No es nada nuevo que la convivencia en un piso compartido puede ser compleja si no se marcan y se respetan algunas normas básicas en la convivencia. Vivir con varias personas es hacerlo también con distintas personalidades, horarios y relaciones. Hacerlo, además, en medio de una pandemia puede llegar a amenazar seriamente la convivencia ya que para evitar la propagación del virus debemos tener precaución con el contacto directo con personas y extremar la higiene, dos grandes desafíos cuando se comparte piso.

Los que deciden compartir piso aseguran que de momento están limitando sus relaciones sociales y adoptando medidas de higiene para evitar contagios. Pero existe el otro bando, el de aquellas personas que conviven con otras y a veces se les olvida que deben extremar las precauciones. Esto es algo con lo que lidia todos los días Carlos, estudiante en la Universidad de Alicante, quien señala que ve diariamente cómo en su casa entran y salen personas que no conoce. «He intentado pararles los pies a mis compañeros, pero ellos son dos y yo soy uno. Me dicen que si no me gusta lo que hay que me busque otra cosa». Así, el estudiante afirma que todos los jueves sus compañeros invitan a amigos para pasar la tarde-noche. «Tengo que ver cómo cada jueves juegan con mi salud y con la de ellos mismos. Si ellos enferman, yo también. Ojalá pudiera irme de aquí», cuenta.

¿Cómo puede manejarse una convivencia entre estudiantes en una situación como la que estamos viviendo? El virus puede permanecer en las superficies durante un tiempo. Por tanto, si se utiliza algo en casa y no se lava adecuadamente, todas las personas que viven allí quedan expuestas al virus, por lo que al compartir piso en medio de la pandemia por coronavirus la responsabilidad es mayor. Y está poniendo a prueba las relaciones que se llevan a cabo entre los convivientes.

Isabel, estudiante en la Universidad Miguel Hernández, dio positivo en covid hace tres semanas y cuenta a este medio que no recuerda un peor momento en su vida. «Me sentí completamente desplazada cuando mis compañeros, por llamarlos de alguna forma, se enteraron de que di positivo».

Esto vino de la mano de la poca ayuda que recibió por parte de los estudiantes con los que convivía, ya que en ningún momento se ofrecieron a hacerle la compra cuando ella permanecía aislada. «Me llegaron a decir que ellos estaban cargando con mis asuntos, y que no era justo, cuando yo no podía salir de mi cuarto ni para hacerme la comida».

Con respecto al cómo se contagió, Isabel cuenta que no lo sabe y que es algo que sus compañeros le han echado en cara, hecho que también le preocupa a ella. «También me criticaban diciéndome que yo no llevé cuidado a la hora de contagiarme, cuando no sé ni cómo me ocurrió. Yo nunca le diría esas palabras a una persona que está pasando por esos momentos, hasta yo misma me sentía culpable».

Es por ello, que la estudiante afirma que es muy importante saber con quién te vas a vivir, «yo pensaba que estaba rodeada de buenas personas, porque antes de todo esto nos llevábamos genial». Así, las secuelas mentales que está padeciendo la hacen pensar en el machaque psicológico que trae el covid, al pensar que la culpable eres tú, según cuenta. «Si hubiera pasado el virus en mi casa, con mis padres, todo habría sido diferente. Es difícil convivir con personas egoístas y poco empáticas. No quiero ni imaginar que hay gente que está peor que yo», comenta.

La estudiante cuenta que con el virus y la situación que ha vivido compartiendo piso ha aprendido que todos debemos tratarnos por igual. «Todos tenemos la misma papeleta para pillar el coronavirus, depende de ti que crezcan o disminuyan», señala.

Compartir piso en tiempos del coronavirus no es sencillo como hemos podido observar. Los pisos compartidos suponen un mayor riesgo de contagio, puesto que hay menor control sobre los contactos con el exterior. El miedo y la incertidumbre de convivir con personas desconocidas hace mella en el mercado inmobiliario.

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Como consecuencia, la demanda activa de pisos compartidos se ha visto restringida, hasta el punto de que, según los datos de Idealista, en la actualidad alcanza solo el 70% de los niveles previos a la pandemia. En paralelo, propietarios e inquilinos de pisos compartidos se enfrentan estos días a diversas preocupaciones. Las mismas abarcan desde el tipo de contrato que se debe redactar hasta las medidas que hay que tener en cuenta a la hora de habitar la vivienda con seguridad.

A la hora de valor la posibilidad de contagio, las viviendas compartidas generan un mayor riesgo que un alquiler tradicional. Así lo confirma Manuel Romillo, director ejecutivo de la Agencia Negociadora del Alquiler (ANA), quien expone que los alquileres convencionales suelen estar habitados «por familias o por un grupo más cerrado que estudiantes o compañeros de piso», lo cual evita el descontrol sobre los contactos externos.