Del fuego y las entrañas
La poeta oriolana Mª Engracia Sigüenza Pacheco regresa a la poesía con Luminarias, un canto a la luz

Mª Engracia Sigüenza Pacheco
Eduardo Boix
En los últimos años, la luz es el tema preponderante en la poesía. Muchos de los poetas cantan a la luz como sustento de la propia vida. Existe una expresión para anunciar el proceso del parto, dar a luz, o también hay gente que lo expresa con la palabra alumbrar. Estas dos expresiones podrían indicar la importancia que tiene la luz para el ser humano. Ya desde el nacimiento, la luz funciona como un catalizador. Es tan importante la palabra que, hasta en la Biblia, supone el inicio de la Creación: Fiat lux. Como si esto fuera el motor de todo, que realmente lo es.
Luminarias, de Mª Engracia Sigüenza Pacheco, publicado por la editorial Ars poetica en la colección Beatus Ille, ya nos introduce el tema de la luz en el propio título. María Engracia, poeta oriolana, realmente ella es pura luz. Su verso libre y claro nos muestra una poesía sencilla pero honda a la vez. Existe una gran carga de profundidad en su poética. Abre el poemario un poema titulado Ráfagas, donde ella ilumina una parte de su memoria: «Mi madre limpia las heridas, / extiende la medicina, / cubre de gasas el mapa del dolor. / Mi abuela se pone un pañuelo de luto, / el carcinoma es un vivero / donde crece la sombra y la luz. // Una tempestad / agita el árbol de mi mente. / El féretro de mi padre emerge / desde otra dimensión. / Más heroico que Ulises, / un osario de lealtad».

Luminarias Ars poetica 110 páginas / 14 euros / Mª Engracia Sigüenza Pacheco
Pero no todo es dolor. La poética de María Engracia también tiene iluminaciones, esos destellos que hacen que la vida nos regale momentos mágicos. La poeta tiene esa virtud, la de mostrarnos esas ráfagas de luz, como si nos mostrara películas de 8 mm en el salón de su casa. Así dice el poema titulado Recuerdos de un domingo en la playa: «Veo un mar luminoso / y olas suaves / como anillos de algodón. / Veo a mi hermana y a mi hermano, /libélulas en el agua, / flotando en un neumático negro, / la nave de la felicidad. / Ay, las alas de la infancia, / el amanecer de la vida…» Pero es que, en definitiva, la luz es el amor. María Engracia así nos lo muestra. Todas las composiciones de Luminarias están llenas de amor, porque el amor es lo que mueve el mundo y, por tanto, la poesía. La acción poética sin amor sería algo vacío. La luz es eso la acción de amar y enfocar lo que realmente uno quiere. Porque lo que se ama es la luminaria de cada uno. Como en el poema titulado Hilos, que nos muestra esa iluminación que nos da el amor: «Porque tú existes yo siento la vida, / para que tú vivas yo debo existir. / Seres engarzados a un hilo estelar, / cuerpos que alimentan la tierra, / almas que encienden el fuego… /¿Quiénes somos en realidad? / Tú, tan diferente y tan igual a mí».
Luminarias es un libro con un gran poso poético. Como he indicado antes, estamos ante un libro profundo, luminoso y oscuro. Esa dicotomía es la que le da un hilo conductor a esta obra donde el fuego es el elemento que lo prende. María Engracia ha crecido como poeta. Esta obra es un repaso al pasado, pero también a su presente. Estamos ante un libro iluminador, nunca mejor dicho. La poética de la autora de Orihuela nos muestra la sensibilidad de los que han observado el dolor y lo han trasmutado, porque ella es, no solo la que sufre la herida, sino la que la observa sin hurgarla. Tan solo reflexiona sobre el dolor y sus consecuencias. Porque, como dicen, solo desde la profunda oscuridad se puede apreciar la luz. Eso hace María Engracia, tomar la luz y dejar que dé forma al dolor, pero también al gozo.
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