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El mar sepulta las calas de la Albufereta al quedarse sin la protección de los espigones

El problema es similar al que obligó a regenerar la playa de San Juan en los años 90

El mar sepulta las calas de la Albufereta al quedarse sin la protección de los espigones

El avance del mar y los temporales que todos los inviernos azotan la bahía de Alicante han acelerado el proceso de regresión que sufren las calas de la Albufereta, debido a que los espigones que las protegían están completamente rotos y abandonados por la erosión que provocan las marejadas y la falta de mantenimiento. La situación comienza a ser alarmante porque las olas rompen ya, en muchos puntos, hasta sobre los propios muros de contención que protegen los bloques de viviendas de la zona, que protagonizara en los años 60 el primer «boom» turístico residencial de Alicante más allá de la playa del Postiguet.

Ni Costas ni el Ayuntamiento de Alicante han movido un dedo prácticamente desde que hace cuarenta años el promotor Carlos Pradel proyectó el que se convertiría en uno de los iconos turísticos de la ciudad. Se ganó terreno al mar para levantar la finca Adoc y, entre otros, el edificio Gran Alacant, pero hoy la naturaleza reclama lo que se le quitó y el agua llega ya hasta el muro de la que fuera una playa de casi un kilómetro de longitud y treinta metros de anchura.

Una imagen similar a la que ofrecía la playa San Juan a principios de los 90. La regresión de las arenas obligó a una macroregeneración con el vertido de un millón de metros cúbicos de arena para recuperar el 80% de la superficie de la playa. Hoy, las calas de la Albufereta están igual, o peor en muchos casos porque, además, salvo los vecinos por allí no pasa nadie.

La Albufereta debe su nombre a una antigua zona pantanosa que fue desecada por motivos de salubridad a principios del siglo XX. Hasta el «boom» turístico de los años sesenta la zona vivió de espaldas a Alicante, ya que la cantera suponía una barrera. Pero llegó el promotor Carlos Pradel y se embarcó en una gigantesca actuación urbanística que duraría 20 años con la construcción de la denominada Finca Adoc, que terminó por convertir la primera línea del mar en una especie de «Manhattan». Para ello hubo que ganar terreno al mar y levantar una serie de espigones de protección que se introducían en vertical.

Al ser una iniciativa privada, ni la Administración de Franco ni posteriormente los gobiernos de PSOE y PP han querido saber nunca del tema. Pero el mar no espera y, hoy, las calas, símbolos de los comienzos del turismo residencial en Alicante, casi han desaparecido.

Ernesto Jarabo, presidente de la asociación vecinal Playa Blanca, sostiene que el deterioro de las playas es un reflejo más del abandono que sufre un barrio con 9.000 vecinos censados y que en su zona tradicional -Colonia Romana, Flora de España- ha visto perder, por otro lado, comercios, plazas de aparcamiento y actividad comercial «desde que se construyó la autovía que supone la avenida de Villajoyosa que cruza el barrio. El tema se lo pasamos al concejal Andrés Llorens en diciembre pero todavía esperamos su respuesta».

La Albufereta fue uno de los puntos de moda de la ciudad entre 1965 y 1980. Allí compraron su segunda residencia muchos turistas madrileños y vascos, que se mezclaron con residentes franceses que habían nacido en la Argelia colonizada por Francia y que encontraron en Alicante su casa tras la independencia de la excolonia.

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