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Una quincena de municipios de la provincia pasan un año más sin registrar ningún nacimiento

Los municipios más pequeños acusan el envejecimiento con más fuerza y no llegan de forma natural nuevos habitantes - La Vall de Seta, en El Comtat, sigue siendo la zona más castigada

Zona de juegos infantiles en Famorca, municipio sin un solo nacimiento desde 1996. | JUANI RUZ

La falta de natalidad y el envejecimiento se agravan aún más precisamente en aquellas zonas donde ya es más acuciante desde hace tiempo. Los datos de movimiento natural de la población en 2020 revelan que una quincena de municipios terminaron ese año sin que en ellos se registrara ni un solo nacimiento. De hecho, puede decirse que fue un año en blanco más, puesto que en estas localidades apenas han venido al mundo niños y niñas a lo largo de las últimas tres décadas.

Los 15 municipios afectados tienen todos menos de 250 habitantes y se encuentran en un área muy específica de la provincia, el entorno más montañoso de la comarca de El Comtat y su entorno más próximo. A la citada comarca pertenecen diez de estas poblaciones: Almudaina, Balones, Benasau, Benillup, Benimassot, Fageca, Famorca, Millena, Quatretondeta y Tollos. Una más, Benifallim, pertenece a l’Alcoià aunque se encuentra en la misma área geográfica, y otras dos, Beniardà y Benifato, se encuentran en el cercano y abrupto valle de Guadalest, en la Marina Baixa. Los dos municipios restantes, la Vall d’Alcalà y la Vall d’Ebo, son los más recónditos de la Marina Alta y vinculados al mismo entorno montañoso que el resto.

Lamentablemente, no es nada extraño que en estas localidades no se registren nacimientos; en realidad, lo que llama la atención es que se produzca alguno. Pero esa feliz situación hace cada vez más tiempo que no se vive. En la mayoría de municipios donde no hubo nacimientos en 2020 tampoco se produjo ninguno en 2019, y en algunos la circunstancia de que el padrón sume algún nuevo vecino de forma natural es completamente excepcional. En Almudaina, Fageca y Tollos hay que remontarse a 2015 para encontrar el registro de un nacimiento; en Benimassot y la Vall d’Ebo, a 2013; y en Quatretondeta, a 2005.

No obstante, el caso más extremo es el de Famorca, donde ya se puede hablar de toda una generación en blanco: el último nacimiento registrado data de 1996. Es decir, son ya 25 años sin que se haya podido producir crecimiento vegetativo. Al contrario, se han ido produciendo fallecimientos, aunque muy poco a poco, gracias también a que la longevidad de la población ha ido creciendo. En la actualidad este municipio, el segundo menos poblado de la provincia, tiene 45 habitantes, entre los cuales uno está en la franja de edad de entre 5 y 9 años, otro en la de 15 a 19 y otro en la de 20 a 24. Por pura lógica, ninguno de los tres ha podido nacer en la localidad, sino que se ha establecido en ella con su familia. Justo es la inmigración, no necesariamente de larga distancia -en ocasiones, todo lo contrario-, la que ha evitado que el padrón de estas y de otras localidades muy pequeñas de la provincia haya menguado todavía más en este tiempo.

Famorca se encuentra en la Vall de Seta, el área más oriental de El Comtat, donde tiene más intensidad el problema de la despoblación y el envejecimiento en toda la provincia. En esta zona, en la que se ubican también otros municipios sin nacimientos en los últimos años como Fageca, Tollos, Benimassot o Quatretondeta, se dan varias circunstancias que hacen que revertir la situación sea más difícil que en otros lugares. Una ubicación más alejada de los grandes núcleos comarcales, accesos por carreteras secundarias, problemas para la conectividad digital, un clima más extremo en invierno y escasez de servicios son algunos de estos factores. No obstante, y tal y como insisten en recordar alcaldes y otros agentes sociales que tratan de frenar la despoblación, todas estas cuestiones resultan al final salvables.

La pandemia de coronavirus ha supuesto un revulsivo para el padrón de bastantes municipios de tamaño pequeño, que incrementaron su población a lo largo de 2020, en algunos casos de manera significativa. También algunas de las localidades que no han tenido nacimientos en los últimos años han visto ligeramente incrementado su vecindario, como Tollos, Almudaina, Balones, la Vall d’Alcalà o Benasau. No obstante, esto no quiere decir que se trate de población joven, ni que aun siéndolo vaya a procrear.

Además, en algunos de estos municipios sin nuevos nacidos la población ha seguido bajando a pesar de que la crisis sanitaria ha llevado a algunas personas a las zonas rurales. Ejemplos de ello han sido Benimassot, Benifallim, Fageca, Benifato, Beniardà y la Vall d’Ebo, entre otros.

Dificultades para reabrir una escuela después de su cierre

De los 15 municipios sin nacimientos en 2020, Beniardà es el único que mantiene su escuela abierta. La pervivencia del colegio es considerada fundamental para frenar la despoblación, a la vez que un incentivo para más nacimientos. Ejemplo de esto último es que, en el citado año, en Agres se registraron nueve, una cifra alta para un pueblo de apenas 550 habitantes. Además, una vez que cierra la escuela es muy difícil que reabra, incluso aunque haya niños en edad escolar en la localidad. Es el caso de Alcoleja, cuyo Ayuntamiento tanteó la posibilidad de recuperar el colegio clausurado en 2008, pero el edificio ya no se ajustaba a la normativa y los padres preferían que sus hijos siguieran escolarizados en Benilloba.

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