Lucinda Williams planta cara a la vida
La cantautora de Louisiana responde al ictus que sufrió en 2020 con un álbum vitalista y meditativo en el que invoca los poderes del rock junto a colegas como Springsteen y Angel Olsen
J. Bianciotto
El encuentro más descarnado de la música con la vida y sus incidencias produce obras como Stories From A Rock’N’Roll Heart, un álbum en el que Lucinda Williams canta a sus fuentes motivadoras y al misterio que sigue envolviendo la creación de canciones. Obra vivificante, envuelta en un halo de victoria dado el delicado camino, de orden clínico, que la precedió.
Hablamos del tornado que arrasó su casa, del covid-19 y, lo peor, del derrame cerebral que sufrió en noviembre de 2020, que le dejó unas limitaciones motrices en el lado izquierdo de las que poco a poco trata de sobreponerse. Nada que la haya frenado: a las pocas semanas del ictus ya estaba actuando de nuevo, y hace unos días se la pudo ver y disfrutar en el Azkena Rock Festival.
Lucinda Williams, herida, pero en absoluto vencida, incapacitada (por ahora) para tocar la guitarra, pero transmitiendo veracidad con su voz de superviviente, con carácter, y luciéndose como autora en las hermosas y desafiantes stories que nos cuenta cumplidos ya los 70. Empezando por ese rock clásico que abre el álbum, a lo Stones o The Faces, llamado Let’s Get The Band Back Together, en el que suspira por el viejo espíritu del gang en la compañía de colegas como Margo Price y Buddy Miller. Hay mucho en este disco de homenaje a la música que la atrapó a la tierna edad de 12 años, y es difícil permanecer impasible ante canciones como Rock’N’Roll Heart, alusión al «chico de clase trabajadora en una ciudad derrotada» que pudo dar sentido a su vida gracias a una guitarra. Y cuando dice que, si tienes «un corazón de rock’n’roll», entonces «ya no tienes que ser tan astuto / ni tienes que ser una obra de arte», porque transmitir emociones puede estar al alcance de cualquiera. La arropan ahí las voces de Bruce Springsteen y Patti Scialfa, como en otro número remarcable, New York Comeback.
Personajes poéticos
Williams canta con melancolía a las tonadas (ajenas) de su vida en Jukebox (con el dulce eco de Angel Olsen como segunda voz) y convierte a la canción en un personaje poético en Where The Song Will Find Me. Invoca a dos amigos perdidos, Tom Petty en Stolen Moments y Bob Stinson (de The Replacements) en Hum’s Liquor. Buscando el cuerpo a cuerpo del rock, dejando reposar los medios tiempos, atenta en ocasiones a la fibra acústica y la pincelada de pedal steel, y todo ello con doctos acompañantes: el batería heartbreaker Steve Ferrone; el teclista Reese Wynans (que fue miembro de los Double Trouble de Stevie Ray Vaughan) o el malogrado Steve Mackey, bajista de Pulp (y de Dolly Parton).
Y como colofón, ese Never Gonna Fade Away en el que se la ve cara a cara con la depresión y parafrasea a Neil Young: «Nunca me desvaneceré», nos repite, fundiéndose con su oficio y con la canción misma, y deslizándonos una lección de vida.
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