La marca y su secreto

El crítico literario Nadal Suau nos muestra su amor por el tatuaje en Curar la piel. Ensayo en torno al tatuaje, Premio Anagrama de Ensayo

Nadal Suau.

Nadal Suau. / porEduardoBoix

Eduardo Boix

El primer hombre marcado fue Caín, lo dice la Biblia en el capítulo 4 del Libro del Génesis: Ciertamente cualquiera que mate a Caín, siete veces será castigado. Entonces Jehová puso una marca sobre Caín, para que no lo matase cualquiera que le hallara. Podríamos indicar, por tanto, que el primer tatuaje de la historia se lo produjo Dios a Caín. Nosotros los humanos también aprendimos a marcar las reses como señal de pertenencia, porque es como nombrar algo que nos pertenece y tenemos la necesidad de decirlo al mundo. Caín sigue errante y realmente nadie sabe su marca, puede que se esconda entre todos los tatuados del mundo.

La marca y su secreto

La marca y su secreto / porEduardoBoix

Curar la piel. Ensayo en torno al tatuaje, de Nadal Suau, Premio Anagrama de Ensayo, es una carta de amor de un apasionado del tatuaje como concepto y comunión con la vida. Nadal nos lo indica en el libro: «Tatuarse es una fiesta. Para nosotros que nos marcamos, tatuarse es la mayor fiesta imaginable, una mezcla de voto solemne y treta infantil». Creo que ese concepto del tatuaje del que nos habla Nadal Suau es como aquellas calcomanías que nos poníamos en el colegio. Tal vez nosotros lo veíamos como un juego, pero era una forma de distinguirnos de los demás, como jugar a ser diferentes aunque todos llevásemos la misma marca. Creo que los tatuajes, hoy en día, son eso.

Hubo un tiempo en el que los tatuajes los llevaban los presos, los legionarios y las personas de dudosa reputación. Hoy en día, esos gladiadores de la actualidad que son los futbolistas los lucen como una marca de distinción, es moda. Como todas las modas, puede ser efímera o no. Hace unos años me llamó poderosamente la atención cómo una cajera de supermercado lucía un tatuaje en una de sus manos y no pasaba nada. Los tiempos están cambiando, estamos avanzando hacia una sociedad menos prejuiciosa en esto. Pero no solo los malos se tatuaban para subrayar la maldad; en los campos de concentración se tatuaba a los presos para robarles su nombre, su identidad y transformarlos en un simple número, como si fueran un producto, como las reses que he mencionado antes. Marcas que quedan para siempre y que muestran que has sobrevivido a la barbarie, pero que, de alguna forma, sigues perteneciendo a esa monstruosidad, como algo que en tu vida te ha marcado para siempre y de lo que no puedes escapar.

Quiero creer que Curar la piel ha nacido de una necesidad, de una catarsis más bien. Nadal ha necesitado contar lo que siente y cómo lo siente. Para él, tatuarse es una fiesta, o eso quiere indicar. Tal vez sea, además, la forma de marcar lo que siente, las alegrías y las penas, lo bueno y lo malo que pasa en la vida. Porque los tatuajes tan solo son marcas en la piel de lo que nos gusta o de lo que rechazamos, es una forma de mostrar al mundo lo que somos, en lo bueno y en lo malo. Nadal Suau ha construido una obra magna en torno a una moda y a una forma de vida. Para él, como para muchos otros, los tatuajes son la constatación de visibilizar lo que te mueve, como una forma de trascender y dotar de sentido a todo lo que nos remueve. No solo hay individualidad en estos rituales, también hay una comunión con la colectividad. Es mostrar lo que somos a los demás: esto soy yo y mis circunstancias. Curar la piel es un canto a lo que somos y a cómo afrontamos nuestras marcas.