Los refugios antiaéreos en Alcoy, un tesoro oculto

El recinto para guarnecerse de los bombardeos durante la Guerra Civil se ha convertido en una excelente opción turística en Alcoy para el verano

Los refugios antiaéreos de Alcoy son tesoros ocultos

Juani Ruz

Los refugios antiaéreos de Alcoy son tesoros ocultos. La ciudad tuvo que construir en tiempo récord númerosos «escondites» de guerra -actualmente hay más 25 datados- que se dividen en tres tipos: los que realizó el Ayuntamiento, lo que fabricaron los vecinos y los que se ubicaban en las empresas.

Alcoy sufrió un total de siete bombardeos, entre el 20 de septiembre de 1938 y el 11 de febrero de 1939. Los tres primeros ataques, efectuados de un modo consecutivo, cogieron a la población totalmente desprevenida, según explican los historiadores.

Los bombardeos llegaron de parte de la Aviación Legionaria Italiana, que apoyaba a las tropas franquistas y cuya base estaba en Son Sant Joan (Mallorca). Desde la isla balear se desplazaban a atacar todo el litoral mediterráneo, incluyendo puntos de interior como Alcoy

Dichos espacios antiaéreos permitieron que muchos alcoyanos salvasen sus vidas cuando las tropas aéreas comenzaban a bombardear sin piedad la ciudad. De los más de 25 refugios que hay datados, en la actualidad solo uno puede visitarse en profundidad, el de Cervantes. El refugio antiaéreo de Cervantes está ubicado en la calle els Alçamora.

El espacio daba cabida unas 1.166 personas y se construyó en pocos meses en el año 1938. Además tuvo un coste de 189.000 pesetas. 

El escondite subterráneo cuenta con más de 100 metros de longuitud que a día de hoy se han utilizado para recrear datos y fotografías aéreas de los ataques de los bombardos italianos Savoia 79, que actuaron sobre Alcoy. 

Su superficie tiene unos 292 metros cuadrados. Así se pueden observar excusados, un par de fregaderos con agua corriente y alumbrado eléctrico. Además, en las paredes del antiguo colegio de Cervantes pueden observarse algunos impactos de metralla que hay en el muro y en la antigua casa del conserje.

Los refugios antiaéreos se han convertido en estos meses de verano en una excelente opción de turismo en la ciudad, ya que al estar bajo tierra guardan una buen temperatura.

Luis ha venido con su familia ha visitar el refugio en los últimos días. «Sin duda repetiré, la verdad que es una experiencia que hay que vivirla. Además te permite conocer de cerca como fue la historia», admite.

El refugio de Cervantes es el único que se puede visitar de la ciudad a día de hoy. Hace seis años el Ayuntamiento comenzó y terminó el acondicionamiento del primer tramo del refugio antiaéreo de la calle Santo Tomás e instaló paneles informativos con las principales características e imágenes de este elemento patrimonial. El espacio estuvo recibiendo visitas durante un tiempo, pero actualmente permanece cerrado. 

El refugio antiáreo de la calle Santo Tomás recorre toda la vía por debajo, tiene una longitud de más de 100 metros, una superficie de 425 metros cuadrados y capacidad para 1.700 personas. Cuando se construyó, en 1937, disponía de luz eléctrica, retretes y una estancia para un pequeño dispensario. Además, para ganar espacio, a cada lado del refugio construyeron cavidades rectangulares de tres metros de profundidad.

Otros «escondites» de los que hay datos son el de La Glorieta, que tiene una capacidad para 1.512 personas, el de las Antiguas Fábricas de Ferrándiz y Carbonell que tiene espacio para 1.200, el de La Beniata que tiene espacio para 1.672 personas, el de la Fundición de Rodes que tiene espacio para 280 personas y el del antiguo Banco de España que ocupa toda la anchura del edificio.