La escritura y la vida

Reedición de la primera novela de Raúl Núñez Derrama whisky sobre tu amigo muerto, una obra legendaria del escritor argentino que tan bien narró los ambientes sórdidos de Barcelona y València con una literatura dura, directa, cruda, sin contemplaciones

Raúl Núñez.

Raúl Núñez. / porALFONSCERVERA

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Es la vida la que ha introducido fallas en mi dulce canción… Gregory Corso

«Conocí a Raúl Núñez en la primavera de 1985. En Barcelona. Unos meses antes había publicado Sinatra, una novela en que la ciudad y su vecindario parecían surgir de uno de esos callejones que saca Dashiell Hammett en sus historias ocupadas por cubos de basura y gatos ahogados en charcos de agua turbia». Así comienza el prólogo que he escrito en esta nueva edición de Derrama whisky para tu amigo muerto, la primera novela del escritor argentino, publicada en 1979.

Antes de Sinatra, muchos años antes, yo había leído People, una antología de poemas que reunía una selección de los que venía publicando a lo largo y ancho de sus viajes por el tiempo y por las ciudades que le irían dejando huella hasta recalar en Barcelona y ponerse a vivir en casas hechas polvo y sobre todo en las barras oscuras de madrugadas que no se acababan nunca: «Me hacía falta salir a la calle y recorrer los bares del neblinoso y depravado barrio del que nunca intentaba moverme. Aquello era lo mío, atravesar las calles iluminadas por el rojo neón de los carteles luminosos de los bares y el sórdido misterio de sus nombres: Fuck You, Hot Pepper, Pi, Out-Side…». Eso, la llegada a Barcelona, sería en 1971 y ahí seguiría viviendo hasta que en 1988 se instala en València, donde encontró en el café Cavallers de Neu algo que sería como su propia casa. Después ya se familiarizaría, de una punta a otra, con el Barri del Carme y finalmente haría del Lisboa el santuario donde no perderse uno sólo de los partidos del Barça que no lo abandonarían hasta el mismo día de su muerte. Eso fue en 1996. Justo cuando acababa o estaba a punto de cumplir los cincuenta años.

Si la literatura y la vida van juntas -hay quien opina que sí y quien opina lo contrario- las historias que escribió Raúl Núñez y las que llenaron su vida son radicalmente inseparables. El mundo literario que fue construyendo en sus novelas, poemas y relatos es el mundo de quienes se han pasado el tiempo viviendo en el bajo cero de la vida. Podría decir que también en la vida real fue esa la manera de andar por la suya propia y por la de quienes lo acompañaron en todos sus encuentros cercanos o a distancia, como suelen ser, por otra parte, todos los encuentros. Y Derrama whisky sobre tu amigo muerto es el testigo más fiel -más incluso que lo que escribiría luego- de esa manera de encarar la literatura y la propia vida.

Raúl Núñez   Derrama whisky sobre tu amigo muerto    Efe Eme  240 páginas / 19 euros

Raúl Núñez Derrama whisky sobre tu amigo muerto Efe Eme 240 páginas / 19 euros / INFORMACIÓN

Si tuviera que destacar algo -y mira que hay motivos para leer esta novela- me quedaría con los personajes. Dónde encontrar una nómina como la que llena las páginas de esta historia. Creo que en ninguna parte. Sabemos que las tiene, que en lo poco que podemos encontrar sobre la vida y la obra literaria de Raúl Núñez nunca faltan Bukowski o Raymond Carver, o Ginsberg y sus colegas del universo beat que tanto lo atrajeron en los años sesenta del pasado siglo. Pero dónde encontrar a Billy el Desnarizado, a Betty, a Gipsy, a Lou y su hermana Miranda, a Nanny Grass o al Fakir Opiáceo, o a ese Sparring que sabe mejor que nadie que los sueños son una cosa y lo que le espera todas las mañanas es repartir las botellas de leche por las páginas de una novela que acaba de volver después de pasarse la tira de años durmiendo la cogorza en los subterráneos del olvido. Qué personajes, ¡dios!, qué personajes: «Era gente que había conocido todo lo que puede ofrecer una vida». Y por si faltaba algo, los que el protagonista, escritor de novelas del Oeste en un cuartucho del Polinesia Hotel, saca ya en las primeras páginas: Álamo Kid, Flecha Roja, los malísimos hermanos Relámpago. Personajes, unos y otros, que son como «esos espíritus quebrados con luciérnagas en sus cabezas», como escribía Dylan Thomas, otra de las referencias en que le gustaba recalar al escritor cuando afuera llovía demasiado para salir de casa.

La gente de la realidad y la ficción en ésta y todas las otras novelas de Raúl Núñez: Sinatra, La rubia del bar y A solas con Betty Boop. La derrota de esa gente. La sordidez de las calles cuando las recorres mirando al suelo por si te encuentras algo que no sea una rata -como pasa en otra de sus novelas-, no para mantener una conversación con la mugre sino para confundirte con ella y dejarle claro al mundo que entre la sordidez de las calles y tú no existe ninguna diferencia. Y será en esa confusión, en ese ser una misma cosa la vida y sus afueras, donde surgirá lo que en esta y otras novelas del autor habrá de ser la principal protagonista: la amistad, esa camaradería que surge de las noches interminables y los sueños ahogados en alcohol casi siempre del barato, la seguridad de que vivir es algo que no admite echar cuentas hasta que te sientas en el bordillo de la acera para ponerte a hablar con un bote vacío de cerveza o el papel de periódico que se ha quedado quieto antes de que se lo trague a tus pies el agujero apestoso del desagüe. De eso, de esa soledad vivida en las madrugadas de la intemperie, saldrían sus relatos de siempre. En València publicó esos relatos en Diario 16 y sobre todo en Cartelera Turia, que fue también y sigue siendo como su propia casa.

Han pasado cuarenta y cinco años desde que apareció por primera vez esta novela deslumbrante. Ahora ha vuelto en una edición bellísima. Ojalá estén ustedes ahí. A cualquier hora del día o de la noche. Pero ahí.