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«Faltan medios para frenar los daños psicológicos de la pandemia»

Ansiedad, sorpresa, miedo e incertidumbre conforman los principales peajes de la crisis en la salud mental - Jóvenes y mujeres son los grupos de población más golpeados por el virus

El psicólogo clínico, José Luis Serra Hurtado. | INFORMACIÓN

Las huellas que está dejando la pandemia del coronavirus un año después de que la enfermedad pusiera patas arriba y diera un vuelco a la vida, están comenzando a ser visibles. En todos los ámbitos de la nueva normalidad. Social, laboral, médica o económica, los cambios están a la orden del día.

Sin embargo, una de las más postergadas es la psicológica, un pilar clave en la salud de la persona.

Una realidad que el psicólogo clínico José Luis Serra Hurtado explica. Como consecuencia del estado de alerta continuado «la combinación sorpresa, miedo e incertidumbre ha ido produciendo un incremento de la ansiedad y la depresión. La pandemia es una grave amenaza que nos ha sorprendido y supone un trauma psicológico que necesitamos gestionar de la mejor manera posible para que no se convierta en daño psicológico continuado».

Es un hecho tangible que el covid no afecta a todo el mundo por igual, «el impacto personal va a depender de la vulnerabilidad en la que cada uno se encuentre sociosanitariamente». En este caso, la atención biopsicosocial que se ofrece al paciente «en el modelo de tratamiento patogénico se ha quedado corto, pese a que el sistema sanitario, que ha quedado superado por esta pandemia, sigue siendo tan bueno como lo era antes del covid-19».

En el modelo actual, «cuando estás enfermo, vas al médico, te cura y te vas a casa, aunque se contemple la promoción y prevención de la salud, a nivel psicológico sólo se refleja en el papel. No se ha desarrollado con la suficiente decisión el enfoque salutogénico tan importante en situaciones de emergencia como la que nos encontramos», indica.

Las consecuencias de la no prevención están latentes en los ciudadanos. Estos, en materia sanitaria, acuden al primer escalafón, la Atención Primaria, «en la Comunidad Valenciana los psicólogos no se encuentran allí, sino en Salud Mental, Planificación Familiar y en las Unidades de Conductas Adictivas. Los programas de prevención que se intentan implementar, como manejo de emociones y talleres de relajación, se encuentran en estos dispositivos».

Pocos psicólogos

Aunque la experiencia en el abordaje de las secuelas del covid es limitada «al menos yo no la tengo porque las consecuencias últimas aún no podemos evaluarlas, la pandemia ha puesto en evidencia la necesidad de implementar políticas de prevención que incluyan a toda la población. Lo que ha ocurrido en las residencias nos enseña que el sistema debe ser socio sanitario, si lo sanitario no es también social, no es universal», explica. Y con contundencia, aclara: «priorizar la promoción de la salud puede ser una garantía de que los sistemas no se colapsen y sigan funcionando de forma sostenible». Este profesional es consciente de que los dispositivos de Salud Mental tratarán las secuelas postraumáticas psicológicas de la población, «posiblemente sanitarios y no sanitarios que están en primera línea contra el virus y víctimas directas», comenta Serra.

La demanda de ayuda psicológica ya está desmitificada en la población, pero el problema reside en «el tiempo que se tarda en recibirla en la Sanidad Pública. Hace varios años, profesionales y personas con trastorno mental grave, primero desde el Hospital Dr. Esquerdo, después con personal transferido de onselleria llevan a cabo un programa de sensibilización hacia la salud mental y el estigma que sufren las personas con trastornos graves».

Serra Hurtado apunta que en España la proporción de psicólogos es de 6 por cada 100.000 habitantes mientras que en Europa es de 18 por cada 100.00 habitantes.

Jóvenes y mujeres

Este primer año de pandemia situó a las mujeres y jóvenes como los más afectados. «La crisis ha cortocircuitado la emancipación de 230.000 jóvenes que vuelven a casa de sus padres, mientras que de 16 a 35, 400.000 han perdido el empleo y 300.000 se han visto expulsados del mercado de trabajo. Se compara el impacto de la pandemia con la II Guerra Mundial y seguramente sea así. Pero, el género mayoritario de los soldados ha cambiado, son las mujeres quienes educan, curan y cuidan, no es extraño que soporten el mayor índice de contagios y daño psicológico. Mientras que en la población adolescente sí hay un incremento de demandas urgentes. A ellos, el confinamiento y las restricciones les ha dificultado la relación su grupo de referencia, importante en su desarrollo», asegura.

«Priorizar la salud de las personas sobre la creación de riqueza»

La pandemia «ha acelerado la digitalización de la sociedad, algo positivo pero, al ser abrupta por las circunstancias, puede señalar nuevas brechas de desigualdad que conviene tener en cuenta, como por ejemplo, en educación».

Otro aspecto positivo viene dado desde la comunidad tecnológica y científico, quienes han conseguido en un tiempo récord un resultado satisfactorio con las vacunas que ya se están administrando».

Así, opina «quizás podríamos aprender algo de este acontecimiento que nos ofrece la oportunidad de un cambio social necesario: priorizar la salud de las personas por encima de la creación de riqueza, objetivo prioritario en la era industrial», manifiesta.

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