Rafael Alberti poeta en la calle

Cátedra recupera el libro Roma, peligro para caminantes del poeta español del destierro, nombrado ciudadano honorario de la capital italiana en 1998

Rafael Alberti.

Rafael Alberti. / porCarlosFerrer

Carlos Ferrer

Rafael Alberti Merello (1902-1999) está considerado como la memoria poética del s. XX gracias a su poesía comprometida y al hecho de que su dinamismo estético le hace transitar por numerosas tendencias, como el neopopularismo, el barroquismo gongorista, el surrealismo, la poesía civil y la poesía política (de protesta revolucionaria). Lector de Garcilaso, Góngora, Lope, Bécquer, Baudelaire, Juan Ramón Jiménez y Machado, Alberti, voz de una nostalgia perdida entre las ramas de su arboleda y los retornos de lo vivo lejano, marinero en tierra, poeta nacido junto al mar, pintor que pinta con el pincel de la poesía, es un autor imprescindible para conocer los pliegues y repliegues del s. XX. El poeta gaditano se instala en Roma procedente de Argentina el 28 de mayo de 1963 y permanece en la capital italiana hasta el 27 de abril de 1977, fecha de su regreso a España. En el libro Roma, peligro para caminantes, Alberti refleja su estancia en la capital italiana y sus vivencias cotidianas. Alberti y su esposa, María Teresa León, se instalan primero en la Via Monserrato 20 y luego (tras el Premio Lenin de la Paz) en la Via Garibaldi 88, desde allí contemplan esa abigarrada realidad popular y callejera que Alberti versifica. Hay una identificación entre historia, vida urbana y poesía alejada de la poesía de la naturaleza y de la angustia espiritual de su etapa argentina. La subsistencia del matrimonio Alberti-León en Roma proviene de la venta de las obras gráficas del poeta, ya que no puede publicar su primer libro romano, una antología de sus versos, en Italia hasta mayo de 1964. En febrero de 1968 envía los poemas de Roma, peligro para caminantes a Max Aub (Editorial Joaquín Mortiz) y se editan en México el 18 de julio de 1968. En 1972, el libro es publicado por la editorial Mondadori en edición bilingüe, aunque no incluye todos los poemas de la edición mexicana. Alberti elige Roma y no otro país u otra ciudad porque iba a dirigir para la editorial milanesa Mondadori, por mediación de Vittorio Bodini y Eugenio Luraghi, una colección de clásicos castellanos enfocada al lector latinoamericano. La colección no cuaja y el frío milanés le hace radicarse en Roma, ciudad que conocía desde la década de los treinta.

Rafael Alberti poeta en la calle

Rafael Alberti Roma, peligro para caminantes Cátedra 264 páginas / 15.95 euros / porCarlosFerrer

Roma, peligro para caminantes, libro de renovado vitalismo y de cierta nostalgia, es un homenaje al poeta Giuseppe Giocchino Belli (1791-1863) y en él hay un contraste entre el alegre y sucio caos y la belleza monumental, el bullicio del barrio popular y la riqueza artística tamizado por un Alberti alegre e ingenioso. Lirismo y humor, ternura y sarcasmo. Escrito entre 1964 y 1967, el libro está estructurado en cuatro partes no numeradas y de extensión desigual a las que precede un poema a modo de prólogo.

La primera parte está integrada por los «X Sonetos», cada uno de ellos empieza con una cita de Belli que prosigue al diálogo iniciado en el poema prólogo. Un breve recorrido en diez estaciones que va desde su exilio americano hasta el trazo de la fascinante Roma entre resonancias quevedescas mediante una variedad de registros y recursos y un sentido de la materialidad, de la corporeidad (anáforas, enumeraciones, palabras enlazadas por medio de juegos fónicos, rimas humorísticas).

La segunda sección es «Versos sueltos, escenas y canciones», donde abundan las descripciones degradadas, una patética cotidianeidad, meditaciones oscuras pero mezclando humor y hondura y está formada por: ocho series de versos sueltos de diversos tonos entre el anticlericalismo, el exabrupto, la conciencia del exilio, el aforismo y la reminiscencia nostálgica; y por cinco poemas escénicos que recuerdan a las canciones dialogadas de los primeros libros del escritor gaditano y en donde los marginales reinan en estos versos de variada métrica en medio de la miseria: si en «La puttana andaluza» es evidente el diálogo con el personaje literario de La lozana andaluza de Francisco Delicado y con una hermosa y remisa dama, en «Diálogo mudo con el vecino» el pícaro Rampín se convierte en el prototipo de algunos vecinos, «El aburrimiento» es un simple juego verbal reiterado y poco sugestivo, «El hijo» es emotivo por el sacrificio alimenticio de la anciana en favor de un gato anónimo a pesar de la burla general y «Los dos amigos» entablan diálogo un trapero y un jamelgo ignorados entre la frustración, la miseria, la soledad que les rodea. Hay un sentimiento de marginación que lo une a los antiguos exiliados españoles y un lenguaje corrosivo y al tiempo irónico.

La tercera parte la conforman los «XI Sonetos», entre los que destacan el gracioso soneto «Gatos, gatos y gatos», inspirado en un cuento del quevediano La hora de todos y la Fortuna con seso, y «Oyes correr en Roma», un homenaje al agua de las fuentes que recurre a los recursos de la amplificación y la acumulación. La última sección es la integrada por los «Poemas con nombre», nueve poemas ekfrásticos, testimonios de amistad y elogios a pintores y escultores: el primero, Ugo Attardi y los versos de dolor esperanzado, al que siguen Bruno Caruso y el arte del grabado, el vitalismo de la pintura de caballos del milanés Algi Sassu, el sueño inasible de los cuadros del toscano Guido Strazza, el cromatismo exuberante de los cuadros vegetales del romano Carlo Quattrucci, las esculturas del siciliano Giuseppe Mazzullo, la mitología mágica de Corrado Cagli y el tormento del escultor abstracto Umberto Mastroianni. Es la parte de menor vuelo literario del libro.

Esta edición incluye un aparato crítico y un apéndice, donde están los cuatro textos añadidos por Alberti incluidos en la segunda edición del volumen, publicada en la revista Litoral nº 43-44. Además se han depurado los errores de transmisión, agravados desde la edición de Luis García Montero de 1988, por lo que esta edición se convierte en una referencia para cualquier lector de Alberti, uno de los más representativos intérpretes de su época y el que la encarnó con más sentido e intuición artística e histórica como podemos comprobar en este libro, reflejo de la imagen más íntima y verdadera de la conocida como ciudad eterna.