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Lo llaman metaverso pero no lo es

Mark Zuckerberg durante la presentación de Meta.

Meta es la nueva marca de la plataforma centralizada, insisto, centralizada- detrás hay una compañía que ha de rendir cuentas a sus accionistas, dueña de todas las infraestructuras necesarias, así como de todos los datos que por ella circulan- de Facebook. Meta, de metaverso. La opinión del fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, es que el metaverso es la «próxima generación de internet». Y así es, un paso más allá de la realidad virtual que ya tenemos.

Habrá visto cuando hayan ido a compartir contenido en Facebook o Instagram, que se les ofrece la posibilidad de subir la fotografía, el cuadro, el poema, al mismo tiempo en ambas aplicaciones. No hay que salir de Facebook para que el contenido se publique en otra aplicación. Facebook cuenta desde 2012 con un programa de reconocimiento facial que se encarga de buscar entre millones de fotografías, las similitudes que permiten encontrarle a usted en cualquier imagen que haya sido compartida en Facebook, aunque usted no haya sido etiquetado por nadie.

De momento, Meta/Facebook no cuenta con una criptomoneda propia ya que ha tenido problemas con la emisión de la misma, pero sí ha invertido millones y millones de dólares en la creación de una plataforma, un metaverso que nos ofrecerá todo tipo de servicios, desde ir al cine -no, no hablo de ver una película desde el sofá de su casa- eligiendo la ropa que vestirá su avatar ese día y el asiento que ocupará en la sala cinematográfica -previo paso por la taquilla y pago con criptomoneda-, a asistir ala inauguración de una exposición de escultura de grandes dimensiones, sin necesidad de salir de esa realidad virtual. Un mundo al que accederemos a través de unas gafas de realidad virtual fabricadas por la empresa Oculus, adquirida por Facebook en 2019.

Tengo claro que con la niña de mis ojos no van a contar. Según Facebook, el metaverso consiste en que los usuarios de las aplicaciones que le pertenecen, puedan comunicarse entre ellos. Da igual si están haciendo un post en Facebook o intentando comparar el precio de obras de arte expuestas en una sala dentro de la plataforma de realidad virtual. Esto no es metaverso, esto es el universo de Zuckerberg y compañía, donde nos expondremos a la misma censura a la que estamos sometidos hoy en día pero con un agravante más. ¿Conocen la máxima: si es gratis, el producto es usted? Se sabe que Facebook ha mercadeado con los datos de sus usuarios, incluidas nuestras caras -habrá que rentabilizar el programa de reconocimiento facial ¿o creían ustedes que encontrarles entre tantos millones de personas era un servicio que daban por la cara?-, no vería extraño que un día se repitieran titulares tipo: «Facebook compartió datos sensibles de sus usuarios con más de 150 empresas», como el aparecido en 2108 en The New York Times. Tengo claro que con la niña de mis ojos no van a contar.

¿Y qué es el metaverso? Algo que está en construcción puesto que aún no ha habido nadie que haya conseguido una plataforma que permita el acceso a este mundo virtual de forma masiva. Sí sabemos que este mundo donde no hay un solo administrador/dueño/empresa/gobierno/organización detrás, no concuerda con lo que nos vende Facebook. La cadena de bloques/blockchain descentralizada es la forma de democratizar estos mundos que ya han comenzado a dar sus pasos en la web 3.0.

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