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Una catástrofe sin precedentes

La Vega Baja, un año después de la DANA

Los trabajos para arreglar los daños más urgentes que provocó la gota fría de 2019 están casi acabados. Pero quedan las obras necesarias para minimizar los efectos de nuevas lluvias torrenciales, y los alcaldes se quejan de que las ayudas no llegan

La principal obra realizada desde la DANA ha sido la reconstrucción del muro de contención del río en Almoradí, que se rompió provocando la riada, y que ha acometido la CHS.

Jueves 12 y viernes 13 de septiembre de 2019. Unas fechas que nunca olvidarán quienes viven en la Vega Baja, como tampoco lo harán de una sigla que ha pasado a formar parte, desgraciadamente, de la historia de la comarca: DANA. La depresión aislada en niveles altos que atravesó el sur de Alicante hace casi un año dejó cifras de esas que ponen los pelos de punta: 2.800 hectómetros cúbicos precipitaron en toda la cuenca del Segura (el triple de lo que es capaz de embalsar), 400 litros por metro cuadrado, 3.000 millones de euros en pérdidas, 5.000 rescates y, lo que es más importante, la pérdida de tres vidas humanas y miles de familias que se quedaron sin bienes y con sus viviendas destrozadas. El fuerte estruendo de las lluvias torrenciales y de los gritos desesperados de quienes se quedaron atrapados en sus lugares de trabajo, sus viviendas o sus coches, dieron paso a un silencio absoluto en la comarca cuando el sábado 14 los primeros rayos de sol dejaron ver una estampa desoladora, una Vega rota, cuyo dolor siguió los días posteriores con las dos roturas del muro de contención del río Segura en Almoradí, que provocaron las peores riadas en 140 años y dejaron el corazón de la comarca inundado.

La falta de un mantenimiento adecuado en infraestructuras vitales como la mota del río, el canal del trasvase y la limpieza de la cuenca, llena de maleza y cañas en muchos tramos, así como la nula previsión de que algo así pudiera suceder, con la ausencia de un encauzamiento de ramblas como la de Abanilla, fueron claves para que la «tormenta perfecta», como la define el catedrático y director del Instituto del Agua y las Ciencias Ambientales, Joaquín Melgarejo, dejara unos cuantiosos daños. No hay que dejar de lado que la Vega Baja es una zona inundable, circunstancia que no se ha tenido en cuenta con el urbanismo depredador que se llevó a cabo en las décadas de los 90 y los 2000.

La semana que viene se cumple un año de esta catástrofe y, aunque se ha avanzado en cuanto a mantenimiento, limpieza y reparaciones (prácticamente hechas las más urgentes), queda todo por hacer en cuanto a las infraestructuras y las medidas necesarias para minimizar los daños que pudiera provocar otra gota fría similar. El río, eso sí, está más limpio que nunca, algo que hay que agradecer a la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), el patito feo en esta historia y al que todos echan muchas de las culpas de lo que pasó (y no les falta razón, en cierto sentido). Ahora va haciendo los deberes con el 85% de las obras de emergencia ya concluidas, como la reconstrucción del muro de contención en Almoradí que se rompió.

Vista aérea de la Vega Baja, anegada, tres días después de la DANA y del desbordamiento del río. Áxel Álvarez

Inversiones

La Generalitat, por su parte, ha invertido unos 70 millones de euros en la comarca, y otros tantos que tiene previstos, más lo que destinará para hacer efectivas las obras del Plan Vega Renhace, que necesitará, sí o sí, de la inyección de fondos europeos (el Consell ya tiene concedido un crédito de 100 millones otorgado por el Banco Europeo de Inversiones, y 18 millones de euros del Fondo de Cohesión de la UE). Desde el ejecutivo valenciano dicen que se marcaron un triple objetivo: reparar las infraestructuras dañadas, habilitar ayudas para los particulares que se vieron afectados y preparar un plan de futuro que aumentase la resiliencia de la comarca.

El gobierno de Ximo Puig destaca los 4,8 millones invertidos en reparaciones de centros educativos, 3,5 para daños en centros sanitarios de la comarca, 13 para infraestructuras de regadíos y caminos agrarios, 10 para arreglo de carreteras y 7,3 para que los consistorios pudiesen compensar los gastos extraordinarios. Además, en cuanto a las ayudas a los afectados, ha desembolsado casi 17 millones para bienes de primera necesidad, 887.000 euros para 339 expedientes de daños en viviendas, 500.000 para ayudas de alquiler a quienes tuvieron que irse se sus casas, 238.000 para sustitución de vehículos y 6 millones para créditos a empresas a través del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF).

Los ayuntamientos, mientras, han ido arreglando lo que sus presupuestos han permitido, pero se quejan de que no han llegado las ayudas que se anunciaron.

Críticos

Uno de los más críticos es el alcalde de Orihuela, Emilio Bascuñana (PP). «Después de estar un año reclamando incansablemente, seguimos sin un plan de infraestructuras hidráulicas, no se han concretado los proyectos que necesitamos ni se ha explicado cómo se van a financiar. No se puede seguir vendiendo humo, precisamos obras y realidades ya», señala. Entre las actuaciones que reclama están la laminación de la Rambla de Tabala y la Rambla del Derramador, y barrancos de la Dehesa de Pinohermoso, Sierra de Hurchillo y Monte de San Miguel, así como el encauzamiento de la Rambla de Abanilla, el refuerzo de laterales de la Rambla Salada y de las motas del Reguerón o el Azarbe Mayor de Hurchillo. Bascuñana exige una limpieza anual del río, el aumento del canal y la solución a su paso por Orihuela y Rojales.

«Lamentablemente, queda prácticamente todo por hacer. No se ha llevado a cabo ninguna de las infraestructuras hidráulicas necesarias y demandadas por Orihuela. La CHS sólo ha hecho reparaciones, la Conselleria de Agricultura sólo ha realizado arreglos en el Reguerón de Hurchillo, y el Juzgado Privativo de Aguas está limpiando el Reguerón», afirma el regidor.

El alcalde oriolano recuerda esas fechas con gran tristeza. «Fueron unos días, pero sobre todo unas noches, muy complicadas, que no le deseo vivir a ningún alcalde. Ver tu municipio inundado, incomunicado, el miedo y la impotencia en el rostro de tus vecinos...», no puede acabar. Un olor se le ha quedado marcado en la pituitaria: «el barro seco que impregnó nuestro municipio durante meses».

A la regidora de Redován, Nely Ruiz (PP), no se le olvida la imagen de las familias que viven en la ladera de la sierra. «Esas personas, la mayoría mayores, no querían abandonar sus casas y prácticamente tuvimos que obligarlas a desalojar, ya que sus vidas corrían peligro. ¿Se imaginan ver a sus vecinos llorando desesperados, aferrados a lo único que pudieron salvar?», dice compungida. A partir de ahí, todo fueron problemas. «Recuerdo la madrugada del jueves al viernes como si fuese ayer, rezando para que el tiempo fuese a mejor, pendiente de los partes meteorológicos, pero volvió a llover y hubo llamadas de vecinos desesperados pidiendo ayuda para salir de sus casas, el albergue lleno y la angustia de no saber cuándo el agua nos iba a dar una tregua».

El Ayuntamiento de Redován ha llevado a cabo la canalización de una de las calles más afectadas por la DANA por valor de 50.000 euros, además de solicitar a la Diputación la ampliación del colector en la zona sureste del B-4, por 250.000 euros.

Sin agua potable

En Almoradí no olvidan las inundaciones de 8 hm3 provocadas por la lluvia, y los 11 por la rotura del río, que provocó que se rompiera la tubería general, lo que dejó a los vecinos varios días sin agua potable. «Las consecuencias de estos terribles sucesos unidos fueron que estuvimos aislados durante dos días porque la inundación rodeaba todo el municipio, con casi 1000 viviendas habituales que estuvieron inundadas, y tuvimos que estar llevándoles agua potable y víveres a muchas familias porque no tuvieron tiempo de salir de sus casas y buscar un lugar seguro», recuerda la alcaldesa de Almoradí, María Gómez (PP). También se inundaron 300 empresas del polígono industrial. «Estuvimos 4 o 5 días ininterrumpidamente reparando la rotura del río y suministrando agua potable por medio de cubas, como hacía muchos años que no se veía», explica.

«A día de hoy quedan muchas casas por reparar y muchos recuerdos por recuperar para muchas familias afectadas. Y, sobre todo, nos queda mucho temor cuando vemos que se avecinan nuevas lluvias», dice la regidora, quien considera fundamental el encauzamiento de la rambla de Abanilla para dar una solución estable a las lluvias que se produzcan en la Vega Media y Baja y aportar solución a que el río no soporta en el cauce el agua que baja en momentos de lluvias torrenciales.

En el municipio más pequeño de la comarca no lo pasaron mejor. Daya Vieja sufrió las peores inundaciones que recuerda. Para su regidor, José Vicente Fernández (Compromís), es primordial poner en marcha el plan hidrológico comarcal y, a nivel local, el plan de emergencia y la limpieza y adecuación de azarbes, caminos y aliviaderos de la CV-860. Su llamamiento desesperado, entre lágrimas, de ayuda a su municipio, en un vídeo de INFORMACIÓN, fue viral. «Tuvimos daños de más de 300.000 euros, la mitad del presupuesto del pueblo, y denuncio la inacción del Gobierno central y de la Diputación, ya que un año después no hemos recibido ninguna ayuda».

Dolores fue uno de los municipios más afectados por la riada. En solo unas horas quedó incomunicado. «Es la vez que más agua he visto caer. En 1987 acompañé a mi padre a visitar la zona inundada y no había tanta agua», señala, aún perplejo, su alcalde, Joaquín Hernández (PSOE). «Si algo positivo hemos podido sacar de la DANA es que supuso un máster en la gestión de catástrofes, en la coordinación con los distintos cuerpos y fuerzas de seguridad, y la solidaridad de las personas, que descubrió el lado más humano», indica. Hernández lamenta que «el cauce del río llevaba años sin desbrozarse, ni limpiar como se debiera, y a eso le sumamos que se desbordó el río con 20.000 litros por segundo, y el desembalse de agua del pantano de Santomera».

El alcalde dolorense tiene claro que «esto no puede volver a ocurrir nunca más». «La reconstrucción que se haga de las infraestructuras, ha de hacerse pensando en evitar este tipo de catástrofes. Hay que invertir en tecnología, aumentando así la seguridad de todos nosotros, no podemos vivir con el miedo en el cuerpo, a expensas de que empeore el tiempo», señala. Y pone énfasis en que «fueron días en los que toda la corporación fuimos a una, sin importar los colores políticos», como sucedió en todos los ayuntamientos, y entre alcaldes de distinto signo, algo que parece haberse olvidado 12 meses después.

Mario Urrea, en su despacho de la CHS, en Murcia. Tony Sevilla

Presidente de la confederación hidrográfica del Segura (CHS)

Mario Urrea: «Aunque el río hubiera estado totalmente limpio, se hubiera desbordado igual»

La Confederación Hidrográfica del Segura ha invertido en un año 16.017.197 euros en obras de reparación por los daños de la DANA y en la limpieza del cauce del río Segura. Están ejecutados el 85% de los trabajos urgentes. A esta cantidad se unen los 4 millones del contrato a Tragsa para limpieza de ramblas y del río Nacimiento en Orihuela Costa. El organismo quiere resaltar su compromiso con la comarca tras las críticas recibidas por su gestión antes y después de la gota fría. Su presidente, Mario Urrea, se defiende.

P ¿Cómo recuerda esos días?

R Fueron muy intensos y duros y una vez que ha pasado un año y se ha visto la magnitud de a lo que nos enfrentamos, vemos que hubo una respuesta adecuada al problema que supuso esa DANA, que fue brutal desde el punto de vista del agua que puso en el dominio hidráulico.

P ¿Qué se ha hecho en un año?

R Todo lo que son los cauces está al 90%, excepto Guardamar que ha tenido un retraso por cuestiones ambientales, y queda el embalse de La Pedrera que ha habido que cambiar elementos electromecánicos y tiene un presupuesto alto. Y tenemos ya el contrato de conservación y mantenimiento del río para cuatro años por 8 millones de euros, que hasta poco antes de llegar nosotros no se hacía porque el Gobierno no mandaba el dinero.

P ¿Cuál es el siguiente paso?

R Acabar el 15% que queda de la obra de emergencia, que será a final de año. Y, después, seguir con la conservación y mantenimiento periódico del río, retirar cañas, repasar motas, etc. Va a ser una labor continua. Y tenemos el reto de la actuación a lo largo de la Vega Baja para minimizar riesgos frente a inundaciones, pero hay que esperar al plan director que estamos elaborando con la Universidad Politécnica de València para ver qué actuaciones se pueden proyectar y ejecutar.

P ¿Se siente dolido por las críticas que ha tenido la CHS y usted?

R La crítica constructiva para mejorar siempre es bien recibida, pero es distinto los temas que se han pretendido judicializar y acusar a los funcionarios no solo de no hacer su trabajo, sino de hacer cosas con el ánimo de perjudicar; eso es inaceptable y, afortunadamente, la primera resolución judicial así lo hizo ver. Los medios que tenemos son escasos en presupuesto y en personal.

P ¿Está preparada la comarca para otro episodio similar?

R La magnitud del fenómeno cogió a todo el mundo por sorpresa, incluso a la AEMET. Lo que no podemos es caer en la trampa de creer que si el río hubiera estado totalmente limpio no habría pasado nada. La cantidad de agua fue brutal y se habría desbordado igual, porque toda la Vega Baja es inundable. Ahora estamos más preparados porque se han reparado las motas que estaban débiles y los muros que estaban deteriorados. Pero que nadie se equivoque, si cae la mitad de las lluvias que el año pasado, inundaciones habrá porque el Segura en la Vega Baja está más alto que las poblaciones y la escorrentía que cae de las sierras no se puede reincorporar al río. Esto lo estamos estudiando.

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