La desembocadura del río Segura presentaba ayer un aspecto insólito. A rebosar pero con varios metros de margen de capacidad desde el puente de la Nacional 332 hasta el mar. El Ayuntamiento retiró las presas que sirven habitualmente para retener los residuos que llegan desde acequias y azarbes de todo el sistema de riego tradicional para liberar el enorme caudal de toda la cuenca del Segura, que ha recogido hasta 150 litros por metro cuadrado desde el pasado viernes.

El temor de que el temporal marítimo impidiera la salida de la avenida al mar no se cumplió. Tampoco lo residuos arrastrados por las riadas impidieron que evacuara la ribera, en una jornada en la que, al margen de la imponente imagen del agua, no había restricciones de paso a los pescadores y vehículos en los márgenes del río. El cauce del Segura, transformado en humedal en estos últimos 30 años, superó ayer con creces, una prueba de fuego.