La Piedad de Santa Cruz ya luce su corona
El obispo de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla, preside la coronación canónica de la Virgen
Una procesión de regreso cierra el acto
Reinaba el respeto y la devoción en la Concatedral de San Nicolás. La ceremonia lucía un lleno hasta la bandera que tendría como punto álgido la coronación canónica a la imagen de Nuestra Señora de la Piedad en el Sagrado Descendimiento de Cristo por parte de la Hermandad de Santa Cruz.
El acto fue presidido por el obispo de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla, el elegido a su vez para colocar la corona a la imagen tallada por el imaginero sevillano Antonio Castillo Lastrucci en 1946. Junto a él se encontraba el padrino de la Coronación, el alcalde de Alicante, Luis Barcala, y la imagen de la Virgen del Remedio como madrina de honor.
Precisamente fue el prelado de Orihuela el encargado de mostrar mediante sus oraciones lo que significaba esta coronación y cómo la Vigen María había llegado a ser un estandarte «que demuestra que nunca ha habido una mujer más libre que ella».
Munilla explicó que su libertad era entendida «como la forma en la que la persona cristiana es guiada hacia el bien», puesto que «ser libre no es hacer lo que nos dé la gana». Esta llamada a la libertad, esta coronación, encontraba en las palabra de Lope de Vega su razón de ser: «En la casa de Dios, hasta los pobres son reyes». Y Munilla quiso trasladar a los allí presentes que la coronación de la Virgen de la Piedad permitía a las almas cristianas reinar con Dios: «Si no reinamos con Dios, el hombre acaba perdiendo el rumbo y reivindica su propia destrucción, como el suicidio».
El coro Veus de l’alba consiguió llenar de emoción a los asistentes a la coronación canónica, un rito litúrgico que marcó el final de los actos programados por la Hermandad de Santa Cruz con la representación de su Hermano Mayor, Moncho Riquelme.
Reconocimiento
En el momento de la coronación, Luis Barcala entregó la tiara con la que Munilla acabó reconociendo a la imagen de Nuestra Señora de la Piedad como reina. La ovación de los asistentes se hizo sentir en un momento de devoción máxima. En cambio, quienes no aplaudían, era porque estaban captando con sus teléfonos móviles un momento único.
Tras la finalización del acto, Nuestra Señora de la Piedad Coronada regresa a la ermita de Santa Cruz, acompañada por la Banda Sinfónica Municipal de Alicante, hasta la Plaza del Carmen. Además, la procesión cuenta con uno de los momentos más importantes al descubrir un azulejo especial en conmemoración de la Virgen de la Piedad. El domingo 22 de octubre finalizan los actos con un Besamanos Extraordinario a la imagen de la Piedad Coronada -de 10 a 18 horas- y una Eucaristía de Acción de Gracias, programada a partir de las seis de la tarde.
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