Segunda Semana Santa consecutiva que se tira por la borda. Los propietarios de los pisos turísticos tienen más que asumido que las fiestas de Pascua no van a ser el salvavidas al que agarrarse en el peor momento económico que atraviesa el sector. La pandemia desbocada de nuevo, con niveles peores que los de marzo y abril del año pasado, y la provincia sufriendo la tercera ola de contagios invitan al pesimismo.

«La Semana Santa la damos por perdida, miramos ya hacia el verano». Con rotundidad no exenta de derrotismo se expresa el presidente de la Asociación de empresas de apartamentos turísticos de la Costa Blanca (Aptur), Miguel Ángel Sotillos.

Y es que el sector hace cuentas y no le salen los números. El pasado marzo se decretó el estado de alarma, con las consiguientes semanas de confinamiento, lo que socavó a los apartamentos turísticos.

Y ahora se repite la misma historia. «Con el repunte de casos, y nos tememos que a finales de enero los datos todavía serán peores, no podemos luchar», lamenta Sotillos, que da por descontado que el confinamiento perimetral en la Comunidad se alargará varias semanas.

Este año la Semana Santa cae el primero de abril, el día 1 es Jueves Santo, con lo que «ya perdemos no solo a los clientes de esos días de fiesta, también a los extranjeros que vienen en mayo, es un desastre, otra primavera que se nos va».

Y eso que, aunque los precios de los pisos turísticos han bajado desde la pandemia y hay demanda, «pero el problema es que no pueden venir». Tras el confinamiento impuesto por la Generalitat el pasado diciembre, ha llegado la tercera ola de la pandemia, con lo que «perdemos la Semana Santa y miramos con esperanza el verano, a ver si con la campaña de vacunas la situación mejora».

Todo después de un año catastrófico para la planta de vivienda vacacional, en el que la ocupación apenas llegó al 30 por ciento en verano. Estos paupérrimos datos impulsaron a cambiar el chip a una parte del sector y a buscar fórmulas para sacar rentabilidad a sus propiedades, lo que provocó dos polos bien diferenciados: los que decidieron continuar en la modalidad del alquiler vacacional y los que optaron por buscar inquilinos de larga duración o, cuanto menos, clientes que renten menos de un año.

Según el último informe del portal de anuncios Fotocasa, la falta de demanda provocada por el coronavirus ha obligado a seis de cada diez dueños de pisos turísticos en España a cambiarse al alquiler residencial.

Trasvase

Pero el presidente de Aptur rebaja de forma considerable estas cifras en la Costa Blanca: «Sí es verdad que ha habido un trasvase del alquiler vacacional a larga estancia, pero este movimiento se ha producido más en la grandes ciudades».

Sotillos asegura que en la provincia no más del 20% ha dicho adiós a los pisos turísticos, se ha dado de baja y ha dado el paso al residencial. Pero a continuación da una clave: «Hace unos años, entre un 20 y un 25 por ciento de los propietarios que alquilaban pisos de larga duración se pasaron al esquema vacacional, son arribistas, recién llegados que solo pensaban en el dinero fácil y que se vuelven ahora al tradicional, hay mucho baile, con subidas y bajadas». Así que pintan bastos para el alquiler vacacional, uno de los muchos sectores de la provincia que está sufriendo las consecuencias de la pandemia.

Por otra parte, el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha contabilizado por primera vez en sus estadísticas el parque de apartamentos turísticos en España, que recoge que el 1,3% de las viviendas se dedica a ese uso. Para el sector, estos datos señalan la poca incidencia que tienen sobre el precio del alquiler y reprochan la demagogia que ha recibido la vivienda turística.