Nika es una preciosa perra labrador negra de tres años con un olfato más que privilegiado que es capaz de detectar cuando a su dueña, Mónica Ibáñez, le va a bajar el azúcar para poder avisarla antes de que pierda el conocimiento. Nika es una de las primeros perros de alerta sanitaria certificado por la Conselleria de Igualdad en la provincia de Alicante. Una certificación que permite a Mónica poder acceder a cualquier sitio cerrado con ella, bien sea a un supermercado, a cualquier playa o a una consulta médica.

Mónica debutó con diabetes a los 16 años y al año siguiente dejó de tener síntomas de las hipoglucemias que sufre. “He tenido accidentes de tráfico, me han encontrado inconsciente en mi casa, me han operado de la rodilla y del hombro a raíz de caídas que he tenido”. Lo suyo era vivir en vilo de forma permanente porque su cuerpo no avisa cuando va a desmayarse. “No me mareo, no sudo, no me tiemblan las piernas… directamente caigo en picado”.

Mónica muestra el aparato que utiliza para controlar su enfermedad David Revenga

El panorama cambió cuando Nika llegó a la vida de Mónica hace año y medio. “Desde entonces no me he vuelto a quedar inconsciente. La tranquilidad que me proporciona es enorme”, afirma. La perra ha pasado un largo proceso de educación y adiestramiento en un centro específico para aprender a detectar a través del olfato cuando su dueña sufre una bajada de azúcar. Cuando detecta que los niveles empiezan a bajar la perra emite un ladrido concreto, llora, mira a Mónica y la marca. “Me avisa con tiempo suficiente antes de que llegue la hipoglucemia para que yo me pueda hacer la prueba y tomar medidas”. Aunque no ha estado entrenada para ello, Nika también ha comenzado a avisar a Mónica cuando los niveles de azúcar están altos.

Después de muchos trámites y papeleos, la pasada primavera Ibáñez logró acreditar a Nika ante la Consellería de Igualdad y ahora la perra está “en prácticas”. Contar con la documentación que avala que se trata de un perro de alerta sanitaria es de gran ayuda para el día a día de Mónica. “Con ella puedo entrar a cualquier lugar sin que me digan nada”. Aunque la perra va convenientemente señalizada y aunque ya son muchos los comercios que dejan entrar a las mascotas, Mónica siempre lleva los papeles encima que acreditan que es un perro de alerta sanitaria por si surge algún problema. “Una vez en un supermercado salieron gritando para que sacara al perro, enseñé la documentación y no hubo problema”. Lo mismo en hospitales, consultas de médicos o centros de salud, en estos espacios Nika también puede acompañar a su dueña y velar porque nada le ocurra.

Para poder convertirse en perro de alerta médica, además de la formación específica, la perra ha sido evaluada por un adiestrador y un veterinario “que hicieron un informe diciendo que la perra tenía buen comportamiento”.

"Desde que tengo a Nika no me he vuelto a quedar inconsciente"

Mónica Imáñez - Propietaria de un perro de alerta sanitaria

Y es que, entre los requisitos que marca la Conselleria de Igualdad para poder acreditar a un perro de asistencia es que el animal debe demostrar su docilidad y aptitud, por lo que están excluidos los perros que, por su naturaleza agresiva o raza, se encuentran incluidos en la normativa de tenencia de perros peligrosos. También se debe demostrar que el animal no padece ninguna enfermedad transmisible al hombre y que recibe las vacunas y tratamientos recomendados por los veterinarios para evitar parásitos y otras enfermedades.

Además de para la diabetes, actualmente se entrena a perros de asistencia para ayudar a personas con epilepsia o autismo.