No es fácil aparcar en la Florida. Puede uno dar vueltas y vueltas por sus calles, abigarradas en el interior del barrio y más anchas y modernas en los alrededores, y acabar dejando el coche sobre una acera. La falta de aparcamiento, como en tantos barrios populosos de la ciudad, es un problema y los vecinos se quejan pero, por lo demás, están satisfechos. "Aquí se vive bien. Es un barrio seguro y agradable y no tenemos grandes problemas", afirman Manuel y Luisa, un matrimonio de jubilados a los que encontramos saliendo del centro de salud en la calle Fernando Madroñal, en una de las zonas más modernas del barrio, la de Florida-Babel.

La distribución de sus hogueras ha dividido el barrio y no es raro encontrar a vecinos que te dicen que son de Florida Portazgo u otros que aseguran ser de Florida Baja. Según señala la presidenta de la Asociación de Vecinos La Voz, Felicidad Sánchez, "es todo la Florida y, si conseguimos que transformen la avenida de Orihuela en una calle más íntima, con árboles, bancos y menos tráfico, el barrio quedará más unificado".

Paseando por la Florida se encuentra de todo: varias plazas de las más bonitas de Alicante, colegios e institutos, centro de salud y de especialidades, residencia para ancianos, centros sociales para los vecinos y para la tercera edad, biblioteca, instalaciones deportivas y piscina municipal. El barrio está limpio y se ve cuidado aunque tiene una fisonomía poco atractiva e impersonal debido a las sucesivas construcciones, con algunas de sus viejas plantas bajas aún en pie, ahogadas entre feos bloques de los años setenta y ochenta junto a edificios anodinos más modernos levantados en calles en las que, pese al nombre del barrio, la vegetación se limita a las plazas. Estamos en la Florida como podríamos estar en cualquier otro barrio de Alicante a no ser que nos fijemos en el nombre de estrellas de muchas de sus calles, en algunos de sus edificios emblemáticos como el albergue juvenil donde estaba la vieja cárcel provincial, o en sus plazas.

La más amplia del barrio es la plaza La Viña, con sus grandes surtidores de agua, sus tramos de albero, su replaceta central rodeada de palmeras y árboles y, en un montículo artificial, el monumento a Miguel Hernández de Arcadi Blasco. "Me encanta esta plaza", comenta Ana que juega con su niña en los columpios, "los árboles dan mucha sombra y el quiosco del bar parece como antiguo, además a los niños les gusta mucho los chorros de agua". Efectivamente la plaza se ve bonita, aunque la asociación de vecinos ha pedido que se cambien los bancos, bajos e incómodos, y que se cubra parte del suelo de tierra. En uno de los bancos encontramos a dos jubilados tomando el sol. José es de Córdoba y Antonio de Sevilla y viven con sus hijos tras quedarse viudos. Antonio lleva aquí 30 años. "En este tiempo el barrio ha cambiado mucho y yo creo que para bien. Antes todo esto no existía, había mucho campo y fábricas alrededor y poco más", para añadir que "no nos podemos quejar". Bueno, sí; de que, aunque vamos todos los domingos a bailar a centro de la tercera edad, no encontramos novias", dice Antonio riendo.

Entre los casi 17.000 vecinos censados en la Florida en 2009, hay mucha gente mayor pero también muchos niños. "Yo nací aquí, viví aquí con mis padres toda la vida y, cuando me casé, nos compramos un piso aquí", comenta Anabel, una joven que espera en la plaza de Florida Portazgo a que su hija salga del colegio Virgen del Rosario. Como ella, hay muchas familias jóvenes que siguen aquí. "Éste es un barrio de gente trabajadora, pero gente sana y por eso es de los mejores para vivir y la gente intenta quedarse", dice Felicidad Sánchez que, después de 30 años al frente de la asociación de vecinos, se enorgullece de conocerlo bien. "Somos reivindicativos y pesados, pero estoy segura de que si no fuera por el trabajo de la asociación, el barrio no tendría muchos de los servicios y dotaciones que tiene", señala.

La situación económica actual, con todo, también se deja sentir aquí. En los portales de un edificio en Florida Portazgo están Francisco Javier y sus amigos Juan y Julián. "El barrio está bien, es tranquilo y muy festero pero ahora, con la crisis, la cosa anda regular, como todo", dice Francisco Javier, para añadir que "lo único que tiene de bueno que estemos en paro es que nosotros, que éramos amigos de chiquillos, nos volvemos a juntar ahora aquí un ratito cada día".

Los vecinos consideran que sus calles son seguras "dentro de lo que cabe hoy en día", destacan que aún tiene ambiente de barrio, sobre todo en la parte central, y que es cómodo. "Pero yo lo encuentro cada vez más triste", señala Pedro, el dueño de la cafetería La Replaceta, situada en la pequeña plaza de Magallanes que acaba de ser remodelada por tercera vez y que se ve nueva y agradable gracias, en gran medida, a que es medio peatonal y resulta tranquila. "Hay menos vida que hace unos años, será por la crisis, pero hay poco ambiente".

Efectivamente algunos vecinos se lamentan por el cierre de muchos de los comercios de toda la vida del barrio. Uno de los más antiguos es la papelería de Felicidad, abierta en 1947. "Me da pena que el comercio familiar se pierda", señala. "Por ejemplo, el otro día vino un señor que se marchó a Alemania un montón de años y que al regresar buscaba tiendas y edificios que le recordaran su infancia". En la memoria popular del barrio está el cine del Tío Quito, las tardes de futbol en el campo de la Viña o los conciertos de piano los domingos por la mañana en el Betis Florida. De aquello no queda mucho en el barrio que ha visto cómo nuevos comercios han ido tomando el relevo a los antiguos, y cómo muchos de éstos, a su vez, han tenido que echar la persiana por la crisis y, sobre todo, por la competencia de las medianas áreas de alimentación y de las grandes superficies comerciales. Aquí tienen el Puerta de Alicante, levantado en la vieja finca de labor de "Las Balsas", que, con los cines Yelmo, sus bares y restaurantes y sus tiendas resulta una competencia feroz para los pequeños comercios del barrio que se mantienen alrededor de las plaza La Viña y Florida Portazgo y en las grandes avenidas que cruzan y circundan el barrio como es el caso de la Gran Vía, de la avenida de Orihuela y de Fernando Madroñal.