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Cursos de peluquería y estética para volver a empezar

Treinta adolescentes realizan programas formativos de cualificación básica para obtener el Graduado Escolar - Compaginan aprender un oficio con la preparación de las asignaturas

Toñi Juan supervisa que el alumno coloque bien los rizos durante la clase.

Cada persona lleva su propio ritmo. En la vida y en los estudios. Lo principal es llegar a la meta. Hay quienes estudian el graduado escolar, Bachillerato y recalan en la Universidad. Otros se decantan por algo más práctico como la Formación Profesional. Sin embargo, hay jóvenes que por diversos motivos deciden abandonar su formación cuando todavía están cursando la ESO, bien por desencanto o situaciones externas que, muchas veces, les llevan a ello.

En estos casos, «lo primordial es que sigan en el sistema educativo y los ‘reenganchemos’ para que sigan preparándose. Es fundamental que tengan una disciplina y unos compañeros», comenta Maite Espinosa, directora del área de Educación de Cruz Roja.

Con el objetivo de formarse y conseguir la ESO para poder trabajar y seguir, desde Cruz Roja imparten Programas Formativos de Cualificación Básica (PFCB): uno de Servicios Auxiliares de Peluquería y otro de Servicios Auxiliares de Estética. Con 20 y 12 años de antigüedad respectivamente. Con una duración de 9 meses y 15 alumnos, de 16 a 21 años en cada uno y una atención personalizada, aprenden técnicas de Peluquería y Estética, además de una formación integral en asignaturas de la ESO con el objetivo de proporcionarles un aprendizaje para que ellos puedan ir preparando las pruebas de acceso para la obtención de la ESO y una formación profesional en Peluquería y Estética que, también, se complementa con más de 100 horas de prácticas no laborales en peluquerías y centros de estética.

Ganas de aprender no les faltan y así lo demuestran. Mientras los alumnos de Peluquería ponen rulos y lavan cabezas, las alumnas de Estética hacen lo propio desmaquillando, esterilizan las pinzas que van a utilizar para una depilación, preparan la cera y revisan que todo esté dispuesto para comenzar las clases. Supervisados en todo momento por Toñi Juan y Ana Ruiz, las profesoras de Peluquería y Estética.

La labor de Cruz Roja con estos 30 adolescentes es fundamental. «Somos una pequeña familia. Un grupo con 15 alumnos permite una formación cercana y una atención personalizada. Es un lujazo, se sienten importantes porque tienen su espacio para ellos. No es solo una formación sino un acompañamiento integral que engloba todos los factores. Aquí estamos muy encima de ellos para que acaben el curso y no lo dejen a la mitad, que acaben todos los que empiezan», recalca Maite Espinosa.

Los perfiles sociales de quienes acuden a las formaciones no son fáciles y la mochila o el bagaje emocional de algunos de ellos hacen que durante las clases, las profesoras lleven a cabo su labor pero también les escuchen, les acompañen y alienten.

«Hay días muy difíciles porque cada uno tiene sus historias pero al mismo tiempo es gratificante porque ves en ellos que, cuando les das una mano y les ofreces un poco de cariño, ya te los has ganado. Hay que pelear todos los días: cuando no quieren trabajar, cuando llegan tarde, cuando les pides que hagan algo y no les apetece. Luego te das cuenta que vienen a buscarte, te recuerdan y te visitan. Eso te da mucha satisfacción», señala Toñi Juan.

Una alumna de Estética depila las cejas a otra compañera. | PILAR CORTÉS

Por otro lado, en Estética, «mantenemos un vínculo mayor con el alumnado. Esta es una profesión muy cercana, de tú a tú y muchas necesitan que les des cariño, atención y que las escuches. Estamos muy atentas a los problemas que tienen fuera del centro. La adaptación curricular es muy importante dentro del curso porque cada uno empieza de una manera pero no todos pueden llegar a ser iguales, hay que darles su espacio para que puedan llegar a esos objetivos que se plantean», afirma Ana Ruiz.

Entre los 30 alumnos encontramos marroquíes, argelinos, suecos, afganos, rusos, colombianos y españoles. La peluquería está más demandada, sobre todo «los chicos con los degradados, los Barber Shops, es una vía muy en auge. Hay muchos chavales que vienen con la intención de aprender, continuar con el graduado y ciclos formativos pero también hay una gran mayoría algo perdidos», indica Toñi Juan. Aunque la mayor parte de estas formaciones son prácticas, también cuentan con una parte más teórica. «En las clases prácticas ven el resultado al momento, quieren las cosas rápido y ya. Si estamos trabajando con rulos, ven el efecto inmediato al secar el cabello y cómo ha quedado. Eso les motiva para continuar», incide Juan.

Toda esta labor no pasa desapercibida para las alumnas. Katarina, de 17 años, estaba en un programa de segunda oportunidad en El Campello y ahora estudia Auxiliar de Estética. Ha aprendido mucho y el próximo curso quiere hacer Peluquería o continuar con algo de maquillaje y uñas, «todo me parece interesante, no me aburre nada y he aprendido bastante». Su compañera Pilar opina que «los profes sacan lo mejor de nosotros y nos apoyan mucho». Dentro de esta rama, quiere obtener el graduado y hacer una formación profesional en Estética. Las ganas de avanzar también son visibles en Peluquería. Para María José, de 19 años, lo más importante es «que quieren que aprendamos. Quiero sacarme el graduado, acabar auxiliar de Peluquería y poder hace r un grado medio y luego superior para poder montar un centro». Para Sara esto no es nuevo, su abuela era peluquera y desde pequeña veía como teñía y cortaba el pelo a sus padres. Ahora quiere aprobar los exámenes de la ESO, hacer Bachillerato para poder estudiar Enfermería y ser matrona.

Los sueños no conocen fronteras. Y desde Cruz Roja les dan la caña y las herramientas para conseguirlos.

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