Cat Power, emisaria de Bob Dylan

La estadounidense recrea canción a canción el legendario álbum del trovador grabado en directo en 1966, cuando transitaba del sonido acústico al eléctrico

Chan Marshall, alias Cat Power, en una imagen promocional.

Chan Marshall, alias Cat Power, en una imagen promocional. / porJordiBianciotto

porJordiBianciotto

Los lazos que te unen a un artista en la adolescencia bien pueden durar toda la vida, como nos viene a recordar Charlyn Marie Chan Marshall, Cat Power, en su nuevo álbum, Sings Dylan. The 1966 Royal Albert Hall concert. Obra que recorre una a una las 15 canciones de un álbum de leyenda, reflejo del tránsito del folk al rock por parte de Bob Dylan, así como la fricción creada con una parte (pequeña pero gritona) de su audiencia.

Cat Power, emisaria de Bob Dylan

Cat Power, emisaria de Bob Dylan / porJordiBianciotto

Como es sabido, el tantas veces evocado concierto del Royal Albert Hall de Dylan no tuvo lugar en ese auditorio londinense, sino en el Free Trade Hall, de Manchester. Un error atribuido al disco bootleg mal acreditado que corrió durante décadas de mano en mano, corregido por fin en la edición oficial del álbum, ya en 1998, cuyo título cita al Royal Albert Hall entre comillas. El nuevo disco de Cat Power sí que se grabó ahí, el 5 de noviembre de 2022. Solo cuando su mánager le informó de que tenía una fecha reservada en ese escenario (en el que nunca había puesto un pie), decidió que no iba a ofrecer un concierto normal, sino que se iba a permitir el lujo de sentirse Dylan por una noche.

Si bien la producción de Cat Power tiende a lo heterodoxo e imprevisible, y que ni sus propias canciones suenan igual en el escenario que en los discos, el álbum que nos ocupa es otra cosa. Revisa el repertorio con alta fidelidad a los originales, tan solo modulando acentos vocales y puliendo parte de la crudeza original suministrada por The Hawks (el grupo luego conocido como The Band). Se le podría reprochar a Cat Power que se queda a medio camino y que actúa con un exceso de prudencia. Quizá sienta que pisa un territorio sagrado. Pero es disfrutable su actitud vocal, la extrema dulzura con la aborda Just like a woman o el modo en que hace suyo, con todos sus relieves, el sibilino relato de Leopard-skin pill-box hat.

El famoso grito de «¡Judas!» que un asistente le propinó a Dylan, y su réplica, episodio recogido en el disco de 1998 (aunque extrañamente suprimido en la versión de Spotify), también irrumpe en esta recreación, antes de Ballad of a thin man, al que ella responde «¡Jesús!» con tono apaciguador. Y aunque Cat Power fue más aventurada en las versiones de Covers (2022) y en el electrizante enfoque de un tema de Dylan, I believe in you, en Jukebox (2008), la sentimos aquí entregando su ofrenda con hondura y conocimiento de todas sus inflexiones.

Página ilustre de la música

Lo que en 1966 sabía a provocación o atrevimiento, la electrificación de la figura del trovador, tan intolerable para la vieja guardia del folk, se convierte ahora en una celebración en torno a una página ilustre de la música del siglo XX. Recordatorio, adaptable a las músicas actuales, de que el escándalo de hoy, y la ridiculización, bien pueden ser el canon de mañana.