La Torre de Cabrafich o de Busot languidece perdida en el olvido y abandono. Busot solo cuenta con dos Bienes de Interés Cultural (BIC): su Castillo almohade del siglo XII, propiedad municipal que ha sido objeto de restauraciones en los últimos años; y esta fortificación del siglo XVII, que podría remontarse dos siglos antes, y que presenta un avanzado estado de deterioro y apenas está explorada arqueológicamente. Su titularidad es privada, y hace unas semanas el activista medioambiental Miguel Ángel Pavón presentó sendos escritos ante la Conselleria de Cultura y el Ayuntamiento reclamando una urgente intervención para evitar su desaparición.
En su escrito denuncia «el mal estado y deterioro del BIC denominado Torre de Busot o de Cabrafich, que sufre, especialmente en su fachada oeste, pérdida de materiales constructivos que pueden comprometer la estabilidad e integridad de su cuerpo principal, construido con fábrica de tapial». Y destaca también el estado de ruina de gran parte de la edificación que rodea la torre, y su deterioro general, en concreto la casa que se adosó con posterioridad a la torre y un pozo.
Por ello reclama que «se inicie expediente para exigir a la propiedad de la torre la realización de las obras de apuntalamiento o de consolidación que sean necesarias para revertir el actual proceso de deterioro que sufre la torre». Y adjunta un reportaje fotográfico realizado en enero sobre su lamentable estado.
Desde el Consistorio el alcalde Alejandro Morant (PP) señaló que se le dará el curso que corresponda a esta denuncia, pero recordó que este pequeño municipio tiene otras muchas prioridades que atender antes que la situación de esta torre, que se encuentra en manos privadas.
Esta fortificación se localiza casi en la linde con Aigües, cerca de la carretera que une ambas localidades, en las últimas estribaciones meridionales del Cabeçó d’Or, entre las montañas de modesta altura de Busot y Cabrafich. La torre debió tener la función de vigilancia del entorno así como proteger a los habitantes de la zona, con un amplio campo visual orientado hacia la Huerta de Alicante, que está salpicada de este tipo de construcciones, todas protegidas igualmente aunque algunas también en mal estado o desaparecidas.
Según el Catálogo de Bienes Protegidos de Busot, se ha calculado una altura total para este elemento defensivo de 12,13 metros, incluyendo una terraza superior con almenas de 1,12 metros de altura, estimándose un grosor de muros de 0,65 metros.
La torre cuenta con alguna particularidad añadida como el remate almenado, el matacán labrado de su cara oriental para defender el acceso a la torre desde ese flanco, y sobre todo, su construcción sobre un alto talud de sillería. El acceso principal al bastión, que debe encontrarse en el flanco del matacán, se supone ahora embutido en la vivienda anexa, en estado ruinoso. Y en el interior de la fortificación existe una escalera de caracol de reducida superficie para comunicar los distintos pisos.
El Catálogo de Protecciones ya advertía que la torre mantenía un «regular estado de conservación», pues había «perdido ya parte de su revestimiento, si bien su integridad no parece correr riesgo. En cualquier caso, es aconsejable algún tipo de intervención que frene la caída de enlucidos, pues tras ellos es de esperar que comiencen a caer elementos propiamente de su fábrica». Este deterioro ha ido avanzando, y además presenta grafitis, unos «actos vandálicos que se explican por el estado de abandono casi permanente del conjunto de torre y casa», según el Catálogo de Busot.
