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La artesanía cuaja en la laguna rosa de Torrevieja

Cada una de las piezas de barcos de sal es única, y más allá de ser icono de la ciudad, son una muestra singular de tradición torrevejense

Miguel Pérez es uno de los últimos artesanos de elaboración de barcos de sal ANA MELÉNDEZ ZOMEÑO

Los salineros Manuel Sala y Miguel Pérez son los maestros artesanos que, aunque jubilados del trabajo en la empresa salinera, conservan todavía los conocimientos necesarios y la energía para fabricar estos objetos. Una sabia combinación entre el control del medio natural y la habilidad manual que alumbra cada mes de julio una pequeña remesa de barquicos de sal. Ana Meléndez, historiadora e investigadora, comenta que en esta ocasión los barcos han permanecido unas 24 horas sumergidos en la laguna y que para los maestros «el cuaje ha salido muy bonico con un grano duro y brillante».

La artesanía cuaja en la laguna rosa ANA MELÉNDEZ ZOMEÑO

Explica que se trata de una etnografía muy joven, de poco más de 150 años, una «original y bella tradición salinera que consiste en recubrir con cristales de sal , en una capa fina y uniforme, objetos elaborados con caña y madera y forrados previamente con tela blanca de algodón gastado. Las maquetas que realizan los artesanos (sean barcos o cualquier otro objeto) se sumergen en la laguna a esperar su recubrimiento con cristales de sal. Parece fácil, pero nada más lejos de la realidad.

La hipersalinidad de la laguna de Torrevieja y su forma de explotación «en húmedo», son solo dos de las condiciones necesarias para que todo aquello que se sumerja en las aguas rosadas se recoja con una costra de sal. Además hay que entender de vientos, de los que son malos y de los que benefician, de humedad ambiental y de temperaturas, de insolación, de las derivas de las corrientes del agua, del oleaje y hasta de las evoluciones de la maquinaria del trabajo extractivo industrial. Hay que cuadricularlo todo con la propia geomorfología del lecho lagunar para encontrar el mejor sitio donde instalar las plataformas para el cuaje, y con las derivas de sus corrientes. Hay en definitiva que tener un profundo conocimiento de la naturaleza para poder tratar con ella de tu a tu, como bien saben los hombres que dedicaron su vida a trabajar la sal. Solo así se dominan los secretos de la cristalización.

«Solo cuajan un pequeño número de barcos por temporada coincidiendo, normalmente, con los meses de junio y julio. También se realizan los populares grumos de sal -palos recubiertos de sal cuajada- que la empresa salinera ofrece como souvenir a los miles de turistas que visitan sus instalaciones todos los veranos.

El año pasado, como consecuencia de la Dana de septiembre (2019) tuvieron que retrasar la temporada de cuaje al inicio del otoño de 2020, aclara la profesora Meléndez. Preocupa el futuro de la actividad aunque desde hace varios años se imparten talleres de artesanía salinera en centros escolares de la ciudad -el pionero fue el Colegio Público La Inmaculada- la continuidad no sólo pasa por la aparición de nuevas vocaciones artesanales. Su obligada realización en la zona de explotación industrial, dentro del área de Parque Natural, pone el foco en las autorizaciones de la empresa salinera y del espacio medioambiental protegido para garantizar su desarrollo cuando se «jubilen» los maestros Miguel y Manuel. De momento la campaña de 2021 ha obtenido piezas de calidad, y como recuerda la misma Ana Meléndez «si queréis conseguir alguna de estas joyas, aún estáis a tiempo».

Manuel Sala en el proceso de elaboración de barcos de sal ANA MELÉNDEZ ZOMEÑO

Documental impulsado por la sede de la Universidad de Alicante en Torrevieja que relata el trabajo de los artesanos de la sal y la evolución de la industria salinera:

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