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Una bomba de relojería

Familiares del hombre que acuchilló a su mujer y a su hijo en la playa de San Juan al sufrir un brote psicótico relatan en el juicio cómo intentaron sin éxito durante el primer estado de alarma que le atendiera un psiquiatra

Despliegue policial en la urbanización donde ocurrieron los dos apuñalamientos. | HÉCTOR FUENTES

Dándose contra un muro. Los forenses confirmaron durante el juicio que el acusado sufrió un brote psicótico cuando aquella tarde del 18 de junio de 2020 acuchilló a su mujer y a su hijo en la playa San Juan. Un resultado que veían venir porque cada vez eran más frecuentes sus delirios y tratar sin éxito que en pleno estado de alarma le atendiera un psiquiatra. Le piden 16 años de internamiento psiquiátrico.

No había ningún antecedente de enfermedad mental y tanto su mujer como su hijo no dudaron en calificarle como un padre modelo. Pero en las últimas semanas habían visto cómo su mente se deterioraba. «No era él», aseguró ayer tajante su esposa durante el juicio. El acusado se enfrenta a una petición de pena de 16 años de internamiento en un centro psiquiátrico por haber acuchillado a su mujer de 51 años y a su hijo de 21 en el domicilio familiar, al sufrir un brote psicótico. Ocho años por cada intento de homicidio. La doble agresión se ha tramitado como un caso de violencia de género y el juicio quedó ayer visto para sentencia en la Audiencia Provincial.

Su mujer fue muy clara durante su declaración: «mi marido no es un maltratador y durante años de matrimonio ha sido un esposo modelo», aseguró al tribunal. Pero en casa las cosas habían empezado a cambiar desde hacía un mes, coincidiendo con el inicio de la desescalada en el primer estado de alarma. «Estaba obsesionado con que le habían hackeado las cuentas bancarias y nos habían quitado el dinero», relató. De nada sirvieron las visitas al banco para comprobar que los fondos seguían allí. Pronto llegaron más delirios, como que les estaban espiando o que su televisión estaba interceptando noticias para que no supieran lo que estaba pasando. «No era agradable pensar que una persona con la que estabas viviendo podía apuñalarte en mitad de la noche», aseguró su hijo al tribunal durante su declaración. Antes de que ocurrieran los hechos, había intentado suicidarse y la familia ya no vivía con él, aunque iba al domicilio para no dejarle solo a la hora de comer.

La familia había tratado sin éxito llevarle a un psiquiatra, algo a lo que él se negaba, ya que insistía en que a él no le pasaba nada. El hermano del acusado declaró ayer los desesperados y vanos intentos para intentar que le pusieran en tratamiento. «Tenía que producirse una situación violenta para poder llevarle a la Unidad de Psiquiatría del Hospital de San Juan», declaró. Intentó que a través del centro de salud conseguir cita con un médico. «Llamé más de 300 veces y nadie cogía. La aplicación para pedir cita no funcionaba y, más de una vez, acabé discutiendo con el personal cuando me presentaba allí y me decían que no me podían atender sin cita previa», aseguró indignado. «Mi hermano es bombero. Él se dedica a salvar vidas. No hace estas cosas», recalcó, incidiendo en que no podía entender como «en pleno siglo XXI» no hubiera conseguido la atención médica que necesitaba su hermano. Consiguió cita el día 20 de junio a través de una aseguradora privada. Dos días antes de que llegaran a atenderle ocurrieron los apuñalamientos.

El día que ocurrieron los hechos, el acusado empezó a decir que era la aplicación de Netflix la que les estaba espiando y trató de desinstalarla del televisión con el mando. El hijo intentó evitarlo, ante lo que él reaccionó cogiendo un cuchillo de la cocina y se lanzó a por él. El acusado aseguró que no recordaba casi nada de lo ocurrido. «Me vienen flashes de mi hijo cogiendo el cuchillo por la hoja, pero no recuerdo quién lo cogía», aseguró.

La mujer relató que cuando vio que su marido con el arma blanca en mano hacia su hijo le alertó y éste le pudo esquivar. Entonces se fue a por ella. El hijo para tratar de defenderla le golpeó con una estatua de Buda que tenían en la casa, cayendo los tres al suelo. El forcejeo continuó en el suelo hasta que el acusado logró acuchillar a su mujer. «Tenía las manos inutilizadas por las heridas. Yo en ese momento daba a mi madre por muerta», aseguró el hijo que en ese momento corrió fuera de la casa a pedir ayuda a los vecinos. El procesado se quedó a solas con la mujer en casa, cuando ella estaba malherida. Pronto empezaron a oírse las sirenas de los coches de Policía que llegaban. «Al final te vas a salvar», le dijo. En ese , momento los agentes llamaron a la puerta. Él les abrió y se arrojó al suelo para entregarse.

La familia renuncia a cualquier indemnización

Las dos víctimas declaran con el procesado tras un biombo para evitar tener contacto visual con él

A pesar de que estaba personada como acusación particular, la mujer del acusado ha renunciado a cualquier tipo de indemnización y así lo hizo constar la mujer durante el juicio. Tanto la esposa como su hijo habían pedido declarar por videoconferencia desde una sala contigua del edificio de la Audiencia para no tener contacto visual con el acusado. Sin embargo, el aparato no funcionó. Por lo que ambos testificaron en sala, con el procesado oculto detrás de un biombo. Éste no pudo evitar romper a llorar cuando escuchó a su mujer relatar lo que había pasado ese día.

«Estuve muy grave tras las puñaladas y no sabía si iba a poder volver a trabajar. Por eso, al principio sí que pedía indemnización. Ahora que ya sé que sí, no la quiero. Lo último que quiero que mi marido piense es que busco quedarme con su dinero», explicó al tribunal.

Antes del juicio las partes estuvieron negociando un acuerdo, para evitar el trago de que las víctimas tuvieran que declarar. Sin embargo, el acusado, que está en el Psiquiátrico desde que ocurrieron los hechos, no estuvo conforme en el último momento y el juicio se celebró. Los forenses confirmaron que fue un brote psicótico y, aunque está estabilizado, a día de hoy no se sabe cuál puede ser su evolución. «Antes del brote se conducía con normalidad, pero eso no disminuye la gravedad del delito», dijo el fiscal.

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