Abriendo el velo

El poeta alicantino Luis Miguel Sanmartín nos regala un poemario existencialista con En tiempos del suicida, la crónica de una disolución

Luis Miguel Sanmartín.

Luis Miguel Sanmartín. / porEduardoBoix

Eduardo Boix

El hombre se enfrenta a sus luces y sus sombras. Todos escondemos un demonio dentro, pero también un niño que ríe y teme a partes iguales. La historia de la literatura está repleta de esto, niños que crecen con un dolor lacerante y no terminan de cerrar la herida. Porque la poesía es eso, una herida sin cicatrizar que nos recuerda lo que somos en cada sangrado. Hay cientos y cientos de ejemplos. Es por eso que el poeta se cuestiona la vida. La metafísica y sus circunstancias son el motor que le llevan a escribir. El escritor es el cronista de lo físico y lo sutil, el que nos muestra lo que hay más allá del mundo sensible. Porque el escritor es el descubridor de los mundos, es el que abre el velo y nos muestra el más allá. Hay otros mundos que están en este.

En tiempos del suicida, de Luis Miguel Sanmartín, publicado por la editorial valenciana Olé Libros con prólogo de Jorge Pérez Cebrián, podríamos decir que es la crónica de una disolución. El hombre enfrentado a sus sombras reflexiona sobre lo que le acontece. Abre el poemario con un poema que es un pórtico a lo que vamos a leer: «vivo encerrado y solo // profeso mi atavismo en las imágenes / que no me pertenecen y mantengo // duermo como me abato (papá sudo) / y a veces por ventura de ignorante /e sbozo una sonrisa al despertar // mis días son de aceite de ricino /y hueros caballonos (cultivo telarañas)». Hay desesperanza, la visión del existencialista que puede que vea el vaso medio vacío, lo que rodea a la sociedad no da tregua. Es el reflejo de la propia vida y sus circunstancias, cómo el hombre se diluye en lo que acontece.

José Donoso.

Luis Miguel Sanmartín En tiempos del suicida Olé Libros 124 páginas / 15 euros / INFORMACIÓN

Pero no baja los brazos el poeta, tan solo hace de notario de lo que le sucede y lo filtra en la poesía. El libro transita entre grises y ruinas, como muestra el poema titulado En un arruinamiento de ruinas: «El mundo es una jaula. // Vaya eso por delante. // Vivir es un habitáculo / (alguien respira), / la parte de uno mismo que no es nuestra. // El mundo es una araña, meridianos peludos / que me erizan la piel. Pero no es por tus besos, / es ese hedor grisáceo que escoge a los más débiles; / a mí, que soy cadena, / a mí, que soy condena…» Porque el poeta se siente condenado a vivir, porque la vida realmente no le satisface, pero sigue la existencia y sus circunstancias. El existencialismo nace de la poesía porque es el vate el que se plantea las primeras dudas al utilizar el lenguaje. Todo lo que nombras existe y permanece, lo que callas es lo que se olvida, lo que se oculta.

Luis Miguel Sanmartín no es un poeta del fracaso, porque no ha fracasado. Han sido las circunstancias las que han azotado su vida, las que han dado una pátina gris a su poesía. Pero no todo es oscuridad, como todo buen escritor, no es todo autobiografía, él es solo el filtro de las vidas, otras existencias pasan por él para narrar lo que les sucede, lo que les quema. Como un médium, Sanmartín tan solo transcribe lo que oye, lo que ve o lo que alguna que otra vez siente. En tiempos del suicida es ese testimonio en poemas. Porque, desde la poesía, desde la belleza, la tragedia adquiere un tono de disfraz. La poesía es la herramienta perfecta para desentrañar y eso hace Luis Miguel: se abre en canal y deja que la sangre fluya. Como en los últimos versos que cierran el libro: «será el mundo un perfume de las horas / una huella vacía / /y yo habré vivido // y yo habré muerto».