Bañistas rescatan una tortuga boba enmarañada en plásticos en la playa Jesuitas de Pilar de la Horadada

Los usuarios de la playa han entregado al ejemplar de la especie protegida a los socorristas de Ambumar que han alertado al 112 para que reciba asistencia veterinaria en el Oceanogràfic

Ejemplar juvenil de tortuga boba rescatado en Pilar de la Horadada

Ejemplar juvenil de tortuga boba rescatado en Pilar de la Horadada

D. Pamies

D. Pamies

Un grupo de bañistas ha rescatado un juvenil de tortuga boba en Pilar de la Horadada. El ejemplar ha aparecido enmarañado en plásticos en la playa de Los Jesuitas. Los bañistas la han entregado al servicio de socorrismo municipal de las playas pilareñas que gestiona Ambumar. La Concejalía de Medio Ambiente y la Policía Local del Ayuntamiento se han hecho cargo de la custodia del animal.

El animal ha sido desplazado hasta Valencia por los servicios veterinarios del Oceanogràfic, organismo encargado por la Conselleria de Medio Ambiente para la recuperación de estas especies.

El biólogo Juan Antonio Pujol, que ha recogido el hallazgo en su sitio en Facebook, "Crónicas Naturales" ha dado la "enhorabuena al Ayuntamiento de Pilar de la Horadada por la rápida y eficaz gestión de este evento".

Imagen del ejemplar juvenil de tortuga marina rescatado en Pilar de la Horadada

Imagen del ejemplar juvenil de tortuga marina rescatado en Pilar de la Horadada

Cómo hacer

En este sentido ha alertado Pujol sobre varios rescates de ejemplares de tortuga boba difundidos en los últimos días en redes sociales. En las imágenes se ve a tripulantes de barcos recreativos que se han encontrado con ejemplares de tortuga con las aletas enredadas en sedal de artes de palangre.

Llamar al 112

Suben a los ejemplares heridos a las embarcaciones, cortan el sedal y "con toda la buena voluntad del mundo las sueltan de nuevo en el mar. Es algo que no se debe hacer". El protocolo pasa por rescatarlas, llamar al 112 para que vayan a recogerlas e intentar ir a puerto -no tiene por qué ser algo inmediato-. El sedal ejerce de torniquete para que no pase la infección desde una aleta que normalmente está necrosada. Al soltarla de nuevo la infección puede pasar al resto del cuerpo", indica Pujol, que realiza un exhaustivo seguimiento de la especie en el litoral sur de la provincia de Alicante.