Cuando Volvo cambiaba coches por naranjas

Reconozco que estos datos me resultaron curiosos: hay más españoles en Suecia (sobre todo ingenieros y sanitarios), que suecos en España. Pero esto no ha impedido que el número de suecos que están inscritos en la Seguridad Social se haya duplicado en los últimos diez años. Además de la archiconocida Ikea, otras empresas suecas como Securitas, Scania, ABB, Husqvarna, Sandvik, SKF, Saab, Electrolux, o Loomis llevan muchos años implantadas en nuestro país. Ericsson instaló los primeros cables telefónicos en España tres años antes de que lo hiciera Telefónica. Y Volvo comenzó su negocio en nuestro territorio en los años sesenta del pasado siglo cambiando coches por naranjas.

Son algunos de los apuntes que explicó Anna Fransson, presidenta de la Cámara de Comercio Hispano Sueca en España, institución que cumple 75 años. La delegación de Alicante se ha sumado a esta celebración con un almuerzo en el restaurante “El Xato” en el que reunió a muchos de sus socios como Antonio Sánchez Zaplana, presidente de AlicanTEC (Asociación de empresas tecnológicas de Alicante); Victoria Verdú, directora regional de Levante de Vithas, o José María López Alarcón y Noelia Navarro (Mapfre).

También estuvieron en el encuentro el alcalde de Alfaz del Pi, Vicente Arqués; Bjorn Sandstrom (cónsul de Suecia), Enrique Peláez, (delegado en Alicante de la Cámara), Rafael Gregori (Vithas), Fernando Mora (Bacchus Brands), Lydia García Cremades (Loomis), Emilio Torres Gómez (Securitas), Javier Morales y Clara Paredes (Volvo automoción), Fede Fuster (Hosbec), Anabel PérezAlba Seva (AEPA), Miguel Ángel Ballesta (Antón Comunicación), Estrella García (Entre Hadas), Vicente Pérez (empresario), Rubén Baeza (Pau Campello Promociones) o Antonio Lorente (Adolfo Pérez Construcciones).

Los abrazos perdidos

Un abrazo es una muestra de amor o un saludo que se lleva a cabo con los brazos alrededor de la persona a la que se brinda el gesto. Hay abrazos de alegría, de condolencia, reconfortantes, de compromiso, de unión, de amor, abrazos falsos y traicioneros, de despedida, de reconciliación… Está comprobado que los abrazos impactan en la salud y reducen la depresión, la soledad, la ansiedad y el estrés.

De estos abrazos, de los que se dan y de los que nunca damos trata el libro Los abrazos perdidos, novela de Manoli Penalva Lorca, diplomada en Trabajo Social, experta en envejecimiento e integrante del Grupo de Investigaciones Sociológicas de la Universidad de Alicante.

Acompañada del profesor Liberto Carratalá, Diana Jareño, presidenta de la Asociación Valenciana de Sociología y de Manuel Lillo, presidente de la Asociación Gerontológica del Mediterráneo, entre otros, la autora explicó que el libro está dividido en tres partes. De los años 2004 a 2010; de 2011 a 2019, y de 2019 a la actualidad. Los protagonistas, Matilde, María, Julián, Sofía, Mario y Laura van narrando su camino de superación personal para sortear los obstáculos que, tanto a nivel personal como los impuestos por los acontecimientos vividos, se interponen en su camino. Muchas vivencias, algunas dolorosas, otras egoístas, otras amorosas, tristes, emocionantes, desilusionantes… como los abrazos.

Y dos recomendaciones de la autora. La primera: “no somos conscientes de la necesidad de pedir ayuda para sanarnos”. Y la segunda: “que disfrutemos de nuestros seres queridos, porque puede ser la última vez que les podamos dar un abrazo”.

Y el Azorín…

Vaya por delante mi felicitación a Cristina López Barrio por ganar el Azorín en esta edición por su libro La tierra bajo tus pies. Pero los comentarios iban de un lado a otro. En voz alta y clara, que parecía muy atractivo que mezclara amor y familia, en voz más tenue, que si el tema de la Guerra Civil es recurrente y no llama la atención. Y casi en un susurro hay quien argumentó que, si eres mujer, sabes algo de la República, si un antepasado tuyo estuvo en las colonias, lo mezclas todo y te sale una novela. Más ganas de leer este libro para saber quién tiene razón.