El 18 de febrero de 1986 falleció en Elx Josefina Manresa Marhuenda, la musa y viuda del poeta Miguel Hernández.

Hablar de Josefina es tratar de comprender la vida sencilla de una mujer extraordinaria; nacida el 2 de enero de 1916 en Andalucía. Fue en Quesada, donde tuvo que trabajar duro su padre como guardia civil. Sus padres Manuel Manresa Pàmies y Josefina Marhuenda Ruíz nacieron en Cox, hijos de familias humildes.

Josefina tuvo una niñez difícil trabajando primero en la fábrica de la seda, en Orihuela, después en varios talleres como sastresa, modista. Su juventud fue trágica rodeada de la muerte de sus seres queridos, abuelos, padre (asesinado en Elda) y madre, después de una larga enfermedad. La muerte de su primer hijo y el fallecimiento por desidia de su marido, Miguel Hernández.

Vivió la soledad, el abandono, la represión franquista. Después de muchos años viviendo con carencias y sufriendo presiones de todo tipo, en sus últimos años de vida, la imagen de Josefina, la amante y musa inmortal, va cobrando la fortaleza de los elegidos. La herencia del dolor hernandiano -dolor capaz de hundir a muchas personas- fue fielmente recogida por esta mujer, caminando con ella, sus trabajos y sus días, sin desertar jamás del destino.

Josefina estuvo poco tiempo en la escuela, la mayoría de las niñas de su época en Orihuela no aprendieron a leer. Josefina sabía leer y escribir, no tenía faltas de ortografía y tenía una cultura y unos conocimientos superiores a su generación. Sabía de poesía y política, conocía las biografías de los amigos de su marido.

En su libro Recuerdos de la viuda de Miguel Hernández, reeditado gracias al Ayuntamiento de Cox, escribe con amor y dolor detalles desconocidos para los biógrafos del poeta. Nos informa de los seres humanos y del ambiente de Orihuela, y esas aportaciones las hace desde dentro, pues ella lo ha vivido sola y con su Miguel y no desde fuera como lo escriben otros autores. Con ella podemos recorrer las costumbres, las fiestas, las prácticas religiosas, las formas de hablar, la política, lo social, la gastronomía, el mundo laboral, las viviendas, los vestidos, las calles de Orihuela, cómo era la casa de Miguel de la calle de Arriba, en la que vivió el poeta a partir de los tres años. Nos habla de su familia, del cariño que le tenían al poeta sus padres, contradiciendo a muchos biógrafos que maltratan al padre. Sus recuerdos han sido de gran valor para que podamos ubicar en aquel tiempo y espacio la biografía y la obra de Miguel Hernández. Por los amigos de Miguel y por él mismo sabemos que éste empezó a interesarse por Josefina antes del primer viaje (1931) a Madrid. En cambio ella nos cuenta en sus memorias que le estuvo pretendiendo desde el año 1933 hasta el 27 de septiembre de 1934. El 20 de enero de 1933 publicó, el oriolano universal, su primer libro Perito en lunas. Nos cuenta Josefina que «pasaba varias veces por la puerta del taller de la calle Mayor, en Orihuela, donde yo trabajaba de modista... la costumbre que había entonces era no admitir a un chico enseguida». El primer mensaje del enamorado no se lo entregó Fenoll a Josefina, pero el segundo escrito se lo dio el poeta «doblado dos veces y se fue de prisa» contenía la poesía «ser onda, oficio, niña, es de tu pelo» la había escrito a máquina y con la dedicatoria a mano «para ti». Josefina nos va describiendo por dónde paseaban en Orihuela, sus conversaciones, sus juegos de palabras, como su noviazgo, su boda de 9 de marzo de 1937, su viaje a Jaén y el sufrimiento en la guerra, su matrimonio, el embarazo y parto de sus dos hijos, la alegría del poeta y la tristeza compartida con la muerte de su primer hijo en 1938, con diez meses. Josefina, gracias a su gran memoria, narra las vivencias del poeta, sus rincones oriolanos, sus lecturas, sus pasiones, sus amistades, como dice Concha Zardoya, es un «documento vivencial e intrahistórico». Gracias a Josefina conocemos también anécdotas, historias y relatos que se contaban en Orihuela. Fue la acompañante del poeta y en consecuencia percibió directamente en su propio ser los cambios de pensamiento de Miguel. Antes y después de la muerte del poeta, Josefina desarrolló una actividad constante para recuperar los escritos y la memoria de su marido, obteniendo el rico legado hernandiano. Fue una mujer necesaria para que hoy se conozca la vida y obra de nuestro universal paisano. Se merece que Orihuela, ciudad en la que vivió en los años más importantes de su vida, le dedique una calle igual que ya hicieron en Elda, Elche, Cox y Quesada.