrantes de la plataforma en defensa de la Cruz de Callosa, apenas podía articular palabra cuando salió de la reunión que durante más de dos horas mantuvo con el equipo de gobierno. Tampoco el portavoz de la plataforma, Antonio Illán, podía esconder esa mezcla de nerviosismo, emoción, y cierta relajación al conocer la tregua que se les había dado.

Pero no fueron los únicos. Abrazos y lágrimas recorrieron la Plaza en cuanto todos los congregados supieron la noticia. Lágrimas que en algunos casos comenzaron incluso cuando los operarios bajaron del camión las pocas vallas que lograron colocar en un intento fallido por desmontar la cruz. La tensión vivida días atrás explotó el viernes, y la propia Molina pidió «a aquellos que nos apoyan abandonar esta contienda», al dejar la situación «en tablas» hasta pasar la Navidad.

Illán también llegó a reconocer que la situación, con un nivel de crispación y de sentimientos a flor de piel, «se nos ha ido de las manos a todos». En el transcurso de la mañana del viernes, un hijo de uno de los nombres que aparecen homenajeados en la Cruz, pedía al alcalde una reunión para trasladarle «que estamos hablando de sentimientos que llevamos muy adentro». Unos sentimientos, espetaban los partidarios de su retirada, «que son los mismos que quienes sufrimos las acciones que los de aquí -en la cruz- homenajeamos, y que son los mismos pese a la retirada de la placa con los nombres». Sentimientos a flor de piel que se reavivarán al pasar las navidades cuando haya que tomar una decisión definitiva.