¿Por qué San Nicolás es el Patrón de Alicante?

El deán del Cabildo de la Concatedral explica el motivo por el que la ciudad festeja este 6 de diciembre el día de su "protector"

C. Pascual

C. Pascual

¿Por qué este 6 de diciembre, además del Día de la Constitución, Alicante también celebra el día de su patrón, San Nicolás? El deán del Cabildo de la Concatedral, Ramón Egío, ha explicado la historia de este día durante la misa celebrada este miércoles en la Concatedral de San Nicolás, oficiada por el obispo de la Diócesis Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla.

El 6 de diciembre del año 1244, fiesta de San Nicolás, los musulmanes entregaron la ciudad, al entonces príncipe Alfonso X el Sabio. El príncipe mandó edificar una iglesia en honor a San Nicolás y puso a la ciudad bajo su protección.

Egío ha dado más detalles. "En el año 1244 se produce un hecho que determinará la historia de esta ciudad. El infante don Alfonso recibe la mezquita y los bienes que poseían los musulmanes en la ciudad. Pero el príncipe además mandó levantar una iglesia en honor a San Nicolás por ser el día 6 de diciembre cuando se produce esta entrega", ha relatado Egío al inicio de la misa, para continuar: "Más tarde, ante la rebelión de los musulmanes en 1248, Alfonso pide ayuda a su suegro, Jaime I El Conquistador, quedando ya la ciudad en manos cristinas, consagrándose la mezquita como Iglesia cristiana, en lo que hoy es Santa María. En 1296, Alicante pasa a quedar en la Corona de Aragón, estableciéndose muy poco después la Cofradía de San Nicolás, que es la más antigua de la ciudad".

Así, desde hace 778 años los alicantinos han venerado a San Nicolás como su patrón.

¿Y quién fue San Nicolás?

Según explican desde el Cabildo, San Nicolás, Obispo de Myra, nació en al año 270 y no llegó nunca a ser Papa, como se ha llegado a pensar. Lo fueron otros cinco grandes personajes que sí llevaron su nombre. Éste procede etimológicamente del griego, cuyo significado es “vencedor del pueblo”. Es conocido como San Nicolás de Bari, ya que es en esta ciudad italiana de la costa adriática donde fueron llevadas sus reliquias en 1087. Se cuenta que de su cuerpo sigue manando “una suave mirra”, o sudor con la que se curaba milagrosamente a los enfermos. En Italia es denominado el “Manna di S. Nicola”.

Muy pocas cosas, prosiguen desde el Cabildo, se conocen con certeza acerca de esta mítica figura. Nació en una provincia del Asia Menor, llamada Parara de Licia. Peregrinó siendo joven a diversos lugares de Egipto e incluso Palestina. En la capital de Licia, Myra, llegó a convertirse en su obispo, cuando regresó de tales agotadores viajes. Su vida corrió peligro en tiempos de la persecución del martirizador de cristianos, el emperador Diocleciano. Fue encarcelado, pero gracias a otro soberano, Constantino, pudo ser liberado. También se decía que participó en el Concilio de Nicea en el año 325, aunque no aparece en los listados de los obispos asistentes. Fue un luchador incansable contra la herejía arriana que ponía en duda la divinidad de Cristo.

Según añaden, fue muy conocida su actuación en la liberación de tres inocentes, justo en el preciso instante en el que el verdugo iba a ejecutarlos. Reprendió públicamente al gobernador Eustaquio, quien llegó a arrepentirse por su injusticia. En esa ocasión estuvieron presentes tres guardias que, creyéndose al borde de la muerte, rezaron a San Nicolás. Esa misma noche se apareció el santo en sueños al emperador Constantino y éste ordenó la liberación de los oficiales, siguiendo las instrucciones del obispo. Supo que aquellos miembros de su guardia habían invocado al santo. El magnánimo monarca envió entonces a los tres soldados ante San Nicolás con una misiva en la que pedía que rezase por la paz en el mundo.

A partir de esos momentos, uno de sus más famosos milagros, su culto se extendió por todo el occidente, tal y como explican desde el Cabildo de San Nicolás. Según la tradición, en la ciudad turca de Myra, donde ejerció su labor episcopal, tuvo una gran predilección por los niños pobres; de ahí que se convirtiera en su protector. Tanta fama alcanzó que incluso el emperador Justiniano construyó una basílica en Constantinopla (hoy Estambul) y su popularidad se extendió por todo el orbe cristiano. No sólo es patrón de Alicante, sino que lo es de Rusia, por ejemplo. En este país, los zares levantaron más iglesias bajo su advocación que a ningún otro santo. Se le conocía aquí muchos siglos antes que en América. Se erigió patrón también de muchas ciudades alemanas, austríacas, belgas, holandesas, italianas… así como de marineros, de mercantes, de viajeros.

Otro de sus grandes y populares milagros fue el conocido como el de las “tres doncellas”, prosiguen desde el Cabildo. "Se trataba de las tres hijas vírgenes de un pobre de Myra. Era tal la miseria en la que se hallaban que, para salir de la miserable situación, trató de prostituirlas. Se cuenta que fue San Nicolás el que, para evitarlo, lanzó varias monedas de oro por la chimenea de su casa. En otra ocasión lanzó la bolsa con el dinero desde la calle. Así hasta tres veces hasta que las tres muchachas pudieron tener una vida digna. El feliz vecino pudo saber quién era su salvador: una noche en la que estaba acechando, oyó caer algunas monedas en la ropa tendida, momento en el que sorprendió al bienhechor", relatan. Este episodio se recuerda en las representaciones de “San Nicolás” con tres bolas de oro, simbolizando las tres dotes de las hermanas a las que salvó permitiéndoles casarse honradamente.

Más terrible, según prosiguen desde el Cabildo, "fue el suceso de los tres niños asesinados y descuartizados por un carnicero y sumergidos en una tina de abobar llena de sal, que fueron resucitados por el Obispo". Así, en el fabuloso retablo de “San Nicolás de Bari”, de la iglesia de San Francisco de la capital palmera, a los pies del santo (una escultura barroca de 1724 confeccionada en madera policromada de 104 centímetros de alto procedente de Sevilla), aparecen las tres pequeñas tallas de los niños (de 23,5 centímetros) saliendo del barril. Estas figurillas aparecieron al final del Gótico, aunque es en el Renacimiento cuando ya surgen de dentro del cubo. También en el nicho central superior de este precioso altar, al otro lado de la peana de nuestro Santo, aparece la figura de un “copero” (16,5 centímetros). Se recuerda así la historia de un joven cautivo de un rey pagano que el santo devolvió sano y salvo a su familia.

Se cuenta también que durante una terrible sequía y hambruna, el obispo bendijo a los barcos que acudían a auxiliar a una zona muy castigada y, gracias a su intersección, pudieron salvarse de un terrible temporal, agregan desde el Cabildo. "También pidió a unos mercaderes que dejasen todos los alimentos de su embarcación para poderla entregar a los hambrientos. Cuando llegaron a su destino, encontraron todas las viandas en su lugar original".