"Gracias por recordarme una vez más por qué elegí esta profesión que es la más 'bonica' del mundo". Así finaliza el hilo de una joven murciana que realizó sus prácticas de Enfermería en el Hospital General de Alicante a mediados de mayo del pasado año, concretamente, en la unidad de Neurocirugía. Lucía (@luuuuuciiiaa en Twitter) relata la bonita conexión que tuvo con un paciente y su familia, a los que acompañó durante sus primeros días en el centro recientemente bautizado con el sobrenombre de Doctor Balmis

Su publicación es un cóctel que mezcla la pasión que se siente por dedicarte a aquello que te gusta con las dudas propias de la juventud, y demuestra que algo tan simple como dar las gracias puede marcar la diferencia para salir de ellas. Su relato, además, es la prueba fehaciente de que las buenas personas existen, y que en cualquier lugar podemos coincidir con ellas.

La joven inicia su hilo contando cómo fueron sus primeros días, en los que un paciente de mediana edad ingresó en la UCI debido a un aneurisma. Desde casi el primer momento, hubo muy buena sintonía entre ellos dos, y también con la mujer del hospitalizado. "Cogí mucha confianza con ellos y viceversa", explica la joven, que añade que se "metía en su habitación cuando ya estaba saturada" para que le "alegraran el turno".

Sus prácticas finalizaron antes de que el paciente recibiera el alta y recibió en su último día el mejor regalo que puede recibir un estudiante en prácticas: una felicitación envuelta en un agradecimiento y en unas palabras sinceras y llenas de cariño. "Me dio las gracias por haberle hecho la estancia en el hospital amena y me dijo que era buena profesional y sobre todo, persona, que me iba a ir muy bien...", cuenta la joven, que, como ella misma reconoce, acabó llorando.

El testimonio de este paciente le sirvió más adelante para superar las dudas a las que se enfrenta cualquier joven que busca iniciarse en el mercado laboral, pero la historia no acabó ahí. Y es que a veces la vida se empeña en escribir el mejor de los guiones posible.

Tras un breve encuentro varios meses después en el lugar en el que se conocieron, pero esta vez en los ascensores del hospital y no en una habitación, la pareja le reveló que estaban esperando una niña y que ese día salían de cuentas. Apenas fueron unos minutos, pero verles le llenó de confianza para teniendo fe en la profesión que había elegido. Eso sí, el mejor momento estaba aún por llegar.

Ya en febrero de este año, con Lucía esta vez trabajando en el turno rotario en el centro de salud de San Vicente del Raspeig, la todavía estudiante de Enfermería se reencontró con la familia, pero esta vez no eran solo dos los miembros que la conformaban. Habían acudido a Pediatría, porque la pequeña tenía que recibir una vacuna. La joven explica que aún se acordaban de ella, que al hombre se le iluminaron los ojos al verle y que no puso negarle un abrazo cuando se él se lo pidió, un gesto que también compartió con la madre cuando, unos minutos más tarde, la mujer salió acompañada de la niña, de tres meses de edad.

Lucía no perdió la ocasión de conocer a la menor. Fue el padre quien hizo los honores con unas bonitas palabras: "Saluda a Lucía, estuvo cuidando a tu papá cuando él estaba malo". Después de ello y por tercera vez, la pareja volvió a agradecer a la joven la atención que les dio cuando coincidió con ellos por primera vez en el hospital, un gesto de incalculable valor para la protagonista de esta historia, que reconoció que ahora le toca a ella ser agradecida: "Gracias por recordarme una vez más por qué elegí esta profesión que es la más 'bonica' del mundo".