Se ha convertido en la película española más polémica y de la que más se habla en los últimos tiempos, fruto de un planteamiento insólito, con planteamiento de documental, un rodaje que se ha alargado 14 años, y de su triunfo en el Festival de Karlovy Vary, donde ganó el Premio Especial del Jurado. Sin olvidar que ya en San Sebastián suscitó los elogios y la sorpresa de público y crítica. El actor Gustavo Salmerón no podía haber debutado mejor en la pantalla grande con un documental como éste en el que narra la búsqueda de la verdad. Algo que puede tener mucho de pretencioso pero que, en su opinión, no hay nada de malo en intentarlo. Ahora confiesa que tardó 14 años en encontrarla y que consiguió atraparla en 88 minutos de indudable valor. Lo más sorprendente es que el actor ya había dirigido un corto, Desaliñada, que ganó el Goya y que recibió los parabienes de todo el mundo, a pesar de lo cual no halló la ocasión para probar suerte en el largo.

Muchos hijos, un mono y un castillo son los deseos con los que soñó Julita desde niña, y los tres se han convertido en realidad. Cuando el menor de sus hijos se entera de que su madre ha perdido la vértebra de su bisabuela asesinada, guardada a lo largo de tres generaciones, la familia emprende una estrafalaria búsqueda entre los más peculiares y extraños objetos que Julita ha ido acumulando a lo largo de sus más de ochenta años, mostrándonos una ágil galería de personajes. Lo que en realidad Julita está a punto de encontrar es el verdadero significado de la vida.

En efecto, a sus 80 años, Julita ha cumplido los tres sueños que tenía después de casarse con su marido Antonio: tener una familia numerosa, un mono y un castillo. El matrimonio tiene todo lo que necesita para ser feliz hasta que la crisis llama a su puerta y, para pagar sus millonarias deudas, deben deshacerse del castillo que pensaban dejar a sus seis hijos.

Salmerón, según confesó a la revista Vogue, empezó a grabar hace catorce años. Incluso llegó a pedir subvenciones, pero no se las dieron porque no estaba clara la idea de la película. Ha ido reescribiendo el guion estos años teniendo en cuenta lo que estaba pasando en su vida. «Siempre pensé -dijo- que tenían algo especial. Cuando les grababa y veía después el material sentía que estaba pasando algo fuerte que tiene que ver con la facilidad que tienen algunas personas para transmitir. La generación de mis padres tiene esa capacidad de oratoria. No había radio en el pueblo en el que vivían. La televisión no llegó hasta los años 60. Mi madre se dedicó a la enseñanza toda la vida, así que tiene esa capacidad para contar historias. El punto de inflexión fue cuando en mi familia se habló de que teníamos que desalojar el castillo. Ahí fue cuando me di cuenta de que ya tenía el final de la película».