El procurador más longevo de España

El Colegio de Procuradores de Alicante entrega una placa en homenaje al oriolano Sebastián Conejero Moreno, que ha cumplido 101 años, convirtiéndose en el colegiado de más edad del país, con casi 50 años de ejercicio profesional

Loreto Mármol

Loreto Mármol

Nació en Orihuela el 12 de enero de 1922, por lo que este año ha cumplido 101 años , lo que convierte a Sebastián Conejero Moreno en el procurador más veterano y con más edad de toda España. En homenaje a su trayectoria, con cerca de 50 años de ejercicio profesional, el Colegio de Procuradores de Alicante, de manos de su decana, Pilar Fuentes, le ha hecho entrega de una placa con la «admiración» de toda la institución y «en reconocimiento al trabajo y dedicación a la profesión a lo largo de su vida». El acto ha tenido lugar este miércoles en su domicilio de la ciudad oriolana, donde también han acudido familiares y compañeros de profesión, así como el decano del Colegio de Abogados de Orihuela, Manuel Almarcha.

Muy activo durante sus 101 años de vida, mantiene una memoria envidiable. Recuerda incluso los temas que no se sabía en su época de estudiante: los silogismos y los reinos de taifas, con tan mala suerte de que fueron las preguntas de examen. Condujo hasta los 90 años y sigue usando el ordenador, sobre todo para leer la prensa digital y consultar Google Maps.

Un punto de inflexión fue la Guerra Civil, lo que le impidió a sus 14 años continuar sus estudios durante tres años, quedándose en segundo de bachiller. Tuvo sus más y sus menos con el director del instituto, Antonio Sequeros. Con su padre en la cárcel, en ese periodo estuvo trabajando en un molino, en el que cobraba en harina, para paliar los estragos del hambre. 

Cuando acabó el conflicto bélico, retomó tercero, cuarto y quinto de bachiller, que los cursó en solo un año. Luego llegó sexto y séptimo. Dos años de mili en Alcantarilla (Murcia), la única época que ha vivido fuera de Orihuela. Más que abogado, un gremio que en ese momento tenía mala fama, quería ser médico. Se puede decir que comenzó a ser procurador por amor. Fue cuando tuvo otro punto de inflexión en su vida: conoció a la que sería su mujer, Carmen Guillén. «Coincidíamos en lo que hablábamos; lo pasamos bien», recuerda.  

De padre tendero y madre estanquera, la familia de su mujer era más pudiente. «Se creían que yo iba por las tierras», afirma, así que para acallar rumores, en lugar de administrar las propiedades hizo dos años de prácticas como procurador -para ejercer no se necesitaba ser licenciado en Derecho-. Quería ganar lo suficiente para poder casarse y demostrar que no estaba con ella por dinero, una obsesión que le ha perseguido hasta ahora. Fueron novios durante siete años y luego matrimonio durante 65 años. Tuvieron dos hijos y cinco nietos, a quienes les ha inculcado disciplina. 

Tuvo que interrumpir su profesión cuando murió su suegro, para dedicarse a la huerta. Así estuvo varios años hasta que «la huerta no daba nada más que trabajo». Volvió a ejercer la actividad jurídica de la procura cuando los procuradores y los abogados en la Vega Baja se contaban con los dedos de una mano. Así, hasta que se jubiló a los 65 años. Desde entonces asesoró y colaboró casi a diario durante 17 años con Almarcha, quien destaca de Conejero su dilatada experiencia y la ayuda que le prestó cuando se colegió hace 40 años, teniendo una relación casi familiar: «Es muy trabajador, correcto e inteligente, con una educación de principios del siglo pasado», describe Almarcha, que concluye que «sus virtudes profesionales son incuestionables y sus condiciones humanas insuperables».

Después, contrajo miastenia, una enfermedad neuromuscular que hace que tenga una mala salud de hierro. «Te come; primero empecé con un bastón, luego con dos y he terminado en una silla de ruedas», explica.

Conflictos agrícolas

Trabajó mano a mano con los abogados, formando equipo. No llevaba solo el papeleo, sino que participaba en los planteamientos de los pleitos -«el pleito lo vivía yo»-. Sobre todo, fueron asuntos agrícolas, de aguas, deslindes, propiedades... «Los ganábamos todos», señala, al mismo tiempo que detalla que su característica siempre ha sido el sentido común.

Ha estado durante muchos años como electo en el Juzgado de Aguas de Orihuela, donde participó en numerosos procedimientos por su formación y su condición de regante. Porque ha compaginado siempre la procura con el campo y la huerta. Incluso, quisieron hacerlo juez, pero rechazó la propuesta.

Con su característico poder de convicción, fue hasta Madrid cuando empezaron las obras del trasvase Tajo-Segura. Las tuberías en superficie hasta Torrevieja iban a cruzar los terrenos perjudicando a mucha gente. Al final, se construyeron a dos metros de profundidad, tras convencer al director general de obras hidráulicas. «El trasvase en la Vega Baja se hizo como yo quería», dice con orgullo, «beneficiando a toda la huerta». ¿Ha sido justo? «Claro, lo que es una «burrá» no lo hago».