Un año de ley trans

Dos personas de Alicante cuentan su experiencia con el proceso del cambio registral, el cual han conseguido a pesar de baches y tardanzas

Hace tres décadas el proceso era mucho más largo y complicado, obligando en el camino a recibir operaciones

Manifestación en las puertas del Congreso a favor de la ley trans

Manifestación en las puertas del Congreso a favor de la ley trans / EFE

Hace ahora un año entró en vigor la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI, conocida comúnmente como la "ley trans". Esta ley, entre otras cuestiones, tales como la prohibición de las terapias de conversión, modifica el proceso necesario para cambiar el nombre y sexo registral de las personas transexuales, el segundo anteriormente solo podía cambiarse si contaban con un diagnóstico médico de trastorno de la identidad sexual adulta y llevaban dos años en tratamiento de reemplazo hormonal.

La ley, que lleva como bandera la autodeterminación de género, se aprobó en el Congreso con 188 votos a favor (PSOE, Unidas Podemos, Más País, ERC, PNV, EH Bildu, Compromís, Junts, Coalición Canaria o BNG), 150 en contra (PP, Vox, casi todo el grupo parlamentario de Ciudadanos, Navarra Suma o Foro Asturias) y siete abstenciones. Creó un debate a nivel nacional no sólo entre progresistas y conservadores, que comparaban la ley trans con la del "sí es sí", sino dentro de la izquierda, cuyo ejemplo máximo fue Carmen Calvo. La diputada socialista, que había sido vipresidenta del Gobierno, llegó a domper la disciplina de voto para abstenerse en la votación.

Tanto ella como sectores del feminismo afirmaban que la ley permitía el "borrado de mujeres" y que podía poner el peligro las legislaciones en materia de igualdad logradas hasta la fecha. Pues se temía que hombres usasen la ley para tratar de acceder a ventajas legales o evitar condenas de violencia de género.

Para evitar lo segundo, dentro de la ley trans se especifica que la rectificación de la mención registral relativa al sexo no alterará el régimen jurídico que, con anterioridad a la inscripción del cambio registral, fuera aplicable a la persona a los efectos de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. A pesar de esto ha habido numerosos intentos de fraude de ley que se han evitado por la actuación de los jueces.

Los chicos y chicas a los que he ayudado tenían miedo de que no les tomaran enserio

Toni Díaz

— Activista trans y exsubirectora de la asociación Diversitat

A pesar de las polémicas, expertos de procedimientos especiales del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas aplaudieron la ley cuando esta se aprobó. Afirmando que esta elimina "obstáculos arbitrarios, humillantes y dañinos".

Toni Díaz, activista trans en la ciudad de Alicante, ha ayudado personalmente desde la entidad Diversitat a más de 15 personas a navegar el proceso desde la entrada en vigor de la nueva ley. Menciona que al principio lo que había entre quienes acudían a pedir ayuda era confusión sobre el proceso, y que los chicos y chicas a los que ha ayudado "tenían miedo de que no les tomaran en serio” a causa del "revuelo mediático" que había contra la ley trans por personas que pudieran abusar de esta.

Incertidumbre

Lo que cuenta Toni Díaz se alinea con la experiencia de Sara García, una joven trans que comenzó el proceso de cambio registral poco después de que se anunciara el adelanto de las elecciones generales del 23J. "Tenía miedo de que en caso de ganar la derecha se derogara la ley", explica como el motivo que le impulsó a hacerlo en ese momento.

Tuve bastante ansiedad porque no sabía qué hacer, a la unidad de género solo fui una vez, no tenía papeles médicos

Sara García

— Mujer trans

En septiembre la llamaron para compadecer ante un juez y Sara afirma que el momento fue "más duro de lo que esperaba". Tras una serie de "preguntas personales", al final del encuentro afirma que le pidieron que aportase informes médicos.

Cuenta que aunque le explicaron que no era obligatorio, lo tenían en cuenta para diferenciar entre las peticiones legítimas y las que no. Escuchar esto le afectó: "Tuve bastante ansiedad porque no sabía qué hacer, a la unidad de género solo fui una vez, no tenía papeles médicos".

Considera que pedir informes médicos para comprobar quien es o no trans es patologizar a las personas, algo que la nueva ley pretendía evitar. A pesar de la incertidumbre, a finales de noviembre recibió una resolución de la sentencia favorable.

La experiencia transmasculina

La experiencia de Miku Amundarain fue distinta, ya que él es no binario en el espectro masculino (es decir, aunque no se identifica de forma completa con ningún género binario, su identidad está más cercana a la masculina). Sabe que es trans desde hace seis años pero por no haber empezado con el tratamiento hormonal, tenía cerrada las puertas para el cambio de sexo registral. A la semana de que la ley trans se hiciese efectiva se presentó en el Registro Civil.

"Los trabajadores del registro me contaron que iba a tener menos trabas por cambiar de femenino a masculino, ya que estaban teniendo problemas con personas intentando hacer el cambio a la inversa sin ser trans", afirma, a la vez que cuenta que le preguntaron múltiples veces "si estaba seguro". Con todo, asegura que la gente fue por lo general "agradable".

De todos modos tuvo diversos contratiempos que atribuye a posibles confusiones por la reciente publicación de la ley. Tales como la falta de notificación de la resolución, ya que no supo si se había efectuado o no el cambio hasta que se descargó el certificado de nacimiento en diciembre.

Los trabajadores del registro me contaron que iba a tener menos trabas por cambiar de femenino a masculino

Miku Amundarain

— Persona no binaria transmasculina

Además por no haber nacido en Alicante hubo partes del proceso que duraron más de lo normal. Su cambio registral se prolongó nueve meses en total desde que presentó la documentación inicial necesaria hasta que supo que se habían producido los cambios, cinco meses más de lo que estipula la ley.

A pesar de la tardanza, hoy cuenta no solo con las modificaciones que buscaba, sino que en el acta de ratificación de la petición el juez apuntó que Miku es no binario; para que en caso de que a futuro haya una posible modificación en la ley le permita reflejar su identidad en su DNI, quede constancia de cuál es. Ya que actualmente no hay referencias a personas no binarias en la ley trans.

Una transición en los años 90

Sin embargo, hace décadas la situación era bien distinta. A peor. Neko comenzó su transición médica nada más cumplir 18 años, en 1992. Hoy, se alegra de que “no se obligue” a las personas trans a pasar procesos que "no todos quieren o necesitan" para tener que cambiarse el nombre y el sexo registral. El trámite que ella tuvo que pasar fue muy distinto al actual y afirma que fue “una humillación tras otra, un circo tras otro”.

Antes de la Ley reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas de 2007, no existía una legislación específica. La jurisprudencia marcaba que se denegasen las solicitudes de cambio de sexo y nombre si no se habían producido reasignaciones quirúrgicas. Antes de poder hacer estas operaciones, que no estaban cubiertas por la Seguridad Social, debían estar dos años con tratamiento hormonal, al cual no era sencillo acceder.

Me dice que estaba en contra de la gente como yo y que no iba a facilitarme el tratamiento, le pregunté que opciones tenía y me dijo que ninguna

Neko

— Mujer que transicionó en los años 90

Neko cuenta que para poder pedir el tratamiento de reemplazo hormonal tuvo que tener seguimiento psicológico desde los 15 años, también que un psiquiatra le diagnosticase "transexualidad pura", certificase que no tenía ningún tipo de trastorno y le hiciese un test de cociente intelectual que mostrase una inteligencia por encima de la media.

A pesar de tener todos los informes que necesitaba, cuando poco después de cumplir la mayoría de edad pidió el tratamiento de reemplazo hormonal a su endocrina, esta se negó a dárselo o referirle a otro médico especialista. "Me dice que estaba en contra de la gente como yo y que no iba a facilitarme el tratamiento, le pregunté qué opciones tenía y me dijo que ninguna", recuerda Neko. Consiguió salir del paso acudiendo al Servicio de Endocrinología de un hospital público de la provincia cuando su médico estaba de vacaciones y consiguiendo que su sustitución le diese el volante para cambiar de facultativo.

Cuenta que una vez estuvo operada y quiso cambiar el sexo registral tuvo que pasar por experiencias "humillantes". Entre ellas, que un médico forense examinara los resultados de las operaciones para que, en palabras de Neko, "acreditase que la vagina y pechos se alineaban con la apariencia cis exacta". Es decir, los genitales tenían que parecer de nacimiento y sin modificación como los de cualquier otra mujer, en caso de que el resultado de las operaciones fuese imperfecto no pasaría la examinación.

Finalmente, la decisión de si podía o no cambiarse el nombre y sexo registral la tomaban tres jueces. "Yo tuve suerte por ser de Alicante y tener una apariencia muy femenina, en Madrid había gente que había pasado todos los procesos médicos y les negaban el cambio una y otra vez", cuenta recordando que en gran medida la sentencia dependía del tribunal que lo decidiese y el que le tocó tendía a dar sentencias favorables.

Desde que comenzó la transición médica hasta que logró el cambio registral pasaron tres años. Afirma que el proceso que tuvo que pasar "obligaba a parecerse a una persona cisgénero" (persona cuyo género y sexo coinciden) y considera que la legislación actual es "valiente" y "de 10".