Un sentido, cálido y espontáneo homenaje han rendido este martes sus compañeros de la Comisaría provincial de Alicante al policía Iván de Blas Martín, fallecido a los 46 años a consecuencia de una sepsis que se lo ha llevado repentinamente dejando sumidas en una profunda tristeza a su mujer y a sus dos hijas, de solo 16 y 9 años, así como a sus colegas de profesión, amigos y a todos los que les conocieron.

Destinado en la Unidad de Prevención y Reacción (UPR), donde estuvo en activo hasta pocos días antes de su muerte, Iván desarrolló toda su trayectoria profesional en Seguridad Ciudadana trabajando en lo que era su vocación: el servicio público.

En el Cuerpo desde 2004, comenzó su andadura en la Jefatura Superior de Madrid, en el distrito de La Latina, desde donde se trasladó a Alicante dos años después. Primero en la comisaría de Distrito Norte, donde estuvo los primeros cinco años, para incorporarse a continuación a su querida UPR, donde era más conocido como Rayo 42 y Little.

Distinguido en 2016 con la Cruz al Mérito Policial con distintivo blanco y con más de setenta felicitaciones públicas por su eficacia en el trabajo, sus compañeros destacan de él su eterna sonrisa y su capacidad para ver en las caídas «no un inconveniente sino un motivo por el que levantarse y aprender una lección de vida».

Así era el agente Iván de Blas. «Esa clase especial de policías que hacía que un mes fuera de casa en un hotel barcelonés rodeado o en un barco anclado en Tarragona alejados de los seres queridos (durante operativo desplegado por los incidentes del Procés) se convirtiera en la mayor e irrepetible experiencia de sus carreras consiguiendo que los policías de su Grupo de Motos, sus queridos Rayos, pasasen de Grupo a familia», destacan sus compañeros en aquellos tensos y complicados momentos de su actividad profesional.

Durante la operación Copérnico, como se bautizó el despliegue de Policía Nacional y Guardia Civil en Cataluña en los meses de septiembre, octubre y noviembre de 2017, Iván Blas veló junto a sus compañeros del grupo de motos de la Policía Nacional por la seguridad ciudadana ayudando al más necesitado y siempre con el buen ánimo que le caracterizaba por muy dura que fuera la situación. De él destacan sus colegas su dedicación constante y su profesionalidad, honestidad, compañerismo y humildad. Y agradecen la suerte que tuvieron de trabajar con él. «Con ese Rayo que ahora va destinado al cielo», apostillan.