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Nuevos encuadres

La fotografía alicantina vive buenos tiempos, materializados en PhotoAlicante

Nuevos encuadres

Vivimos rodeados de imágenes y cualquier adolescente o jubilado tiene una galería impresionante de fotos en su móvil. Internet y las redes sociales han disparado la atención a la fotografía por el valor social de un lenguaje propio de comunicación en el que cada vez se embarcan más artistas. Alicante no es ajena a esa explosión de la imagen, desde la apertura de nuevos espacios expositivos, la creación de un festival internacional de fotografía o el reconocimiento de profesionales como la alicantina Cristina de Middel, fotógrafa de INFORMACIÓN durante varios años, o el oriolano Ricardo Cases. Nombres imprescindibles en cualquier lista que hable de la fotografía actual española y que se suman a otros de larga trayectoria como el alcoyano Miguel Oriola, el aspense Mira Bernabeu o, en una de sus vertientes, Daniel García Andújar, que actualmente expone en el Museo Reina Sofía, todos ellos habituales de ARCO al igual que el alcoyano Albert Corbí, que el pasado año ganó una beca de 24.000 euros de la Fundación Botín para desarrollar un proyecto fotográfico que presentará en breve.

«Alicante es un lugar donde la fotografía se ha desarrollado mucho y ni yo mismo tenía esa impresión antes de poner en marcha PhotoAlicante -apunta Leónidas Spinelli, director del festival de fotografía que el 6 de marzo inaugura su segunda edición-. Hay escuelas, clubs y asociaciones, varios espacios nuevos de exposiciones, y muchas figuras destacadas que apoyan la fotografía alicantina y son referentes para los jóvenes. La fotografía en Alicante tiene buena salud y un futuro prometedor. Me pareció un buen ámbito para recoger estas intenciones y difundirlas a través de un festival».

PhotoAlicante ha sido la primera iniciativa que ha unido a prácticamente todos los centros culturales de la ciudad, con quince exposiciones de una treintena de fotógrafos hasta finales de marzo, intervenciones en la calle, talleres y clases magistrales de, entre otros, Alberto García-Alix.

En este marco, Mustang Art Gallery prepara una muestra colectiva de fotógrafos alicantinos -que no tuvo hueco el pasado año- y donde presentarán trabajos inéditos los ya mencionados De Middel (inquieta viajera afincada en México y autora, entre otros, de Afronautas, que sigue dando la vuelta al mundo, y de Party, elegido el mejor libro internacional en la última edición de PhotoEspaña) y Cases (Premio ARCO de foto-reportaje y selección en Descubrimientos PhotoEspaña); Sebastián Liste, uno de los fotorreporteros más premiados del país, o jóvenes valores como Alberto Feijóo (Descubrimientos PhotoEspaña), Carlos Aguilera y Vicente Paredes.

La comisaria de esta muestra, Ana Alarcón, señala que al prepararla le llamó la atención observar «que de entre los diez creadores más interesantes, a mi juicio, más de la mitad eran, no sólo del Levante español, sino de la provincia de Alicante. Y algo más curioso todavía es que, de mi selección de seis artistas para el proyecto Ciudad Elegida, justo la mitad son de la Vega Baja, lo cual quizá sea digno de estudio».

Alarcón considera que la propia idiosincrasia de la provincia, «la mezcla de identidades que genera el turismo de masas, el momento social, económico y político, junto a un marco "paisajístico" muy particular -que combina la belleza natural con la devastación urbanística y el feísmo más radical- dan el cóctel perfecto para que quien tenga buen ojo fotográfico pueda contar muchas historias, pero no sólo de aquí, sino del mundo». «Creo que esta tierra curte», asegura.

Ricardo Cases, autor de proyectos como El porqué de las naranjas o Paloma al aire, bromea con que esta localización «debe de ser por el Castillo de Santa Bárbara, que tiene un poder oculto», mientras Alberto Feijóo -afincado en Madrid y recién llegado de Fotomuseum Winterthur de Zurich como único fotógrafo español participante- cree que, aunque el grupo es heterogéneo y cada uno tiene un discurso diferente, a todos les une «haber viajado mucho y vivido fuera, aunque volvamos como a una especie de patria que nos hace gracia».

El fotógrafo Carlos Balsalobre, uno de los socios de L'Espai, centro dedicado a la fotografía, coincide en que «hay ya nombres de mucho peso a escala internacional y no es por casualidad; es gente que se mueve y se mueve bien. Es cierto que el Levante tiene un índice de creatividad que se mantiene pero probablemente también influye la dificultad de abrirnos camino porque la mayoría de los fotógrafos que destacan han hecho su carrera fuera de Alicante y esa capacidad de esfuerzo se valora fuera».

Balsalobre también cree que la fotografía en Alicante ha ido tomando posiciones «en todos los niveles, desde asociaciones y clubs de fotografía a instituciones, que cada vez prestan más atención», hasta centros como el suyo, creado hace dos años como escuela -con cursos de fotografía de nueve meses y de fin de semana- y un centro de arte donde ya han expuesto Pepe Calvo, Paco Valverde, Eduardo Lastres o David Sardaña. Y el único sitio en Alicante donde se pudo ver la serie Afronautas de De Middel.

«Ahora hay muchas salas que programan fotografía, tenemos una relación súper cercana con la cooperativa cultural Mistos -que centra su actividad en la fotografía y la música-,y de eso nos retroalimentamos todos», añade el responsable de L'Espai, que para PhotoAlicante ha decidido instalar una exposición colectiva -que se inaugura hoy- con autores no profesionales que pivotan sobre la fotografía hecha con dispositivos móviles, «la que ha abierto la brecha» en la importancia de la imagen por su «frescura» y «porque su mirada es tan válida como la de un profesional».

Con esa visión cotidiana apareció el pasado año en PhotoAlicante la joven María Moldes, afincada en Alicante, que con sus fotos de móvil hechas en las playas de Benidorm atrajo todas las miradas y quien ahora formará parte del primer photobook de Instagram, entre cien seleccionados de todo el mundo. «Era la primera vez que mostraba ese trabajo, lo hizo en PhotoAlicante y después ha tenido un despegue inmenso», indica Spinelli.

Este año Moldes participa de nuevo en Parking Gallery, cuyo responsable, Jaime Pérez, destaca que «tiene un sello personal y una óptica muy peculiar, muy difícil de lograr». Algo en lo que coincide Spinelli, ya que el riesgo del boom de la fotografía es que «hay mucha cantidad pero hay que saber distinguir y estar muy atentos porque no todo vale y cuesta mucho hacer bien las fotos».

Para Jaime Pérez, la fotografía en las galerías de arte es algo habitual porque «es un arte más visual, gusta mucho sobre todo al público más joven, pero hay que diferenciar la fotografía de autor entre tantas propuestas». Begoña Martínez, de la galería Aural, afirma que siempre ha estado presente en su espacio pero sí observa que «cada vez más artistas añaden la fotografía a sus discursos artísticos».

Ricardo Cases considera que la fotografía es «una herramienta muy práctica para expresar asuntos de lo divino y lo humano y debido a esto y a las facilidades que trajo el píxel hay un mayor interés, muchos más practicantes y más posibilidades de que aparezcan trabajos interesantes».

La modalidad más reciente, el fotolibro, desarrollado entre otros por De Middel, Feijóo o Cases, es visto por este último como una herramienta muy práctica «para dar visibilidad a los trabajos. Es un soporte que viaja con facilidad y muy práctico para ordenar ideas y trabajar la secuencia, reforzar la idea de proyecto». Lo que sucede es que ha habido «un locurón» internacional con el libro de fotografía: «Desde el 2000 se han producido muchos más libros de fotografía por la autonomía que tiene hoy el fotógrafo, la facilidad para ser diseñador, editor, distribuidor y director de marketing», apunta Cases, que lleva meses fotografiando bandas de música con el fin de componer una «balada triste de trompeta» por el paisaje levantino.

Feijóo, de 29 años, cree que la fotografía no vive exactamente un boom sino que ahora «hay más medios y más capacidad de comunicar y difundir tu trabajo con Internet y las redes sociales», aunque también «se vende mucho humo» en este momento «confuso» de fotografía fastfood. Él, muy bien considerado por galeristas y fotógrafos, asegura dar «muchos palos de ciego» porque «me presento a concursos, becas y subvenciones y no suelo ganar nada, así que vas haciendo pequeñas pinceladas, te ven en dos cosas y la gente ya te sitúa en una órbita en la que no estás: yo sigo compartiendo estudio, trabajo a 11 grados, tengo un mal equipo de fotografía... Es todo muy precario. Ahora mismo vivo de ella pero dentro de seis meses no lo sé. Me juego todo a una carta porque creo que lo que hago tiene cierto interés».

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